Llevo todo el fin de semana sola (con mi gato) sin apenas salir de casa. Mis padres huyen en cuanto pueden al campo y mi hermano se ha apuntado para aislarse y poder estudiar tranquilo. Yo tengo que terminar sí o sí la redacción del trabajo entre hoy y mañana temprano, porque es el día máximo para entregarlo con el visto bueno del director. Estoy esperando que me mande la última revisión para hacer los últimos retoques y, por fin, imprimirlo, encuadernarlo y entregarlo. Luego tocará prepararse la defensa en apenas 9 días, pero bueno, es otra historia...
El tiempo que dejo descansar mis neuronas lo aplico básicamente en la cocina, leer un poco y ver series.
Con esta tarta creo que puedo ir terminando las jornadas
albaricoqueras, aunque quizá caiga alguna receta más... Cuando la vi navegando por la blogosfera me enamoré de ella, así que aproveché los albaricoques para probarla. Pensé en utilizar mermelada, pero al final opté por otra cosa. Como algunos de los albaricoques están muuuuuy maduros, en lugar de darme un atracón o tirarlos, los cocí troceados en su propio jugo con una cucharada de azúcar moreno para hacer
compota. A la hora de montar la tarta añadí un par de cucharadas más de azúcar vainillado, aunque la fruta estaba tan dulce que no necesitaba mucho más.
Receta ligeramente modificada de ésta:
- 210 gr de harina
- 1/2 cuharadita de levadura
- 1/8 cucharadita de sal
- 1/2 cucharadita de canela
- 1/2 cucharadita de nuez moscada
- 110 gr de mantequilla a temperatura ambiente
- 130 gr de azúcar
- 2 yemas de huevo grandes
- 1 cucharadita de extracto de vanilla
- 1/3 taza de almendra molida
- unos 250 ml de compota de albaricoque
- 1 sobre de azúcar vainillado
Precalentar el horno a 180ºC y engrasar un molde bajo redondo de unos 24 cm de diámetro.
Tamizar todos los ingredientes secos en un recipiente.
Batir la mantequilla hasta dejarla cremosa. Añadir el azúcar y batir hasta que queden integrados, un par de minutos si se hace a máquina. Incorporar las yemas y la vainilla y batir un poco más. Añadir la almendra molida, mezclando bien. Agregar la mitad de los ingredientes secos, mezclando con una espátula un poco, y luego el resto. Será más fácil terminar de trabajar la masa a mano, sobre una superficie limpia. Debe quedar una masa suave, quizá algo quebradiza, húmeda pero manejable. Dividir en dos porciones y guardar una envuelta en film en la nevera.
Estirar la masa con un rodillo hasta dejarla fina y forrar con ella el molde. Si se rompen trozos, se pueden colocar a mano sin problemas apretando bien las juntas. Mezclar la compota con el azúcar vainillado; añadir más azúcar al gusto si fuera necesario. Repartir uniformemente por toda la tarta.
Sacar la otra masa, estirar con un rodillo y cortar porciones con un cortador de galletas con forma de estrella, corazón o similar, no demasiado grandes. Repartir por la superficie de la tarta, sobre la compota. Hornear a media altura durante unos 40 min; la masa debe haberse dorado y el relleno debe estar burbujeando. Dejar enfriar totalmente antes de servir. Mejor dejar enfriar en la nevera.