Agosto está entrando en su tramo final, o de eso me quiero convencer a mí misma. El caso es que hemos pasado ya el ecuador del gran mes de las vacaciones en España y se me está poniendo el cuerpo en modo "vuelta al cole". Pero todavía nos quedan muchos días de verano.
La primera semana en mi campo de Murcia ha sido asfixiante. Mi hemano pasó unos días con nosotros en Madrid, bien aderezados de calor, y llegamos a nuestra tierra levantina en plena fase de horno asfixiante. Qué maravilla fue poner el pie fuera del tren con las temperaturas en todo su esplendor, en plena hora de la siesta; podías sentir la piel luchando por no derretirse y los pulmones buscando aire fresco en ese ambiente pesado y húmedo. Vale, me gusta dramatizar.
En el campo la cosa no estaba mucho mejor y nos duraría varios días, sin demasiado descanso tampoco por la noche. Al menos la visión de la naturaleza -algo desértica, pero naturaleza al fin y al cabo- lo hacía más llevadero. Lo malo es que el cumpleaños de mi padre coincidió con esta semana infernal y hubo que desechar por completo cualquier plan de hacer barbacoa fuera de casa.
Pero bueno, el calor murciano no nos pilla sorpresa y sabemos adaptarnos, así que comimos a base de tapeo marinero bien a salvo del exterior, y yo preparé un postre para disfrutar fresquito. Ahora que es fácil encontrar queso crema sin lactosa no me lo pienso dos veces, y así puedo hacer una tarta de queso a mi estilo, huyendo de las modas de cheesecakes y tartas medio crudas que se ven tanto hoy en día. Cada uno con sus gustos.
Además no me gusta demasiado la típica base de galletas trituradas con mantequilla. Así que empecé haciendo una especie de pâte sucrée no muy dulce y aumentando la proporción de almendra molida, que me pirra. Claro que el calor se ve que me atonta las neuronas y casi me la cargo.
Estaba yo tan feliz en pleno proceso tartil escuchando música y charlando con mi madre, cuando no se me ocurrió otra cosa que voltear la masa recién horneada en blanco para quitar unos granos de arroz que se habían salido del papel de hornear -utilicé arroz crudo como peso al no tener legumbres secas-. Y claro: desastre. La masa se suicidó rompiéndose en trozos y yo empecé a soltar culebras por la boca, frustada conmigo misma por la inutilidad. Intenté recomponer los pedazos, pero no había manera. Entonces me cabreé tanto que empecé a estrujarla a lo bruto, y casi la tiro a la basura. Pero me di cuenta de que se podía amalgamar...
Así que, echando mano de un poco de nata líquida sin lactosa que tenía abierta, forré el molde de nuevo con la masa desmigada, efectivamente, como si fuera la típica base de galletas. Pero sin serlo. Se humedeció un poco con el horneado del relleno, pero quedó bien rica. En fin, fue un momento de crisis tonto que por suerte terminó bien.
En cuanto al relleno, he adoptado la costumbre alemana de agregar a los rellenos de tartas de queso un sobre de "pudding", que en España sustituyo por el típico de "flanín". No es más que almidón de maíz con algo de azúcar y aroma, pero queda estupendo si se busca una buena consistencia. Se puede omitir y usar solo maizena, añadiendo más vainilla y/o azúcar a la mezcla. Ahora no recuerdo la marca que yo usé, es la única que había en la tienda del pueblo más cercano; sí sé que me dejó un colorcillo rojizo en el relleno. Detalles insignificantes.
Receta de tarta de queso a mi estilo con mase almendrada
Inspiración: las tartas de queso al estilo alemán/suizo
Ingredientes para un molde de unos 22 cm de diámetro
- 80 g de harina
- 75 g de almendra molida
- 1 buena pizca de sal
- 30 g de azúcar
- 1/4 cucharadita de esencia de vainilla
- 80 g de mantequilla sin sal fría y más para el molde
- 1 huevo
- 100 g de azúcar
- 600 g de queso crema atemperado
- ralladura de limón
- 1/4 cucharadita de esencia de vainilla
- 1 pizca de sal
- 3 huevos atemperados
- 1 sobre de pudding de vainilla/flanín/natillas (o 2 cucharadas de maizena)
- 100 ml de nata de cocina
- mermelada/compota de arándanos de calidad (mejor si es casera)
Es recomendable preparar la masa con antelación, mejor la víspera.
Colocar la harina, la almendra, la sal y el azúcar en un cuenco, mezclar con unas varillas y formar un pequeño hueco. Echar la mantequilla cortada en cubos pequeños y la vainilla, y trabajar hasta tener una textura de migas. Agregar el huevo y batir o mezclar lo justo hasta que se pueda amalgamar la masa. Formar un disco, envolver en plástico film y dejar en la nevera como mínimo 1 hora, o toda la noche.
Precalentar el horno a 200ºC y engrasar con mantequilla y harina tamizada un molde redondo, mejor si es de fondo desmontable. Estirar la masa y forrar el molde. Cubrir con papel de hornear, agregar peso -legumbres, arroz...- y hornear en blanco 10-12 minutos. Sacar con cuidado, quitar el papel y dejar enfriar.
Preparar el relleno batiendo el queso con el azúcar, el limón y la vainilla; añadir la sal y los huevos uno a uno, incorporar el sobre o la maizena y la nata, y batir ligeramente hasta tener una textura homogénea sin grumos. Llenar el molde con la masa ya fría y hornear a 180ºC unos 40 minutos, o hasta que esté cuajada al gusto.
Dejar enfriar antes de cubrir con mermelada o compota de arándanos al gusto, y reservar en frío en la nevera antes de servir. Está más rica pasadas unas cuantas horas, pero conviene no degustarla recién salida de la nevera, mejor dejar que se atempere un poco.
Inspiración: las tartas de queso al estilo alemán/suizo
Ingredientes para un molde de unos 22 cm de diámetro
- 80 g de harina
- 75 g de almendra molida
- 1 buena pizca de sal
- 30 g de azúcar
- 1/4 cucharadita de esencia de vainilla
- 80 g de mantequilla sin sal fría y más para el molde
- 1 huevo
- 100 g de azúcar
- 600 g de queso crema atemperado
- ralladura de limón
- 1/4 cucharadita de esencia de vainilla
- 1 pizca de sal
- 3 huevos atemperados
- 1 sobre de pudding de vainilla/flanín/natillas (o 2 cucharadas de maizena)
- 100 ml de nata de cocina
- mermelada/compota de arándanos de calidad (mejor si es casera)
Es recomendable preparar la masa con antelación, mejor la víspera.
Colocar la harina, la almendra, la sal y el azúcar en un cuenco, mezclar con unas varillas y formar un pequeño hueco. Echar la mantequilla cortada en cubos pequeños y la vainilla, y trabajar hasta tener una textura de migas. Agregar el huevo y batir o mezclar lo justo hasta que se pueda amalgamar la masa. Formar un disco, envolver en plástico film y dejar en la nevera como mínimo 1 hora, o toda la noche.
Precalentar el horno a 200ºC y engrasar con mantequilla y harina tamizada un molde redondo, mejor si es de fondo desmontable. Estirar la masa y forrar el molde. Cubrir con papel de hornear, agregar peso -legumbres, arroz...- y hornear en blanco 10-12 minutos. Sacar con cuidado, quitar el papel y dejar enfriar.
Preparar el relleno batiendo el queso con el azúcar, el limón y la vainilla; añadir la sal y los huevos uno a uno, incorporar el sobre o la maizena y la nata, y batir ligeramente hasta tener una textura homogénea sin grumos. Llenar el molde con la masa ya fría y hornear a 180ºC unos 40 minutos, o hasta que esté cuajada al gusto.
Dejar enfriar antes de cubrir con mermelada o compota de arándanos al gusto, y reservar en frío en la nevera antes de servir. Está más rica pasadas unas cuantas horas, pero conviene no degustarla recién salida de la nevera, mejor dejar que se atempere un poco.