Aunque no quiero emocionarme todavía, parece que el otoño va haciendo poco a poco su aparición... al menos por las noches refresca, aunque todavía tenga que huir del sol durante el día. Pero bueno, a pesar de todo
octubre es un mes de muchos cambios y que suele marcar el inicio o la vuelta de muchas cosas. Es un mes además que nos trae muchas fechas señaladas; cuando me quiera dar cuenta, estaremos ya en noviembre. Peero antes de eso hay que celebrar el cada vez más famoso
Día Mundial del Pan!
Pues sí, ya ha pasado otro año y nuestra buena anfitriona
zorra vuelve a hacer un llamamiento mundial para que amasemos, horneemos y sobre todo, disfrutemos de
buenos panes, y si son caseros mejor que mejor. Me hubiera gustado disponer de más tiempo para buscar y preparar algo realmente especial, pero entre unas cosas y otras, y con eso de que vuelvo a tener clases por las tardes, he tenido que apañármelas para dedicar unas horas a un buen pan. En realidad un pan sencillo como éste no cuesta nada, sólo se necesita tiempo por aquello de que hay que dejarlo crecer un par de veces... pero el esfuerzo realmente no es grande, y menos cuando compensa tanto tener un buen pan hecho por uno mismo durante varios días en casa : )
Todo el mundo a festejar la existencia del maravilloso pan, en sus infinitas variedades, formas, sabores y colores! Es un alimento maravilloso en todos los sentidos y me da pena que en algunos sitios se esté perdiendo la tradición de disfrutar de un buen pan a diario.
Por cierto, las harinas de este pan en concreto me las traje de Suiza, de agricultura biológica. Pero vamos, no tienen nada realmente especial que no se encuentre por aqui.
- 450 gr de harina de trigo
- 50 gr de harina de centeno
- 50 gr de harina de espelta
- 20 gr de levadura fresca
- 100 ml de agua tibia
- 1/2 cucharadita de azúcar
- 1 cucharadita de sal
- 2 cucharadas de salvado integral de trigo
- 40 gr de miel
- 200-250 ml de leche tibia
- 2-3 cucharadas de mezcla de semillas (pipas de calabaza, pipas de girasol, semillas de amapola, sésamo, lino oscuro y lino dorado)
Mezclar en un recipiente amplio las tres harinas con la sal y el salvado y formar un hueco. En un bol pequeño desmenuzar la levadura y mezclar con el agua tibia y el azúcar; espolvorear con un poco de harina y tapar con un paño. Dejar fermentar durante media hora en una zona cálida.
Incorporar la preparación a las harinas, añadir la miel y empezar a mezclar con una cuchara de madera; añadir poco a poco la leche. Será más fácil trabajarla ahora con las manos, así que volcar todo sobre una superficie limpia y mezclar hasta que esté homogéneo; corregir el punto de harina o leche dependiendo de si está muy seca o muy húmeda. Comenzar a amasar con energía, debe estar húmeda pero no pegajosa. Ir incorporando durante el amasado las semillas. Continuar durante unos 10 minutos, hasta obtener una masa homogénea, lisa, elástica y maleable. Cubrir las paredes y fondo de un gran recipiente con aceite de oliva; formar una bola con la masa y colocar dentro, dándole vueltas para que se impregne de aceite. Tapar con film y cubrir con uno o dos paños. Dejar levar unas 2 horas, hasta que doble su tamaño.
Cuando haya crecido, volcar sobre la superficie de trabajo, desinflar y amasar ligeramente unos minutos más. Darle forma de panecillo o de bola (yo formo un rectángulo aplanando la masa, hago un primer pliegue subiendo un tercio del extremo inferior y un segundo con el extremo superior, pasando por encima del primero, sellando bien las juntas). Colocar sobre una bandeja de horno cubierta con papel vegetal y pintar con aceite de oliva. Cubrir con film de nuevo y dejar levar 30 minutos más.
Precalentar el horno a 220ºC.
Pintar con leche tibia la superficie del pan y cubrir con unas cuantas semillas más. Hornear a media altura durante 45-50 minutos; la corteza debe quedar oscura y debería sonar hueco al dar unos golpecitos a la base del pan (usando manoplas, que quema!). La corteza quedará mejor si durante el horneado pulverizamos las paredes del horno con agua para crear humedad. Dejar enfriar totalmente antes de cortar en rebanadas.
--------------
- 450 gr white bread flour
- 50 gr rye flour
- 50 gr spelt flour
- 20 gr fresh yeast
- 100 ml warm water
- 1/2 teaspoon sugar
- 1 teaspoon salt
- 2 tablespoon wheat bran
- 40 gr honey
- 200-250 ml warm milk
- 2-3 tablespoons seeds mix
Mix the flours with the salt and bran in a big bowl, forming a hole in the center. In a separate small bowl, mix the yeast with the water and the sugar. Sprinkle some flour on top, cover and let rest for about 30 minutes.
Fold in the yeast in the flour mixture and the honey; add gradually the milk as needed to achieve a soft but no too sticky dough. Put the dough on a clean surface and knead by hand; add the seeds during the process. Continue kneading for 10 minutes, until smooth and elastic. Make a ball and place the dough into a lightly olive oil bowl. Cover and let rise in a warm place until doubled in size, for about 2 hours.
When the dough has risen, place it on a clean surface and knead again for about minutes. Give the shape you prefer and put on a tray covered with baking papel. Brush with oil, cover and let rise for 30 minutes more.
Preheat the oven to 220ºC.
Brush the dough with warm milk and sprinkle with more seeds. Bake in the middle of the oven for about 45-50 minute, until is dark brown and sounds hollow when thumped on the bottom. Water spray occasionally the oven walls to get a better crust. Let the bread to cool completely in a rack before cutting in slices.