21 abril, 2019

Galletas de zanahoria y miel - ¡Feliz Pascua!


Llego in extremis este año, pero no podía dejar de pasar una de mis festividades favoritas sin traer alguna receta relacionada en su honor. Ya he explicado en otras ocasiones que en mi infancia la Semana Santa era sinónimo de vacaciones en el campo con los abuelos que venían de Suiza cargados de toda la parafernalia pascual de allí. Por eso me trae más nostalgia la Pascua europea en la que las zanahorias, el conejo y los huevos decorados y de chocolate juegan un papel protagonista. Así que hoy traigo unas sencillas galletas de zanahoria, para repetir durante todo el año.

Confieso estar algo desanimada porque me había hecho unas mínimas ilusiones de vacaciones que no se están cumpliendo. De hecho, diversos incidentes imprevistos han ido ennegreciendo un poquitín más cada día de las fiestas. Tonterías, realmente, pero que me han pillado en horas bajas y que, sumando, sumando, han terminado por explotar. Especialmente porque ayer fue mi cumpleaños y ese día tengo el nivel de melancolía por las nubes, con la sensibilidad interna a flor de piel.


Vamos, que no ha sido el mejor cumpleaños de mi vida, para resumirlo. Planes que se van al garete, regalos que se rompen y no tienen solución por pura torpeza, desastres culinarios, familiares lejanos, un horno que decidió jubilarse por anticipado sin avisar... Pero bueno, sé que si no estuviera ahora mismo en un estado emocional irregular -influenciado, me temo, por el descontrol hormonal que tengo, qué divertidas las hormonas, ¿verdad?- no me habría tomado las cosas tan a la tremenda.

¿Por qué nos empeñamos a veces en hundirnos en nuestra propia miseria cuando son muchas más las cosas positivas que nos rodean? La complejidad humana no sé si es fascinante o, simplemente, un incordio contradictorio destinado a extinguirse por sí mismo.

En fin, que me voy por las ramas y no quería traer negatividad a este post. Que yo hoy pretendía centrarme en esos bonitos recuerdos alegres de Semana Santa, con la búsqueda de chocolates por el jardín del campo, pintando huevos, disfrutando de un pan especial el domingo de Pascua, preparando las Fiestas de Primavera, organizando excursiones y pequeños viajes en familia. Y compartiendo postre de cumpleaños, que este año he tenido que improvisar tras la debacle del horno.


Al final mi pastel-sin-horno de cumple quedó rico y me quitó el mal sabor de boca que tenía ayer; anoté bien la receta para compartirla por aquí pronto. Y para guardarla, porque se va a quedar como un nuevo clásico en mi recetario personal; ¡hay que sacar cosas positivas de todo! Y cuando vuelva a prepararla dentro de muchos años, recordaré este día ya con una sonrisa nostálgica. "¿Recuerdas cuando se calcinaron las galletas de Pascua aquel año y nos quedamos sin tarta?".

Las galletas las horneé en Madrid para dejar algo dulce al elfo, y que probablemente nuestro gato Lito estaría encantado de compartir. Ahora no recuerdo de dónde me vino la inspiración exactamente, pero hay miles de versiones de carrot cake cookies por las redes. La versión original sí sé que incorporaba pasas y nueces, pero el elfo está en contra de cualquier tropezón que no sea chocolate. Yo os recomiendo añadir todos los frutos secos que os apetezcan. Y si estáis muy golosos, un glaseado de azúcar glasé y limón, o una crema de queso sencilla, le irían de muerte.

Receta de galletas de zanahoria y miel
Inspiración: recuerdos de Pascua y recetarios anglosajones
Ingredientes para unas 25-30 unidades

- 100-110 g de zanahoria rallada (aproximadamente)
- ralladura de naranja o limón (al gusto)
- 125 g de mantequilla sin sal atemperada
- 100 g de azúcar moreno
- 60 ml de miel
- 2 huevos a temperatura ambiente
- 125 g de harina de repostería
- 125 g de harina de espelta integral (o trigo)
- 1 cucharadita de levadura química (impulsor)
- 1/2 cucharadita de esencia de vainilla
- 1 cucharadita de canela molida
- 1/2 cucharadita de cardamomo molido (opcional)
- 1 pizca de nuez moscada recién rallada
- 1/2 cucharadita de sal
- pasas de corinto, sultanas o/y nueces picadas al gusto

Precalentar el horno a 180ºC y preparar un par de bandejas con papel sulfurizado, láminas antiadherentes, o lo que uséis normalmente. Procurar que la mantequilla y los huevos estén atemperados.

Lavar, secar y pelar ligeramente las zanahorias. Rallar finas hasta tener unos 100-110 g y mezclar con la ralladura de naranja o limón. Reservar aparte, tapándolas.

Batir la mantequilla cortada en cubos con una batidora de varillas hasta dejarla un poco cremosa. Agregar el azúcar moreno y batir un par de minutos para que quede esponjoso. Incorporar la miel, batir más, y echar los huevos de uno en uno, batiendo un poco en cada adición.

Agregar todos los ingredientes secos y batir a velocidad baja hasta tenerlos bien incorporados. Rebañar las varillas y echar la zanahoria, mezclando una espátula o lengüeta. Añadir también las pasas o frutos secos que se deseen, en su caso.

Una vez tengamos una masa homogénea, tomar porciones del tamaño de una nuez con una cucharilla y repartir porciones redondeadas en las bandejas. Podemos darles forma de bolita con las manos humedecidas, y luego aplastarlas un poco con un tenedor.

Hornear una bandeja cada vez durante unos 12-15 minutos, vigilándolas porque dependerán del tamaño y del tipo del horno. Cuando empiecen a dorarse de más los bordes, estarán más que listas. Dejar enfriar completamente sobre una rejilla antes de servir, guardar o decorar al gusto.


¡Frohe Ostern! Que disfrutéis del lunes de Pascua los afortunados que tengáis festivo; y de Sant Jordi, en su caso. En Murcia ya sabéis que tenemos otra semana de fiestas por delante.
¿Saldrá el sol?
15 abril, 2019

Pastel de queso fresco, yogur, avena y fresas: una receta ligera y rica en proteínas (el intraducible Quarkauflauf)


He llamado "pastel" a esta receta de queso fresco, yogur. avena y fresas porque, sinceramente, no sé cómo traducir el término Auflauf alemán. En cocina se refiere a algo horneado o gratinado, aunque en este caso realmente no estamos gratinando nada. Sería algo parecido al casserole de los estadounidenses, que también es algo que se hornea, en este caso casi siempre salado. Mi receta creo que se parece más a un pastel y así se queda -lo de definir exactamente "pastel" y sus supuestas diferencias con una tarta lo dejamos para otro día-.



Hoy va a ser un día largo porque mañana POR FIN salgo para Murcia a pasar allí el resto de Semana Santa, mi cumpleaños, las Fiestas de Primavera y, ya de paso, para votar. Un completo, vaya, así ha coincidido este año el calendario. Lo cierto es que necesito este paréntesis como agua de mayo, a lo tonto son ya más de cuatro meses sin pasar por mi tierra y, sobre todo, sin ver a la familia. Y me he dado cuenta de que me hace mucha, mucha falta escaparme por unos días.



Mi único plan es pintar huevos, decorar la casa con cosas de Pascua y hornear y cocinar todo lo que pueda en familia. Y disfrutar como nunca de los platos de mi madre, de Murcia en primavera, de las procesiones, de las fiestas y de la comida huertana. Pasaré calor, eso ya me lo temo, pero al menos me servirá de entrenamiento para afrontar el inminente verano sin tanto susto.

Ojalá llueva un poco, me gustan tanto la lluvia de primavera en Murcia, es como catárquica... que no quiero estropear las fiestas a nadie, pero, sinceramente, la tierra lo necesita. Es poco probable que caiga agua otra vez hasta finales de verano, así que mejor agradecer lo que pueda venir en las próximas semanas. No sería la primera vez que hemos pasado un Bando de la Huerta mojado o que hemos enterrado a la Sardina bajo una cortina de lluvia. Hay una foto mía vestida de huertana con el refajo chorreando que lo demuestra.



Volviendo a la receta, este Auflauf es un poco una limpieza de nevera que improvisé hace unos días para ir dando salida a productos que no podía dejar en la nevera, porque el elfo no se los iba a tomar. La mezcla básica es simple y bien conocida en la blogosfera germanoparlante: queso quark/yogur o similar, huevos, fruta y algún toque de cereal. La textura es jugosa y esponjosa, recordando a un clafoutis algo más rústico y, sobre todo, más grueso, más "mordible". Y es muy popular porque resulta tremendamente sencillo crear una versión fit, lowcarb o healthy. A mí me interesa porque es rico en proteínas, saciante y nutritivo sin resultar un golpe al estómago.



Yo no he añadido nada de azúcar ni edulcorante; me gusta el sabor puro de los lácteos y las fresas bien dulces y aromáticas hacen casi todo el trabajo. Así tengo un "pastel" que me apetece tanto para desayunar como para tomar de postre o merienda, o incluso para cenar una buena porción si he salido a correr tarde, perfecto para recuperar. Ya haré una versión no-tan-sana para convertirlo en un postre como los dioses mandan, que a mi padre estas cosas le gustan mucho.


Pastel de queso fresco, yogur, avena y fresas - Quarkauflauf
Inspiración: la cocina germano-suiza y la primavera
Ingredientes para unas 4-6 raciones

- 2 huevos
- 75 g de claras de huevo
- 450 g de queso fresco batido desnatado o quark desnatado
- 150 g de yogur skyr natural o griego (griego de verdad)
- 75 g de azúcar o edulcorante equivalente (opcional, yo no puse nada)
- ralladura de naranja
- 1/2 cucharadita de esencia de vainilla
- 1/2 cucharadita de cardamomo molido
- 1/4 cucharadita de sal
- 100 g de harina de avena
- 20 g de copos de avena finos
- 500 g de fresas o fresones bien dulces
- almendras crudas en bastones o laminadas al gusto
- un poco de mantequilla o aceite para engrasar el molde

Precalentar el horno a 175º C y engrasar ligeramente un molde de tamaño medio, que sea de pareces altas, como para gratinar pasta o algo así. Lavar y secar con suavidad las fresas, cortar los rabitos y trocear en piezas de tamaño medio, un poco a ojo. Cuando más pequeñas, más se integrarán en la masa. Yo pesé los 500 g una vez cortadas. Reservar.

Batir en un recipiente mediano los huevos con las claras hasta que casi tripliquen el volumen. Añadir el queso fresco y el yogur escurridos, el azúcar si lo usamos y la ralladura de naranja, la vainilla, el cardamomo y la sal. Volver a batir un poco.

Incorporar la harina de avena previamente tamizada con los copos y el bicarbonato. Si quedaran grumos secos, usar unas varillas. Echar por último las fresas y mezclar con movimientos envolventes, hasta que queden bien integradas.

Llenar el molde y cubrir con almendras al gusto. Hornear durante unos 50-60 minutos, girando el molde si fuera necesario a mitad de la cocción para que se dore por igual. En los últimos 10 minutos, subir el nivel de la rejilla para que se gratine más por arriba; si se dora demasiado, cubrir con papel de aluminio. Al pinchar el centro con una brocheta debe salir solo ligeramente húmeda.

Dejar enfriar completamente antes de servir. Si lo dejamos reposar unas horas en la nevera ganará en consistencia, con una textura más firme y los sabores más asentados. En cualquier caso, conservar siempre en frío buen tapado.


Si ya estáis de vacaciones, ¡que disfrutéis mucho! Y en caso contrario... ¡ánimo que queda poco!
05 abril, 2019

Cuscús de coliflor para los que odian (y los que aman) la coliflor


Mis aventuras con la coliflor no empezaron bien. Los recuerdos que tengo más lejanos son difusos, pero me remiten a una de las primeras decepciones infantiles que experimenté en la tierna infancia. El problema es que mi madre me dio a probarla vestida de una generosa capa de bechamel y queso; ese gratinado olía de maravilla al salir del horno y a mí me recordaba a la pasta, pero la decepción llegó al encontrarme con los ramilletes de col debajo. No quise saber más de esta verdura en un tiempo.

Algunos años más tarde descubrí que las coles son un mundo maravilloso de sabor y posibilidades si se las trata bien. Nada de hervirlas y recocerlas hasta que pierden su alma -y nutrientes-, llenando la cocina de olor poco agradable. Y, aunque admiten salsas, gratinados y casi todo lo que se nos ocurra, tampoco hay que disfrazarlas para ocultar sus cualidades, al contrario: hay que potenciarlas.



Cuando empecé a interesarme por la cocina aprendí que las coles se pueden preparar sin necesidad de cocción previa en agua o vapor; asarlas siempre es una gran idea con resultados deliciosos y saltearlas o cocinarlas a la plancha también hace milagros con ellas. Y el día que me encontré con la maravillosa técnica del "cuscús" de coliflor, fui un poco más feliz.

No sé por qué parece que ahora se le llama "colirroz"; no veo el grano de arroz por ninguna parte, así que seguiré llamándolo cuscús -¿cous-cous?-. Con una picadora, procesador de alimentos o trituradora se hace en un momento, pero también es fácil lograr esa textura a cuchillo o con un rallador. Los troncos y hojas los guardo para cremas de verduras o para asarlas con más vegetales, y el cuscús lo preparo un poco a ojo, añadiendo muchas especias y frutos secos.

Está rico caliente, templado o frío, recién hecho o al día siguiente, admite tupper y mil acompañamientos. Además se puede usar como relleno de verduras o incluso empanadillas, pasteles de hojaldre o masa filo, rollitos, fajitas... Y ningún hater de las coles podrá quejarse de olores fuertes en el ambiente. Mi truco especial para que el elfo, que odia las coles, no proteste, es añadir una buena cantidad de aderezos picantes. Y tan feliz.




Receta de cuscús de coliflor con frutos secos
Inspiración: la cocina marroquí y mi gusto personal
Ingredientes para 2-4 personas

- 1 coliflor hermosa
- 1 cebolleta
- 1 trocito de jengibre fresco
- 1 trocito de cúrcuma fresca (opcional)
- 1 cucharadita de comino en grano
- 1 cucharadita de cilantro en grano
- 1 cucharada de ras el hanout (o al gusto)
- ajo granulado
- pimienta negra
- sal
- pasas de corinto
- almendras crudas picadas
- anacardos crudos
- semillas de lino
- semillas de amapola
- pipas de calabaza
- 1 cucharadita de vinagre de manzana
- 1 limón
- sésamo tostado
- perejil o cilantro fresco

Cortar la coliflor sacando los floretes. Yo desde que descubrí esta técnica mi vida es otra mucho más alegre. Guardar los tallos y hojas grandes para otra preparación y lavar y escurrir bien los ramilletes. Lavar también el perejil o cilantro.

Picar a cuchillo, rallar fino o triturar con una picadora, procesador de alimentos o trituradora, hasta dejar textura de granillo fino, como cuscús. Picar la cebolleta muy fina o triturarla aparte. Reservar. Pelar el trocito de jengibre y de cúrcuma -si tenemos- y picar finos. La cantidad, al gusto.

Calentar un poco de aceite de oliva en una sartén o cazuela ancha y dorar a fuego medio-bajo el jengibre, la cúrcuma, el comino y el cilantro en grano. Cuando esté bien aromático, añadir la cebolleta, una pizca de sal, el ras el hanout y ajo granulado. Incorporar las pasas y todas las semillas y frutos secos, salvo el sésamo tostado. Saltear bien el conjunto para que cojan aroma unos minutos.

Incorporar finalmente la coliflor y remover muy bien. Salpimentar y mezclar constantemente para que no se apelmace. Añadir un poco de vinagre y el zumo de limón y su ralladura. Saltear a fuego vivo para que suelte su agua y vaya quedando una textura seca. Hacia el final, añadir perejil o cilantro picado, el sésamo y un golpe de pimienta negra.

Servir como guarnición, primer plato, a modo de ensalada, con algún huevo, o como más apetezca.


Menos mal que el "invierno tardío" de abril está compensado a la "primavera adelantada" de febrero-marzo. En realidad las primeras semanas de primavera ya sabemos que son muy inestables, pero los medios siguen repitiendo estas palurdeces año tras año. El caso es que el verano será muy largo y nos hace mucha falta que llueva y se refresque y ventile el ambiente. Así que, a disfrutar del fin de semana bien cobijados. Yo tendré al horno trabajando 😊.
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