Ahora mismo tengo levando una masa de pan que intuyo que no tardará mucho en estar lista. Otro punto negativo para el verano es que las masas y los panes sufren mucho, pobrecitos, les va mejor el frío - a pesar de que nosotros queramos meterles prisa para levar -. Pero disfrutar de mi querido pan a lo largo del día me da ánimos y energía para aguantar estos calores, así que merece la pena el esfuerzo de amasar y hornear. Mi masa madre esta más en forma que nunca y me dará pena dejarla en agosto solita en Madrid, pero mientras tanto la tengo bien ocupada. Además tengo una nueva receta favorita para aprovechar los excesos que tenemos a veces, tortitas o crumpets de masa madre.
Estas tortitas son una versión rapidísima y facilísima, ideal para un desayuno rápido, merienda o un almuerzo estilo brunch en casa. Son más bien crumpets, la "tortita británica", que se diferencia por usar levadura de panadería y sus característicos agujeritos en la parte superior. Estas tortitas van a medio camino entre el pancake clásico y el crumpet genuino, y si queréis recetas de tortitas de masa madre de verdad os recomiendo visitar a La Flor del Calabacín y a El Invitado de Invierno.
Eso sí, hay que prepararlas con masa madre bien activa, recién refrescada y burbujeante. Por curiosidad probé a hacerlas con masa madre durmiente de la nevera pero el resultado no es nada recomendable - aunque era obvio, pero tenía que probarlo -. Puesto que las he preparado con leche vegetal - la receta original usa de coco -, y no lleva huevos, es además una receta apta para veganos. Aunque yo trato a mi masa madre como un bichito con vida propia, son ya varios años con ella y siempre me hace mucha ilusión ver cómo crece tan contenta cuando la alimento.
Tortitas o crumpets de masa madre veganas
Ingredientes para unas 3-5 tortitas
Receta ligeramente adaptada de At Down Under
- 190 g de masa madre bien activa
- 50 ml de leche de almendras
- 1 cucharadita de azúcar vainillado
- 1/2 cucharadita de bicarbonato
- 1 pizca de sal
Mezclar todos los ingredientes en una jarra, con unas varillas, hasta tener una masa sin grumos. Engrasar ligeramente y calentar una buena sartén antiadherente o plancha. Echar una porción de la masa, dándole forma redondeada.
Bajar el fuego a una temperatura media y dejar cocinar hasta que salgan burbujas. Dar la vuelta con cuidado y cocinar por el otro lado un par de minutos más. Retirar y repetir con el resto de la masa.
Servir inmediatamente con mermelada, miel, sirope, mantequilla, fruta, o lo que más apetezca. Calentitas es como más ricas están.
Por el otro lado tienen el aspecto de una tortita normal, pero me encantan esas burbujitas :).
¡Feliz semana!
20 julio, 2015
12 julio, 2015
Muffins integrales de espelta con cerezas y semillas de amapola - Dormir, esa utopía veraniega
En la mayoría de España llevamos encadenando una ola de calor asfixiante tras otra - bendito norte y benditas islas Canarias, disfrutad de vuestra tierra -, pero seguro que, como yo, no podéis dejar de hornear. En casa sólo comemos cosas frescas y más o menos ligeras, pero el horno hay que encenderlo alguna vez, por ejemplo para preparar estos muffins integrales de espelta con cerezas y semillas de amapola. Eso sí, el día que los horneé aproveché también para hacer pan y galletas, todo antes de las 11 de la mañana.
Lo que peor llevo de todo es que al mal humor general que me entra por el calor, se suma lo poco y mal que estoy durmiendo. Para mantener una buena hidratación - fundamental si se sufren migrañas y cefaleas constantes, como es mi caso -, bebo mucha agua, y entonces me despierto de madrugada con la vejiga a punto de estallar. Mal, porque volver a la cama supone volver a un horno. En cualquier caso, me despierto siempre antes del amanecer y ya no consigo conciliar el sueño.
Anoche se sumó a la fiesta del insomnio una nueva trama, con un invitado especial: un bicho, probablemente una araña, que me picó - creo -, en la boda a la que fuimos hace ya dos semanas. Me levanté con dos ronchas muy raras y llamativas en un muslo, pero curiosamente ni me dolía, ni picaba ni nada. Fueron disminuyendo de tamaño los días siguientes, hasta casi desaparecer, pero ayer, de repente, volvieron. Y por todo lo grande. Tengo dos huevos rojos en la pierna que pican como demonios. Tengo una crema, pero se ve que por la noche pasó el efecto y me rasqué en sueños, porque a las 3 de la madrugada me desperté con un ardor en el muslo insoportable. Vaya nochecita.
Muffins integrales de espelta con cerezas y semillas de amapola
Receta ligeramente basada en Wholefood Baking
Ingredientes para 10 muffins de buen tamaño o 12 medianitos
- 250 g de leche de soja
- 1 cucharadita de vinagre de manzana
- 1/2 cucharadita de esencia de vainilla
- 75 g de mantequilla sin sal
- 1 huevo L
- 130 g de harina blanca de espelta
- 145 g de harina integral de espelta
- 1/2 cucharadita de sal
- 1 cucharadita de bicarbonato sódico
- 1 y 1/2 cucharaditas de levadura química (impulsor)
- 75 g de panela o azúcar moreno
- 2 cucharadas de semillas de amapola
- cerezas al gusto (blancas en mi caso, regalo de una amiga de mi suegra)
Precalentar el horno a 180ºC y preparar una bandeja para muffins, engrasándola o colocando moldes adecuados. Derretir la mantequilla y dejar enfriar un poco. Mezclar la leche de soja con el vinagre y dejar reposar.
Disponer en un recipiente mediano las harinas con la sal, el bicarbonato, la levadura, la panela o azúcar y las semillas de amapola. Mezclar todo con unas varillas para deshacer los grumos, y formar un hueco en el centro.
Batir la leche de soja con la vainilla, la mantequilla y el huevo. Añadir a los ingredientes secos y trabajar la masa con movimientos suaves, hasta dejarla homogénea y sin rastros secos. Agregar cerezas troceadas al gusto e incorporarlas bien.
Llenar 2/3 de los moldes y coronar con unas cerezas y un poco de azúcar extra (opcional). Hornear durante unos 18-23 minutos, o hasta que al pinchar un palillo salga limpio. Espera un par de minutos fuera del horno antes de desmoldar y dejar enfriar completamente sobre una rejilla.
-----
Ay, qué difícil es resistir las ganas de rascarse cuando te pica como mil demonios.
¡Disfrutad del domingo!
Lo que peor llevo de todo es que al mal humor general que me entra por el calor, se suma lo poco y mal que estoy durmiendo. Para mantener una buena hidratación - fundamental si se sufren migrañas y cefaleas constantes, como es mi caso -, bebo mucha agua, y entonces me despierto de madrugada con la vejiga a punto de estallar. Mal, porque volver a la cama supone volver a un horno. En cualquier caso, me despierto siempre antes del amanecer y ya no consigo conciliar el sueño.
Anoche se sumó a la fiesta del insomnio una nueva trama, con un invitado especial: un bicho, probablemente una araña, que me picó - creo -, en la boda a la que fuimos hace ya dos semanas. Me levanté con dos ronchas muy raras y llamativas en un muslo, pero curiosamente ni me dolía, ni picaba ni nada. Fueron disminuyendo de tamaño los días siguientes, hasta casi desaparecer, pero ayer, de repente, volvieron. Y por todo lo grande. Tengo dos huevos rojos en la pierna que pican como demonios. Tengo una crema, pero se ve que por la noche pasó el efecto y me rasqué en sueños, porque a las 3 de la madrugada me desperté con un ardor en el muslo insoportable. Vaya nochecita.
Muffins integrales de espelta con cerezas y semillas de amapola
Receta ligeramente basada en Wholefood Baking
Ingredientes para 10 muffins de buen tamaño o 12 medianitos
- 250 g de leche de soja
- 1 cucharadita de vinagre de manzana
- 1/2 cucharadita de esencia de vainilla
- 75 g de mantequilla sin sal
- 1 huevo L
- 130 g de harina blanca de espelta
- 145 g de harina integral de espelta
- 1/2 cucharadita de sal
- 1 cucharadita de bicarbonato sódico
- 1 y 1/2 cucharaditas de levadura química (impulsor)
- 75 g de panela o azúcar moreno
- 2 cucharadas de semillas de amapola
- cerezas al gusto (blancas en mi caso, regalo de una amiga de mi suegra)
Precalentar el horno a 180ºC y preparar una bandeja para muffins, engrasándola o colocando moldes adecuados. Derretir la mantequilla y dejar enfriar un poco. Mezclar la leche de soja con el vinagre y dejar reposar.
Disponer en un recipiente mediano las harinas con la sal, el bicarbonato, la levadura, la panela o azúcar y las semillas de amapola. Mezclar todo con unas varillas para deshacer los grumos, y formar un hueco en el centro.
Batir la leche de soja con la vainilla, la mantequilla y el huevo. Añadir a los ingredientes secos y trabajar la masa con movimientos suaves, hasta dejarla homogénea y sin rastros secos. Agregar cerezas troceadas al gusto e incorporarlas bien.
Llenar 2/3 de los moldes y coronar con unas cerezas y un poco de azúcar extra (opcional). Hornear durante unos 18-23 minutos, o hasta que al pinchar un palillo salga limpio. Espera un par de minutos fuera del horno antes de desmoldar y dejar enfriar completamente sobre una rejilla.
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Ay, qué difícil es resistir las ganas de rascarse cuando te pica como mil demonios.
¡Disfrutad del domingo!
04 julio, 2015
El mejor café con hielo - HEMC #68 - Agita, mezcla!
Me chifla el café. Desde pequeñita me peleaba con mi hermano por pillar las últimas gotitas que quedaban en el fondo de los vasos de mis padres, y me encantaba oler la cafetera recién hecha de mi madre cada mañana. No recuerdo cuándo empezaron a dejarme tomar café, pero sí que mi padre padre me lo hubiera permitido mucho antes. "En mi casa tomábamos café con la leche desde críos y no pasaba nada", pero mi querida madre no estaba muy convencida de sus argumentos.
Claro que me gusta el café bueno y bien preparado. No hay cosa que me de más rabia que un mal café, y en nuestro país por desgracia abunda en locales de todo tipo, como si lo cobraran barato. Por suerte eso empieza a cambiar, al menos en Madrid cada vez hay más cultura de buen café. Porque a mí me gusta solo, sin azúcar, y ahí es cuando descubres si el hostelero usa natural o torrefacto, si está rancio, si la cafetera está sucia o si no respetan las temperaturas.
Sí, soy de las que prefieren el café caliente como el infierno y negro como el diablo, por eso lo paso mal en verano. Llevo varios días sin ganas de café por las mañanas, ¡yo! Malditas olas de calor. Pero mi café de media tarde no lo puedo perdonar, sobre todo porque por culpa de ese calor tengo la energía por los suelos a la hora de la siesta. ¿Y cómo tomar un café sin subir - más - la temperatura corporal? Café con hielo, claro :).
Tengo buenos recuerdos del café con hielo. Cuando éramos niños y llegaba el calorcico a Murcia, pásabamos las tardes en el parque-plaza que había delante del cole, donde las madres se instalaban en la terraza de la cafetería que allí había. Algunas veces nos permitía tomar un helado - con predilección por el Drácula - mientras ella disfrutaba de su café con hielo.
Años más tarde me ayudó mucho en las tardes y noches de estudio universitario, aunque una vez me pasé cargando la cafetera y... bueno, digamos que me pasé más tiempo en el baño que con los libros, ejem.
Y es que descubrí que el café con hielo también está rico, aunque sean dos cosas totalmente diferentes. Para que me guste de verdad, tiene que ser buen café, bien preparado y potente, y ha de servirse realmente frío. Este verano me he aficionado a una forma muy sencilla de prepararlo, que para mí es el mejor café con hielo casero, simple pero efectivo y delicioso.
Con esta receta participo en el HEMC #68 - Agita, mezcla! que organiza Cris de LeBonVivant.
El mejor café con hielo
Ingredientes con cantidades según las raciones
- 1 cafetera preparada de café natural (puede ser descafeinado)
- azúcar o edulcorante al gusto (yo no le pongo)
- corteza de limón o una rama de canela para aromatizar (opcional)
- leche al gusto
Preparar una buena cafetera bien cargada de café de calidad, natural y lo más fresco posible. Endulzar al gusto. Si queremos darle un toque de aroma a limón o canela, añadirlo al café mientras se enfría y luego retirar.
Llenar una cubitera con el café ya enfriado y congelar hasta que se solidifique. Lo mejor es aprovechar y preparar una buena cantidad para tener de sobra en el congelador.
Cuando queramos disfrutar de nuestro café con hielo, echar unos cuantos cubitos en un vaso o copa - unos 4-6 está bien, dependiendo de nuestra tolerancia y del tamaño de los cubitos - y llenar con leche. Remover y dejar que los cubitos se vayan fundiendo poco a poco en la leche.
¡Facilísimo! No más café con hielo aguado :-).
Me encantaría hacer un montón de cosas este fin de semana, pero tras el calorazo de la boda el sábado pasado, y viendo que tenemos otra maldita ola de calor encima, me temo que lo pasaré enclaustrada en casa.
Claro que me gusta el café bueno y bien preparado. No hay cosa que me de más rabia que un mal café, y en nuestro país por desgracia abunda en locales de todo tipo, como si lo cobraran barato. Por suerte eso empieza a cambiar, al menos en Madrid cada vez hay más cultura de buen café. Porque a mí me gusta solo, sin azúcar, y ahí es cuando descubres si el hostelero usa natural o torrefacto, si está rancio, si la cafetera está sucia o si no respetan las temperaturas.
Sí, soy de las que prefieren el café caliente como el infierno y negro como el diablo, por eso lo paso mal en verano. Llevo varios días sin ganas de café por las mañanas, ¡yo! Malditas olas de calor. Pero mi café de media tarde no lo puedo perdonar, sobre todo porque por culpa de ese calor tengo la energía por los suelos a la hora de la siesta. ¿Y cómo tomar un café sin subir - más - la temperatura corporal? Café con hielo, claro :).
Tengo buenos recuerdos del café con hielo. Cuando éramos niños y llegaba el calorcico a Murcia, pásabamos las tardes en el parque-plaza que había delante del cole, donde las madres se instalaban en la terraza de la cafetería que allí había. Algunas veces nos permitía tomar un helado - con predilección por el Drácula - mientras ella disfrutaba de su café con hielo.
Años más tarde me ayudó mucho en las tardes y noches de estudio universitario, aunque una vez me pasé cargando la cafetera y... bueno, digamos que me pasé más tiempo en el baño que con los libros, ejem.
Y es que descubrí que el café con hielo también está rico, aunque sean dos cosas totalmente diferentes. Para que me guste de verdad, tiene que ser buen café, bien preparado y potente, y ha de servirse realmente frío. Este verano me he aficionado a una forma muy sencilla de prepararlo, que para mí es el mejor café con hielo casero, simple pero efectivo y delicioso.
Con esta receta participo en el HEMC #68 - Agita, mezcla! que organiza Cris de LeBonVivant.
El mejor café con hielo
Ingredientes con cantidades según las raciones
- 1 cafetera preparada de café natural (puede ser descafeinado)
- azúcar o edulcorante al gusto (yo no le pongo)
- corteza de limón o una rama de canela para aromatizar (opcional)
- leche al gusto
Preparar una buena cafetera bien cargada de café de calidad, natural y lo más fresco posible. Endulzar al gusto. Si queremos darle un toque de aroma a limón o canela, añadirlo al café mientras se enfría y luego retirar.
Llenar una cubitera con el café ya enfriado y congelar hasta que se solidifique. Lo mejor es aprovechar y preparar una buena cantidad para tener de sobra en el congelador.
Cuando queramos disfrutar de nuestro café con hielo, echar unos cuantos cubitos en un vaso o copa - unos 4-6 está bien, dependiendo de nuestra tolerancia y del tamaño de los cubitos - y llenar con leche. Remover y dejar que los cubitos se vayan fundiendo poco a poco en la leche.
¡Facilísimo! No más café con hielo aguado :-).
Me encantaría hacer un montón de cosas este fin de semana, pero tras el calorazo de la boda el sábado pasado, y viendo que tenemos otra maldita ola de calor encima, me temo que lo pasaré enclaustrada en casa.
01 julio, 2015
Galletas de almendra con harina de garbanzos y chips chocolate
Ayer emprendí una actividad de alto riesgo. Encendí el horno. Y lo tuve en marcha toda la mañana. En esta casa da igual el calor que haga, siempre hay pan en la despensa, y siempre que puedo es casero. Así que, como la última barra murió en acto de servicio, necesitaba hornear, y ya que me ponía pues preparé galletas y muffins. Eso sí, al terminar encendí el aire acondicionado para recuperar una temperatura habitable y corrí a la ducha. Las galletas no eran estas que os traigo hoy, de almendra con harina de garbanzos y chips de chocolate, pero os aseguro que también merecen arriesgar la integridad física encendiendo el horno.
Revisando mi galería en Flickr me di cuenta de que estas delicias se habían quedado perdidas, las pobres, sin ver la luz. Con lo ricas que estaban. Así que de hoy no pasa, que no es mala manera empezar el mes de julio con un bocado dulce y energético para afrontar esta interminable ola de calor. Lo que peor llevo son las horas de sueño, me despierto muuuuy temprano acaloradísima y si quiero salir a correr, tengo que hacerlo bien pronto para evitar insolaciones. Menos mal que poquico a poco el sol se acuesta cada vez antes.
Estas pastas las horneé un día que tenía ganas de galletas, así que revisé la 'To Do List - Sección Galletas' y en ese momento me fascinaron las imágenes del post de Hortus Natural Cuisine. Son tan otoñales, tan campestres, tan hogareñas... Ahora me metería en esas fotos sin dudarlo - sale un gato, además -, pero mientras habrá que conformarse con evocar temperaturas más frescas a través de la cocina. Lo bueno de las galletas es que luego las puedes disfrutar con un vaso bien frío de leche, o de café con hielo, o cualquier otra cosa que no te abrase la garganta.
Al final tuneé bastante la receta, probando a añadir harina de garbanzos para hacerlas más nutritivas y con un toque de chocolate negro. Salieron unas galletas crujientes, con un sabor ligeramente a notas tostadas que me encantó, y aguantaron muy bien varios días en una caja metálica. Se puede prescindir del chocolate o cambiarlo por frutos secos.
Galletas de almendra con harina de garbanzos y chips de chocolate
Receta adaptada de Hortus Natural Cuisine
Ingredientes para unas 30-40 galletas, dependiendo del tamaño
- 65 g de mantequilla sin sal a temperatura ambiente
- 2 huevos L
- 190 g de azúcar moreno
- 1 cucharadita de esencia de vainilla o 1 sobre de azúcar vainillado
- 100 g de almendra molida
- 100 g de harina integral
- 50 g de harina de garbanzos
- 1/2 cucharadita de sal
- 1 cucharadita de levadura química
- 1 cucharadita de bicarbonato sódico
- chips de chocolate
Batir los huevos con el azúcar moreno. Añadir la mantequilla blanda, el azúcar vainillado o esencia de vainilla, y batir un poco más. Añadir la almendra, las harinas, la sal, la levadura y el bicarbonato, y mezclar hasta tener una masa más o menos homogénea. Agregar el chocolate y remover hasta distribuirlo bien. Tapar con film y dejar enfriar en la nevera una hora.
Precalentar el horno a 180ºC y preparar un par de bandejas. Tomar porciones de masa, formar bolitas de unos 2.5 cm de diámeto y colocarlas algo separadas unas de otras. Aplastarlas ligeramente. Hornear durante unos 15-20 minutos, hasta que estén bien tostaditas. Esperar un poco fuera del horno y dejar enfriar completamente sobre una rejilla.
Revisando mi galería en Flickr me di cuenta de que estas delicias se habían quedado perdidas, las pobres, sin ver la luz. Con lo ricas que estaban. Así que de hoy no pasa, que no es mala manera empezar el mes de julio con un bocado dulce y energético para afrontar esta interminable ola de calor. Lo que peor llevo son las horas de sueño, me despierto muuuuy temprano acaloradísima y si quiero salir a correr, tengo que hacerlo bien pronto para evitar insolaciones. Menos mal que poquico a poco el sol se acuesta cada vez antes.
Estas pastas las horneé un día que tenía ganas de galletas, así que revisé la 'To Do List - Sección Galletas' y en ese momento me fascinaron las imágenes del post de Hortus Natural Cuisine. Son tan otoñales, tan campestres, tan hogareñas... Ahora me metería en esas fotos sin dudarlo - sale un gato, además -, pero mientras habrá que conformarse con evocar temperaturas más frescas a través de la cocina. Lo bueno de las galletas es que luego las puedes disfrutar con un vaso bien frío de leche, o de café con hielo, o cualquier otra cosa que no te abrase la garganta.
Al final tuneé bastante la receta, probando a añadir harina de garbanzos para hacerlas más nutritivas y con un toque de chocolate negro. Salieron unas galletas crujientes, con un sabor ligeramente a notas tostadas que me encantó, y aguantaron muy bien varios días en una caja metálica. Se puede prescindir del chocolate o cambiarlo por frutos secos.
Galletas de almendra con harina de garbanzos y chips de chocolate
Receta adaptada de Hortus Natural Cuisine
Ingredientes para unas 30-40 galletas, dependiendo del tamaño
- 65 g de mantequilla sin sal a temperatura ambiente
- 2 huevos L
- 190 g de azúcar moreno
- 1 cucharadita de esencia de vainilla o 1 sobre de azúcar vainillado
- 100 g de almendra molida
- 100 g de harina integral
- 50 g de harina de garbanzos
- 1/2 cucharadita de sal
- 1 cucharadita de levadura química
- 1 cucharadita de bicarbonato sódico
- chips de chocolate
Batir los huevos con el azúcar moreno. Añadir la mantequilla blanda, el azúcar vainillado o esencia de vainilla, y batir un poco más. Añadir la almendra, las harinas, la sal, la levadura y el bicarbonato, y mezclar hasta tener una masa más o menos homogénea. Agregar el chocolate y remover hasta distribuirlo bien. Tapar con film y dejar enfriar en la nevera una hora.
Precalentar el horno a 180ºC y preparar un par de bandejas. Tomar porciones de masa, formar bolitas de unos 2.5 cm de diámeto y colocarlas algo separadas unas de otras. Aplastarlas ligeramente. Hornear durante unos 15-20 minutos, hasta que estén bien tostaditas. Esperar un poco fuera del horno y dejar enfriar completamente sobre una rejilla.
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