En mi defensa diré que las fechas de las fiestas este año han caído bastante mal. Con la Nochebuena y Nochevieja en sábdo, y Reyes en viernes, se ha alargado mucho la cosa, porque yo me niego a viajar en fin de semana. Y ya que me iba a perder el lunes de clase, pues me reservé al martes para pasar la tarde tranquilamente en casa con mi elfo. Lo mejor es que en un ataque de orden y organización deshice toda la maleta -maletón- y recogimos todas las cosas navideñas de casa.
Teníamos regalos de Reyes que intercambiar -nos hemos portado requetebien- y luego nos vimos una peli divertida compartiendo el roscón que me traje desde Murcia con un buen chocolate espesito. Así la vuelta fue menos dura ^_^. Lo malo es que el domingo, cuando yo pensaba publicar esto, pillé un virus de esos fulminantes y me quedé hecha un rastrojo hasta que he podido dormir hoy del tirón. Menuda nochecita, tendría que haber acampado en el baño directamente.
Bueno bueno, resumiendo la Navidad... Nada especialmente destacable, y eso es bueno! Me gustan las rutinas familiares, ya lo sabéis, aunque cada año tengan algo más de nostálgico y algún matiz triste. Las primeras fiestas sin mi abuelo y un susto que nos dio mi tía abuela empañaron todo con algo de melancolía, pero me quedo con lo positivo. Si repasáis mis
Como siempre, en Nochebuena cenamos a base de mucho picoteo, apostando por productos muy nuestros -quesos murcianos y suizos, por supuesto-, un par de platos de marisco sin pasarnos de presupuesto -ni falta que hace-, y postre a base de dulces navideños. Cocina, la mínima, complicaciones, las justas. Y nada de empachos innecesarios.
En Nochevieja corrí la San Silvestre -qué divertida es si te la tomas como lo que es, me encanta que se apunte tanta gente y haya tan buen rollo-, y luego a cenar con algún entrante y una sabrosísima sopa-guiso de pescado y marisco que mi madre siempre borda. Madre mía el caldo, estaba para hacerle un monumento. En Año Nuevo mi padre y yo salimos a dar un buen paseo por el monte cuando todavía era bastante temprano, daba gusto recorrer esos parajes a esas horas después de toda la lluvia que azotó la Región una semana antes. El agua había dejado imágenes curiosas en el terreno, pero sobre todo la naturaleza estaba gloriosa, agradecida por tanta lluvia. ¡Había setas por todas partes!
La ciudad estaba bastante bonita, la verdad. Muchísima gente a todas horas, eso sí, como siempre. El centro se nos queda pequeño y las cafeterías, bares, plazas y demás se aturullan de gente en las fiestas. Pero había que tomarse las salidas con filosofía y no estresarse si era imposible encontrar hueco en el café de moda, hay muchos sitios donde poder compartir un Belmonte con mi padre en la ciudad. Y cayeron unos cuantos :P.
Mi gato sigue tan pillín como siempre, diría que un poco más pesado y mimado que cuando era joven. Nos preocupó un poco porque sigue delgadito y pasó unos días de vomitar demasiadas veces, pero la veterinaria comprobó que su salud no había empeorado, y de hecho ha ganado un kilo desde verano -hasta los gatos engordan en Navidad-. Me dejó dormir poco, pero al final no podía enfadarme mucho con él, aunque nos robara mojama y se repente haya desarrollado afición por los filetes de pollo empanados y las anchoas de las caras.
Los roscones salieron estupendos este año, quedé muy contenta. Eso sí, tuve que darle mucha caña a la masa la víspera y me tocó madrugón el día de Reyes para tenerlos horneados a tiempo para que mi hermano se llevara un trozo al campo ese día. Lo mejor fue congelar el pequeño, sacarlo antes de coger el tren -esta vez no se me olvidó-, y tenerlo como recién hecho al llegar a Madrid. Me mantengo fiel a mi receta un año más :).
Y sin más, vuelta a la rutina, poquito a poco. El virus este me ha trastocado ese retorno a la realidad pero podría ser peor, así que tened cuidado con la gripe y otros males que nos rondan estos días. Ah sí, y cuidado que parece que hace frío ;P. ¿Veré nieve en Madrid de una maldita vez? Caerá en Murcia y aquí no, ya veréis...
¡A ver si vengo con receta nueva pronto!