Esta receta de Apfel Omeletten puede sonar exótica, pero que el alemán no os lleve a engaño. Es uno de esos platos simples, humildes y familiares que tanto me gustan, una vez más de la mano de mi padre. Está pasado por mi filtro personal, claro, su versión es más consistente y lleva años y años de experiencia detrás. Pero ahora que vivo lejos del nido paternal me gusta reincorporar a mi día a día este tipo de recetas con las que he crecido.
¿No os encantan las tormentas de primavera? En realidad las de verano molan mucho más, pero cada año son más escasas, la verdad. El caso es que el domingo pasado a Madrid le tocó el temporal que atravesó el país, y yo, por supuesto, la tenía que aprovechar. La compra mañanera en el mercadillo sólo fue un poco húmeda, aunque llovió más mientras yo estaba poniendo patas arriba la cocina envasando mermelada de fresas. Por la tarde me puse a trabajar un poco con el portátil, y, para mi disgusto, el cielo se abrió un poco. Pero era todo una ilusión.
Me dispuse a salir a correr un poco y justo en ese momento, zas, ¡tormentón! Al principio empecé feliz, luego me congelé, después maldecí las calles por crearse charcos enormes imposibles de evitar, y más tarde pasé de todo y me rendí ante el agua. Ya entrada en calor, disfruté mucho, la verdad. El problema llegó al volver, cuando quise entrar en casa y me di cuenta de que tenía las manos congeladísimas, hasta el punto de que no conseguía usar las llaves para abrir la puerta O_o. En serio, me asusté y todo, los dedos no me respondían! Menos mal que llegó un vecino y me abrió. Luego el elfo me tuvo que ayudar a quitarme la ropa empapada, y por fin una ducha calentita me devolvió al mundo de los vivos. Pero bueno, fue divertido ^^U.
Volviendo a la receta, tengo que hacer una aclaración. "Omeletten" es como llaman muchos suizos a los crêpes (no sé si es en toda la suiza germanoparlante, hablo por mi familia), y sí, la palabra se parece sospechosamente a "omelette", que es la tortilla francesa.
Mi padre cocina poco, pero tiene varios platos fijos en su repertorio que tienen un algo especial. Recuerdo que el día que decidía hacer Omeletten, normalmente en fin de semana o festivo, los peques nos emocionábamos. Cenábamos crêpes salados sin saber aún qué eran los crêpes, pero como mi padre los llamaba por el término suizo, para nosotros eran "omlets". Años más tarde salí de mi error ingenuo.
La versión en forma de Apfel Omeletten es un plato muy humilde que preparaba mi abuela, y que a mi padre le encanta. Se mezclan a ojo huevos, leche, algo de harina y azúcar, con manzana troceada, y se hace un mejunje en la sartén. Se parece al Kaiserschmarrn austriaco, porque la masa del crêpe se trocea con la espátula a medida que se cocina. Mi versión es para una ración ligera y va cargada de canela, por eso tiene el color más oscurito.
Y aquí se acaba la historia de este plato tan simple :).
Apfel Omeletten
Receta de mi abuela tuneada por mi padre tuneada por mí
Ingredientes para 1 persona
- 1 huevo L
- 50 ml de leche (de vaca, de almendra, de soja, sin lactosa...)
- 20 g de harina
- 1 pizquita de sal
- 1 pizca de levadura química
- 1 cucharadita colmada de azúcar moreno
- canela al gusto
- 1 poco de mantequilla o aceite para la sartén
- 1 manzana pequeña o media
- opcional: pasas u otra fruta
Tan sólo hay que mezclar los ingredientes secos, batir el huevo con la leche, y mezclar todo con unas varillas hasta que no haya grumos. Se deja reposar una media hora y se calienta un poco de mantequilla o aceite en una sartén antiadherente.
Echar la masa como si hiciéramos un crêpe, dejándola más o menos gruesa. Añadir la manzana pelada y troceada, canela al gusto y remover. Hay que romper la masa y dejar que se cocine bien con la fruta, a fuego suave. Si sois unos adictos a la canela como yo, echad un poco más a la hora de servir.
Espero que disfrutéis del falso puente! Y digo falso, porque un sólo día de fiesta ni es puente ni es nada, por mucho que se junte con el fin de semana. Además, el día 2, festivo en Madrid, cae sábado y eso es una estafa.
20 abril, 2015
Pastel enrollado de chocolate con nata y compota de fresas. De cumpleaños
Tenía previsto publicar durante el fin de semana pero el día de hoy se estaba llevando toda mi atención a lo largo de la semana pasada. El lunes es un día un poco regulero pero es lo que toca: hoy es mi cumpleaños y tenía que hornear algún capricho dulce para celebrarlo. Los que me seguís desde hace tiempo ya sabréis que me suelo decantar por las fresas, que en mi cumple no me gusta complicarme con tartas muy elaboradas y que huyo de tartas muy pesadas. Y después de darle muchas vueltas, esta vez he preparado un pastel enrollado de chocolate con nata y compota de fresas. Sencillo, rústico, delicioso.
Es mi último año en la década de los 20. Ahora mismo no siento nada especial, quizá algo de morriña porque esta vez toca estar lejos de la familia y encima llevo todo el día sola en casa, pero nada más. Con lo tontaina que soy probablemente dentro de 365 días tenga una depresión de caballo, pero hoy he decidido tomármelo con calma.
Adelanté un poco las celebraciones a la pasada Semana Santa en Murcia; ayer tuvimos una comida más especial con la familia del elfo, y esta tarde me temo que no voy a poder ir a clase de alemán (:P). A ver si montamos algo un poco mejor el próximo fin de semana :). Siempre prefiero hacer las celebraciones a posteriori, así se alarga el cumpleaños, porque festejarlo antes hace que el propio día del cumple pierda protagonismo.
En cuanto al dulce cumpleañero de los 29, quería algo con fresones pero que no fuera muy pesado ni enorme, ya que me temo que nos lo vamos a comer entre el elfo y yo. Repasando varios libros de cocina buscando inspiración al final se me fueron los ojos a un roll cake de aspecto rústico con la miga de chocolate, y ya me quedé enganchada. Me encanta aprovechar estas ocasiones para darme caprichos caseros de nata sin lactosa, y ya sabéis que las fresas con nata hacen una pareja deliciosa.
Pastel enrollado o roll cake de chocolate con nata y compota de fresas
Receta del bizcocho adaptada de Nordic Bakery Cookbook
Ingredientes para unas 10 raciones
- 30 g de harina de repostería
- 15 g de cacao en polvo sin azúcar
- 2 cucharaditas de levadura química
- 3 huevos L
- 100 g de azúcar (mejor tipo caster, de grano fino)
- azúcar glasé para espolvorear
- 200 ml de nata para montar sin lactosa
- 1 sobre de estabilizante para nata (opcional)
- 1 cucharada de azúcar vainillado
- fresones o fresas maduritos
- un poco de azúcar y zumo de limón
Precalentar el horno a 200ºC y cubrir con papel sulfurizado una bandeja rectangular, como mínimo de 30 cm de lado. Yo he usado la llanda del horno.
Mezclar en un cuenco la harina con el cacao y la levadura. Colocar los huevos con el azúcar en un recipiente mediano y comenzar a batir con batidora de varillas. Batir a buena velocidad durante como mínimo 5 minutos. La mezcla tiene que estar muy espesa, con el doble de volumen y de color pálido.
Tamizar encima los ingredientes secos e incorporarlos con una espátula o lengüeta, siguiendo movimientos envolventes, hasta que no queden rastros secos. Echar sobre la bandeja y extender formando un rectángulo, procurando que quede homogéneo.
Hornear a 180ºC durante unos 10-12 minutos. Espolvorear con azúcar glasé un trapo limpio o un buen trozo de papel sulfurizado, y colocar encima, boca abajo, el bizcocho recién salido del horno. Retirar el papel sobre el que se ha horneado y enrollar con cuidado ayudándonos del papel de abajo. Dejar enfriar.
Lavar y trocear las fresas. Colocar con un poco de azúcar y limón en un cazo, y cocer a fuego lento hasta que se forme una compota de bonito color rojo pasión. Dejar enfriar.
Batir la nata en un recipiente que habremos dejado unos minutos en el congelador. Cuando empiece a espesar, añadir el estabilizante y el azúcar, si se usara. Seguir batiendo hasta montarla bien firme.
Para el montaje, extender una capa de compota de fresas, luego la nata, y añadir el resto de compota encima, mejor reservando los pedazos más enteros de fruta para esta parte. Enrollar con cuidado y espolvorear con azúcar glasé. Dejar en la nevera unos 30 minutos como mínimo antes de servir.
Por cierto, no hace falta que sea el cumpleaños de nadie para darse un caprichito como este estos días. Aprovechad la temporada de fresones! ;)
Es mi último año en la década de los 20. Ahora mismo no siento nada especial, quizá algo de morriña porque esta vez toca estar lejos de la familia y encima llevo todo el día sola en casa, pero nada más. Con lo tontaina que soy probablemente dentro de 365 días tenga una depresión de caballo, pero hoy he decidido tomármelo con calma.
Adelanté un poco las celebraciones a la pasada Semana Santa en Murcia; ayer tuvimos una comida más especial con la familia del elfo, y esta tarde me temo que no voy a poder ir a clase de alemán (:P). A ver si montamos algo un poco mejor el próximo fin de semana :). Siempre prefiero hacer las celebraciones a posteriori, así se alarga el cumpleaños, porque festejarlo antes hace que el propio día del cumple pierda protagonismo.
En cuanto al dulce cumpleañero de los 29, quería algo con fresones pero que no fuera muy pesado ni enorme, ya que me temo que nos lo vamos a comer entre el elfo y yo. Repasando varios libros de cocina buscando inspiración al final se me fueron los ojos a un roll cake de aspecto rústico con la miga de chocolate, y ya me quedé enganchada. Me encanta aprovechar estas ocasiones para darme caprichos caseros de nata sin lactosa, y ya sabéis que las fresas con nata hacen una pareja deliciosa.
Pastel enrollado o roll cake de chocolate con nata y compota de fresas
Receta del bizcocho adaptada de Nordic Bakery Cookbook
Ingredientes para unas 10 raciones
- 30 g de harina de repostería
- 15 g de cacao en polvo sin azúcar
- 2 cucharaditas de levadura química
- 3 huevos L
- 100 g de azúcar (mejor tipo caster, de grano fino)
- azúcar glasé para espolvorear
- 200 ml de nata para montar sin lactosa
- 1 sobre de estabilizante para nata (opcional)
- 1 cucharada de azúcar vainillado
- fresones o fresas maduritos
- un poco de azúcar y zumo de limón
Precalentar el horno a 200ºC y cubrir con papel sulfurizado una bandeja rectangular, como mínimo de 30 cm de lado. Yo he usado la llanda del horno.
Mezclar en un cuenco la harina con el cacao y la levadura. Colocar los huevos con el azúcar en un recipiente mediano y comenzar a batir con batidora de varillas. Batir a buena velocidad durante como mínimo 5 minutos. La mezcla tiene que estar muy espesa, con el doble de volumen y de color pálido.
Tamizar encima los ingredientes secos e incorporarlos con una espátula o lengüeta, siguiendo movimientos envolventes, hasta que no queden rastros secos. Echar sobre la bandeja y extender formando un rectángulo, procurando que quede homogéneo.
Hornear a 180ºC durante unos 10-12 minutos. Espolvorear con azúcar glasé un trapo limpio o un buen trozo de papel sulfurizado, y colocar encima, boca abajo, el bizcocho recién salido del horno. Retirar el papel sobre el que se ha horneado y enrollar con cuidado ayudándonos del papel de abajo. Dejar enfriar.
Lavar y trocear las fresas. Colocar con un poco de azúcar y limón en un cazo, y cocer a fuego lento hasta que se forme una compota de bonito color rojo pasión. Dejar enfriar.
Batir la nata en un recipiente que habremos dejado unos minutos en el congelador. Cuando empiece a espesar, añadir el estabilizante y el azúcar, si se usara. Seguir batiendo hasta montarla bien firme.
Para el montaje, extender una capa de compota de fresas, luego la nata, y añadir el resto de compota encima, mejor reservando los pedazos más enteros de fruta para esta parte. Enrollar con cuidado y espolvorear con azúcar glasé. Dejar en la nevera unos 30 minutos como mínimo antes de servir.
Por cierto, no hace falta que sea el cumpleaños de nadie para darse un caprichito como este estos días. Aprovechad la temporada de fresones! ;)
14 abril, 2015
Los pastelitos de limón favoritos de Sansa. Receta para celebrar la vuelta de Juego de Tronos
Si sois mínimamente seriéfilos seguro que estáis ya hartos de leer y oír hablar sobre la vuelta de Juego de Tronos, que acaba de regresar con el estreno de su quinta temporada. Y si no lo sois, puede que también, la verdad es que nos ponemos un poco pesaditos, pero dadnos ese placer :). El caso es que llevaba muchos meses esperando este momento y hay que celebrarlo como se merece, ¿y qué mejor que a través de la cocina? Esta es una posible versión de los pastelitos de limón favoritos de Sansa Stark, y os aseguro que pueden convertirse también en los vuestros.
No voy a contar batallitas de la serie o de los libros, porque seguro que ya sabéis de qué va el tema, o de lo contrario simplemente no os interesa nada en absoluto. Sólo me voy a permitir un pequeño comentario porque ya sabréis que las series de televisión son mi otra gran pasión -¿vicio?-, como ya he contado alguna vez.
Y además, cocina y series combinan muy bien. A través de las series de televisión he llegado a conocer recetas, platos y productos de otros lugares, o he tenido antojos para preparar algunas cosas. Pueden ser una fuente de inspiración constante, peligrosa en algunos casos. Y reconozco que se me van los ojos a las despensas y a las cartas de los restaurantes cuando aparecen en escena. Una de mis costumbres habituales es identificar si la cocina de los personajes tiene o no Kitchen Aid; y creedme, hay muchísimas en las cocinas televisivas americanas.Parece que vienen de serie.
En Juego de Tronos tenemos además, por supuesto, las novelas. El verano pasado terminé Danza de Dragones, el último título publicado hasta la fecha, y estoy disfrutando mucho tanto la lectura como el visionado de la serie, que a diferencia de ciertos talifanes considero entes independientes. El caso es que el bueno de George R.R. Martin, el autor -algo pesado y lentorro a la hora de escribir, eso sí-, no se corta en sus páginas a la hora de describir banquetes, cocinas, desayunos, comilonas, refrigerios fugaces o festines. Los platos e ingredientes que cita tienen parte de inspiración medieval y parte de su imaginación personal, pero siempre suelen darte hambre.
Hay algo recurrente en sus novelas y que también ha aparecido en la serie de televisión: los pastelitos de limón que tanto gustan a uno de los personajes, Sansa Stark. La buena chica viene de una tierra del norte donde hace muchísimo frío y todo es un poco triste, y cuando viaja al soleado y rico sur, con sus cocinas de reyes, no se puede resistir a nuevas delicias. Los pasteles de limón se convierten en sus favoritos y son casi una broma recurrente en las páginas de los libros.
En algún momento encontré una receta recreada por no sé qué chef profesional para preparar lo que podrían ser esos pastelitos de limón. La reservé para prepararla con motivo de la nueva temporada, y por fin me acordé de rescatarla antes de Semana Santa. Podrían ser estos los pastelitos de limón de Sansa, o podrían ser otros, pero os aseguro que son un bocado delicioso. Repetí la receta en Murcia y fueron un éxito, lástima no tener rodajas de limón confitado para coronarlos.
Pastelitos de limón de Juego de Tronos
Receta obtenida de la serie oficial
Ingredientes para 6 unidades
- 2 huevos L
- 75 g de azúcar
- 165 ml de buttermilk
- 2 y 1/2 cucharadas de zumo de limón
- ralladura de limón
- 3 cucharadas y 1 cucharadita de harina de repostería
- 1 pizca de sal
- mantequilla o aceite para engrasar
Precalentar el horno a 160ºC y escoger una bandeja adecuada de paredes altas. Engrasar los moldes, estilo ramekin, y reservar. Separar las yemas de las claras de los huevos.
Añadir a las yemas el azúcar y batir ligeramente. Agregar el buttermilk, el zumo de limón, la ralladura y la sal, y batir un poco más. Incorporar la harina tamizada y batir con las varillas hasta que no queden grumos.
Batir con la batidora limpia las claras de huevo hasta dejarlas al punto de nieve. Incorporarlas a la masa principal, con movimentos suaves envolventes. Repartir en los moldes y colocarlos dentro de la bandeja. Echar agua hasta que llegue aproximadamente a la mitad de los ramekins. Tapar con papel de aluminio.
Hornear durante unos 25 minutos. Retirar el papel de aluminio y continuar la cocción unos 15 minutos más, o hasta que se hayan dorado por encima. Si se sacan antes, la base estará más cremosa; si se sacan después, cuajará más y quedará más bien gelatinosa.
Esperar a que se enfríen un poco, despegar los laterales de cada molde con un cuchillo redondo o una espátula pequeña y desmoldar con suavidad, para darles la vuelta. Decorar con azúcar glasé, limón confitado, o servir tal cual. Están mucho más ricos si se dejan enfriar en la nevera unas horas.
No voy a contar batallitas de la serie o de los libros, porque seguro que ya sabéis de qué va el tema, o de lo contrario simplemente no os interesa nada en absoluto. Sólo me voy a permitir un pequeño comentario porque ya sabréis que las series de televisión son mi otra gran pasión -¿vicio?-, como ya he contado alguna vez.
Y además, cocina y series combinan muy bien. A través de las series de televisión he llegado a conocer recetas, platos y productos de otros lugares, o he tenido antojos para preparar algunas cosas. Pueden ser una fuente de inspiración constante, peligrosa en algunos casos. Y reconozco que se me van los ojos a las despensas y a las cartas de los restaurantes cuando aparecen en escena. Una de mis costumbres habituales es identificar si la cocina de los personajes tiene o no Kitchen Aid; y creedme, hay muchísimas en las cocinas televisivas americanas.Parece que vienen de serie.
En Juego de Tronos tenemos además, por supuesto, las novelas. El verano pasado terminé Danza de Dragones, el último título publicado hasta la fecha, y estoy disfrutando mucho tanto la lectura como el visionado de la serie, que a diferencia de ciertos talifanes considero entes independientes. El caso es que el bueno de George R.R. Martin, el autor -algo pesado y lentorro a la hora de escribir, eso sí-, no se corta en sus páginas a la hora de describir banquetes, cocinas, desayunos, comilonas, refrigerios fugaces o festines. Los platos e ingredientes que cita tienen parte de inspiración medieval y parte de su imaginación personal, pero siempre suelen darte hambre.
Sansa mirando con disimulo su pastelito. Imagen de GoT Wiki |
En algún momento encontré una receta recreada por no sé qué chef profesional para preparar lo que podrían ser esos pastelitos de limón. La reservé para prepararla con motivo de la nueva temporada, y por fin me acordé de rescatarla antes de Semana Santa. Podrían ser estos los pastelitos de limón de Sansa, o podrían ser otros, pero os aseguro que son un bocado delicioso. Repetí la receta en Murcia y fueron un éxito, lástima no tener rodajas de limón confitado para coronarlos.
Pastelitos de limón de Juego de Tronos
Receta obtenida de la serie oficial
Ingredientes para 6 unidades
- 2 huevos L
- 75 g de azúcar
- 165 ml de buttermilk
- 2 y 1/2 cucharadas de zumo de limón
- ralladura de limón
- 3 cucharadas y 1 cucharadita de harina de repostería
- 1 pizca de sal
- mantequilla o aceite para engrasar
Precalentar el horno a 160ºC y escoger una bandeja adecuada de paredes altas. Engrasar los moldes, estilo ramekin, y reservar. Separar las yemas de las claras de los huevos.
Añadir a las yemas el azúcar y batir ligeramente. Agregar el buttermilk, el zumo de limón, la ralladura y la sal, y batir un poco más. Incorporar la harina tamizada y batir con las varillas hasta que no queden grumos.
Batir con la batidora limpia las claras de huevo hasta dejarlas al punto de nieve. Incorporarlas a la masa principal, con movimentos suaves envolventes. Repartir en los moldes y colocarlos dentro de la bandeja. Echar agua hasta que llegue aproximadamente a la mitad de los ramekins. Tapar con papel de aluminio.
Hornear durante unos 25 minutos. Retirar el papel de aluminio y continuar la cocción unos 15 minutos más, o hasta que se hayan dorado por encima. Si se sacan antes, la base estará más cremosa; si se sacan después, cuajará más y quedará más bien gelatinosa.
Esperar a que se enfríen un poco, despegar los laterales de cada molde con un cuchillo redondo o una espátula pequeña y desmoldar con suavidad, para darles la vuelta. Decorar con azúcar glasé, limón confitado, o servir tal cual. Están mucho más ricos si se dejan enfriar en la nevera unas horas.
11 abril, 2015
Recuerdos de Murcia y su campo - Semana Santa 2015
Fíjate, que ya estamos otra ven en sábado. Estos días han pasado volando, y es que entre deshacer maletas, un ataque de limpieza repentino, deberes de alemán - sí, volví a pasearme los libros sin tocarlos en todo el viaje, así ven mundo -, y obligaciones varias, he tenido poco tiempo. Pero no hay nada como un sábado sola en casa como para repasar algunas fotos y actualizar el blog, aunque sea sin receta. Ya que hablaba de nostalgia el otro día, me gusta utilizar el archivo para recordar momentos pasados, y las pequeñas crónicas de viajes o vacaciones se agradecen especialmente cuando han pasado meses o años. Así que, brevemente, os dejo algunos recuerdos de esta Semana Santa en Murcia.
Han sido días buenos, variados, tranquilos y familiares, con días de mucho calor y frío repentino. Al final mi maleta absurda combinando ropa fresca y prendas más calentitas dio sus frutos y terminé usando todo. Por suerte el primer fin de semana fue estupendo, justo cuando coincidí con mis tíos de Suiza en una breve visita a mis padres, y pudimos hacer una barbacoa familiar en el campo al solecito.
Después de tantas lluvias el campo estaba precioso. Es una gozada cuando cae una primavera lluviosa, porque es una tierra desértica que agradece como ninguna un poco de agua. Todo estaba cubierto de un manto verde, había flores por todos lados, pajarillos cantando más felices de lo normal - vale, esto me lo imaginaba yo -, margaritas hasta donde se perdía la vista...
No sé si habrá durado mucho, quizá todavía siga así ya que los últimos días han sido frescos, pero me alegro de haberlo podido disfrutar un poco. El año pasado fue muy seco y me temo que cuando regrese será en pleno verano y el paisaje se asemejará más bien al desierto de Nevada. Que tiene su cierto encanto, al fin y al cabo es el campo de Cartagena y no la Provenza francesa, pero un poquito de vegetación tampoco viene mal.
Sin prisas llegamos el sábado por la mañana a poner en marcha el fuego y airear la casa, y preparamos un almuerzo nada lujoso pero que nos supo a gloria. Unas gambitas para empezar y luego carne al gusto de los carnívoros de la familia, con pollo para mí, verduras y pataticas. Me acordé mucho de cuando mis tios tenían aún su casa grande en Suiza y organizaban unas barbacoas de escándalo con toda la familia de allí cuando íbamos de visita. Esta vez fue modesta, pero lo que importa es la compañía :).
Con el estómago lleno acompañé a mi padre y mi tío hasta la balsa - el depósito de agua que llega a todos en nuestra pequeña comunidad, vaya -, bajo un sol que casi era demasiado potente. Pero estaba todo taaan bonito que me daba igual, la verdad. Hacía mucho tiempo que no pasaba por aquellos caminos, donde cuando era niña pasé tantas y tantas tardes jugando, montando en bicicleta, haciendo "merendolas" con mis primos, explorando, construyendo cabañas, ayudando a mis primos en su granja de perdices - hoy abandonada-. Se ve todo con otros ojos, pero por suerte esa zona sigue prácticamente igual a como la recuerdo.
Tuvimos tiempo de encontrarnos con parte de la fauna habitual del campo: la gata que desde el verano se acerca a por sobras de comida para ella y sus gatitos, ya gatos bien crecidos; uno de los caballos de uno de nuestros primos - en realidad no es primo pero todos somos "primos" en el campo -, un rebaño de ovejas que arramblaban con los restos de un campo de brócoli, y muchos pajaritos que se escaparon a mi objetivo.
Han sido buenos días.
En la ciudad también disfruté mucho, exceptuando a los malditos borrachos que salen del bar-club-discoteca-loquedemoniosea de la Plaza de Toros pegando gritos a las 4 de la madrugada. Quizá con el título del post daba a entender que habría alguna imagen de procesiones por aquí, pero esta vez he querido quedarme sólo con mi querido campo. Cuento los días para volver, mi vieja bicicleta me espera.
Han sido días buenos, variados, tranquilos y familiares, con días de mucho calor y frío repentino. Al final mi maleta absurda combinando ropa fresca y prendas más calentitas dio sus frutos y terminé usando todo. Por suerte el primer fin de semana fue estupendo, justo cuando coincidí con mis tíos de Suiza en una breve visita a mis padres, y pudimos hacer una barbacoa familiar en el campo al solecito.
Después de tantas lluvias el campo estaba precioso. Es una gozada cuando cae una primavera lluviosa, porque es una tierra desértica que agradece como ninguna un poco de agua. Todo estaba cubierto de un manto verde, había flores por todos lados, pajarillos cantando más felices de lo normal - vale, esto me lo imaginaba yo -, margaritas hasta donde se perdía la vista...
No sé si habrá durado mucho, quizá todavía siga así ya que los últimos días han sido frescos, pero me alegro de haberlo podido disfrutar un poco. El año pasado fue muy seco y me temo que cuando regrese será en pleno verano y el paisaje se asemejará más bien al desierto de Nevada. Que tiene su cierto encanto, al fin y al cabo es el campo de Cartagena y no la Provenza francesa, pero un poquito de vegetación tampoco viene mal.
Sin prisas llegamos el sábado por la mañana a poner en marcha el fuego y airear la casa, y preparamos un almuerzo nada lujoso pero que nos supo a gloria. Unas gambitas para empezar y luego carne al gusto de los carnívoros de la familia, con pollo para mí, verduras y pataticas. Me acordé mucho de cuando mis tios tenían aún su casa grande en Suiza y organizaban unas barbacoas de escándalo con toda la familia de allí cuando íbamos de visita. Esta vez fue modesta, pero lo que importa es la compañía :).
Con el estómago lleno acompañé a mi padre y mi tío hasta la balsa - el depósito de agua que llega a todos en nuestra pequeña comunidad, vaya -, bajo un sol que casi era demasiado potente. Pero estaba todo taaan bonito que me daba igual, la verdad. Hacía mucho tiempo que no pasaba por aquellos caminos, donde cuando era niña pasé tantas y tantas tardes jugando, montando en bicicleta, haciendo "merendolas" con mis primos, explorando, construyendo cabañas, ayudando a mis primos en su granja de perdices - hoy abandonada-. Se ve todo con otros ojos, pero por suerte esa zona sigue prácticamente igual a como la recuerdo.
Tuvimos tiempo de encontrarnos con parte de la fauna habitual del campo: la gata que desde el verano se acerca a por sobras de comida para ella y sus gatitos, ya gatos bien crecidos; uno de los caballos de uno de nuestros primos - en realidad no es primo pero todos somos "primos" en el campo -, un rebaño de ovejas que arramblaban con los restos de un campo de brócoli, y muchos pajaritos que se escaparon a mi objetivo.
Han sido buenos días.
En la ciudad también disfruté mucho, exceptuando a los malditos borrachos que salen del bar-club-discoteca-loquedemoniosea de la Plaza de Toros pegando gritos a las 4 de la madrugada. Quizá con el título del post daba a entender que habría alguna imagen de procesiones por aquí, pero esta vez he querido quedarme sólo con mi querido campo. Cuento los días para volver, mi vieja bicicleta me espera.
06 abril, 2015
Pastas de mantequilla con frutas y un poco de nostalgia [Garibaldi Biscuits]
En más de una ocasión he contado por aquí que soy una persona muy nostálgica y tiendo a la melancolía. A pesar de todo, creo que he ido mejorando, o sobrellevándolo mejor, con los años. Abril siempre es un mes complicado para mí porque el cumpleaños es la fecha notálgica por excelencia, y útimamente un poco más desde que vivo fuera. Preparé estas pastas de mantequilla con frutas para traerlas a la familia esta Semana Santa, y curiosamente su sabor me ha recordado a algún tiempo pasado. Si lo sumamos a que me he reencontrado con muchas cosas de mi pasado estos días, tenemos una ración extra de nostalgia.
Es una cosa extraña. la nostalgia. Te pone algo triste pero al mismo tiempo creo que es bonito sentir esas cosas, rememorar otros tiempos, recordando sobre todo las cosas buenas. No sólo es recordar cosas concretas, hechos o sucesos, sino más bien sentimientos y sensaciones, cómo éramos y cómo pensábamos hace años. Pero he aprendido que es una tontería ponerse triste o pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor; está bien recordar y volver la vista atrás, siempre que no perdamos de vista el presente y miremos hacia delante. Además, la memoria nos juega malas pasadas.
El caso es que yo estaba buscando un programa para el ordenador nuevo -que me está volviendo un poco loca-, y encontré un montón de discos con fotos, documentos, películas y música de mi adolescencia y de los años de la Universidad. Y, uf, las agendas de clase e incluso un diario de sueños. Leer algunas cosas ha sido una experiencia sumament extraña, volver por un momento a esa época, a cómo era yo entonces. Ay, el tiempo...
Volviendo a las galletas, es una receta muy básica y típica de la repostería británica, con su mantequilla y un toque de frutas secas. Las pasas de corinto son, en mi opinión, mucho mejores para estos dulces, más pequeñitas, suaves y mucho más aromáticas, pero las sultanas pueden valer. Las recorté con forma de huevos, por aquello de la Pascua, pero es sólo una excusa. Este tipo de pastas les encantan a mis padres, y seguramente compraban algunas parecidas cuando yo era pequeña. Por eso al morder el primer bocado me trajeron recuerdos difusos, residuos de esa memoria del gusto y del olfato que nos deja imágenes sin concretar en la memoria. En cualquier caso, están deliciosas.
Galletas de mantequilla con frutas
Receta ligeramente adaptada de BBC Good Food
Ingredientes para unas 25 galletas
- 110 g de mantequilla de buena calidad sin sal, a temperatura ambiente
- 110 g de azúcar caster o normal
- 1 huevo L
- 225 g de harina de repostería
- 1 pizca de sal
- 1 piza de canela
- 1 pizca de nuez moscada
- 55 g de pasa de Corinto
- 30 g de naranja confitada picada
- 2-3 cucharadas de leche
- azúcar extra (opcional)
Batir la mantequilla con el azúcar hasta dejar una mezcla esponjosa. Separar la clara de la yema del huevo, reservando aparte la primera, y añadir la yema a la mantequilla, batiendo bien.
Añadir la harina con la sal y las especias y mezclar un poco. Incorporar las frutas y trabajar bien la masa hasta que quede homogénea. Agregar la leche poco a poco para obtener una textura suave, ligeramente húmeda. Tapar y dejar en la nevera 30 minutos.
Precalentar el horno a 180ºC y preparar una o dos badejas. Estirar la masa con un rodillo dejando un grosor de unos 5 mm. Recortar las galletas y colocarlas en las bandejas. Batir la clara de huevo ligeramente, pintar con ella las galletas y añadir un poco de azúcar por encima, si se desea.
Hornear durante unos 12-15 minutos, hasta que se hayan dorado ligeramente. Esperar unos minutos fuera del horno y dejar enfriar completamente sobre una rejilla. Guardar en recipiente hermético.
¡Espero que hayáis pasado unas buenas fiestas! En Murcia arrancan ahora las Fiestas de Primavera y yo me las perderé, pues mañana regreso a Madrid. No se puede tener todo ).
Es una cosa extraña. la nostalgia. Te pone algo triste pero al mismo tiempo creo que es bonito sentir esas cosas, rememorar otros tiempos, recordando sobre todo las cosas buenas. No sólo es recordar cosas concretas, hechos o sucesos, sino más bien sentimientos y sensaciones, cómo éramos y cómo pensábamos hace años. Pero he aprendido que es una tontería ponerse triste o pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor; está bien recordar y volver la vista atrás, siempre que no perdamos de vista el presente y miremos hacia delante. Además, la memoria nos juega malas pasadas.
El caso es que yo estaba buscando un programa para el ordenador nuevo -que me está volviendo un poco loca-, y encontré un montón de discos con fotos, documentos, películas y música de mi adolescencia y de los años de la Universidad. Y, uf, las agendas de clase e incluso un diario de sueños. Leer algunas cosas ha sido una experiencia sumament extraña, volver por un momento a esa época, a cómo era yo entonces. Ay, el tiempo...
Volviendo a las galletas, es una receta muy básica y típica de la repostería británica, con su mantequilla y un toque de frutas secas. Las pasas de corinto son, en mi opinión, mucho mejores para estos dulces, más pequeñitas, suaves y mucho más aromáticas, pero las sultanas pueden valer. Las recorté con forma de huevos, por aquello de la Pascua, pero es sólo una excusa. Este tipo de pastas les encantan a mis padres, y seguramente compraban algunas parecidas cuando yo era pequeña. Por eso al morder el primer bocado me trajeron recuerdos difusos, residuos de esa memoria del gusto y del olfato que nos deja imágenes sin concretar en la memoria. En cualquier caso, están deliciosas.
Galletas de mantequilla con frutas
Receta ligeramente adaptada de BBC Good Food
Ingredientes para unas 25 galletas
- 110 g de mantequilla de buena calidad sin sal, a temperatura ambiente
- 110 g de azúcar caster o normal
- 1 huevo L
- 225 g de harina de repostería
- 1 pizca de sal
- 1 piza de canela
- 1 pizca de nuez moscada
- 55 g de pasa de Corinto
- 30 g de naranja confitada picada
- 2-3 cucharadas de leche
- azúcar extra (opcional)
Batir la mantequilla con el azúcar hasta dejar una mezcla esponjosa. Separar la clara de la yema del huevo, reservando aparte la primera, y añadir la yema a la mantequilla, batiendo bien.
Añadir la harina con la sal y las especias y mezclar un poco. Incorporar las frutas y trabajar bien la masa hasta que quede homogénea. Agregar la leche poco a poco para obtener una textura suave, ligeramente húmeda. Tapar y dejar en la nevera 30 minutos.
Precalentar el horno a 180ºC y preparar una o dos badejas. Estirar la masa con un rodillo dejando un grosor de unos 5 mm. Recortar las galletas y colocarlas en las bandejas. Batir la clara de huevo ligeramente, pintar con ella las galletas y añadir un poco de azúcar por encima, si se desea.
Hornear durante unos 12-15 minutos, hasta que se hayan dorado ligeramente. Esperar unos minutos fuera del horno y dejar enfriar completamente sobre una rejilla. Guardar en recipiente hermético.
¡Espero que hayáis pasado unas buenas fiestas! En Murcia arrancan ahora las Fiestas de Primavera y yo me las perderé, pues mañana regreso a Madrid. No se puede tener todo ).
02 abril, 2015
Horneando en Pascua - Receta de Paska, pan dulce de Europa del Este
Los días están pasando muy rápido y es que siempre se me hace muy corta la Semana Santa desde que no puedo encadenarla con las Fiestas de Primavera murcianas, que vienen inmediatamente después. Aún así, creo que la estoy aprovechando bien, sobre todo pasando tiempo con la familia y sin muchas preocupaciones. El domingo pasado horneé una de esas recetas que tanto me gustan, un pan dulce especial de Pascua llamado Paska, típico de Europa del Este.
Después de unos días de preverano estafador, ayer volvió a correr fresquito y hoy incluso ha amanecido nublado. Felicidad absoluta para mí. Lo siento pero 33 grados a finales de marzo sin bajar de 22 por la noche no es mi ideal de primavera. Al menos he cogido un poco de color en mi pálida piel de genes guiris al sali a correr estos días.
Mi padre y yo nos hemos levantado hoy pronto - yo un par de horas antes, eso sí - para ir a por mi regalo de cumpleaños adelantado: un nuevo portátil. Nada muy lujoso, pero es que el pobre que estoy usando ahora mismo ya no da para más. Está el pobre viejito y me da muchos problemas, se calienta mucho, se cuelga cada dos por tres, no me queda sitio en el disco duro y va leeeento como él sólo. Me da siempre miedo cambiar de ordenador, encima con el nuevo Windows - que será viejo en pocos meses -, pero bueno. Espero publicar el siguiente post desde el nuevo aparatejo, crucemos los dedos.
Volviendo al pan, saqué la receta de la web de King's Arthur Flour, que nunca me ha fallado. Sabéis que me encanta probar recetas típicas de otros lugares cuando toca alguna fiesta, y los panes me fascinan especialmente. En realidad es una variante más de los panes semidulces con cierta decoración concreta que se hornean en toda Europa por Semana Santa o Pascua. Tenemos los Hot Cross Buns, las monas, la Colomba Pasquale, la trenza griega... todos relacionados con estos días de festividades cristianas.
En este caso el pan es una pieza grande que se hornea en un molde redondo y se decora con trenzas, cruces y otros motivos que teóricamente recuerdan a Cristo y la cruz. Yo tengo serios problemas para dominar las masas de pan a la hora de formar motivos decorativos, así que si tenéis un mínimo más de mañan que yo conseguiréis un resultado más que decente. La masa se trabaja bien aunque es bastante húmeda, diría que similar al roscón. Creo que lo tradicional es tomarlo con algún tipo de queso cremoso típico de aquellos países, pero a mí me ha encantado con mermelada casera.
Paska eslovaca - Pan de Pascua semidulce
Receta ligeramente modificada de King's Arthur Flour
Ingredientes para 1 pan grande
- 230 g de agua tibia
- 115 g de leche sin lactosa tibia
- 25 g de levadura fresca de panadería
- 1 huevo L
- 55 g de mantequilla sin sal a temperatura ambiente
- 60 g de azúcar
- 2 cucharaditas de sal
- 600 g de harina de fuerza y poco más para amasar
- 1 huevo y azúcar extra para pincelar
Mezclar la leche y el agua tibias, añadir la levadura desmenuzada y un pizca de azúcar. Mezclar bien y dejar reposar 15 minutos.
Colocar en un recipiente grande la harina y mezclar con el azúcar y la sal. Formar un hueco en el centro y añadir el huevo ligeramente batido con la mantequilla troceada. Incorporar la mezcla de levadura y trabajar toda la masa hasta incorporar los ingredientes. Tapar con un paño y esperar 20-30 minutos.
Empezar a amasar, volcando todo sobre una superficie limpia ligeramente enharinada. Es recomendable no añadir demasiada harina, pero es probable que se necesite ir enharinando levemente la superficie a medida que vamos amasando. Si se nos pega a las manos, las podemos engrasar con aceite neutro.
Cuando tengamos una masa homogénea, lisa y elástica, formar una bola y colocar en un cuenco limpio engrasado. Tapar y dejar levar hasta que casi doble su tamaño, entre 1 y 2 horas. Deshinchar y separar una porción de masa, de aproximadamente 1/3 del tamaño de la grande. Formar una bola con la masa mayor.
Engrasar un molde redondo, que puede ser el típico de anillo desmontable de bizcocho, y colocar la masa. Tapar con un paño. Dividir la otra porción en 3 iguales y un pellizco más pequeño. Formar una trenza como buenamente se pueda - mal en mi caso - y colocar encima de la bola, rodeando el perímetro o formando una cruz en medio. Formar espirales o bolitas con el resto y distribuir en la superficie.
Batir el huevo restante en un cuenco con un poco de agua y pintar la superficie del pan. Tapar y dejar levar unos 45 minutos. Precalentar el horno a 180ºC, espolvorear con azúcar y hornear durante unos 35-40 minutos. Si se dora demasiado, cubrir con papel de aluminio hasta completar el horneado. Esperar un poco fuera del horno, desmoldar y dejar enfriar completamente sobre una rejilla.
¡Disfrutad de la Semana Santa!
Después de unos días de preverano estafador, ayer volvió a correr fresquito y hoy incluso ha amanecido nublado. Felicidad absoluta para mí. Lo siento pero 33 grados a finales de marzo sin bajar de 22 por la noche no es mi ideal de primavera. Al menos he cogido un poco de color en mi pálida piel de genes guiris al sali a correr estos días.
Mi padre y yo nos hemos levantado hoy pronto - yo un par de horas antes, eso sí - para ir a por mi regalo de cumpleaños adelantado: un nuevo portátil. Nada muy lujoso, pero es que el pobre que estoy usando ahora mismo ya no da para más. Está el pobre viejito y me da muchos problemas, se calienta mucho, se cuelga cada dos por tres, no me queda sitio en el disco duro y va leeeento como él sólo. Me da siempre miedo cambiar de ordenador, encima con el nuevo Windows - que será viejo en pocos meses -, pero bueno. Espero publicar el siguiente post desde el nuevo aparatejo, crucemos los dedos.
Volviendo al pan, saqué la receta de la web de King's Arthur Flour, que nunca me ha fallado. Sabéis que me encanta probar recetas típicas de otros lugares cuando toca alguna fiesta, y los panes me fascinan especialmente. En realidad es una variante más de los panes semidulces con cierta decoración concreta que se hornean en toda Europa por Semana Santa o Pascua. Tenemos los Hot Cross Buns, las monas, la Colomba Pasquale, la trenza griega... todos relacionados con estos días de festividades cristianas.
En este caso el pan es una pieza grande que se hornea en un molde redondo y se decora con trenzas, cruces y otros motivos que teóricamente recuerdan a Cristo y la cruz. Yo tengo serios problemas para dominar las masas de pan a la hora de formar motivos decorativos, así que si tenéis un mínimo más de mañan que yo conseguiréis un resultado más que decente. La masa se trabaja bien aunque es bastante húmeda, diría que similar al roscón. Creo que lo tradicional es tomarlo con algún tipo de queso cremoso típico de aquellos países, pero a mí me ha encantado con mermelada casera.
Paska eslovaca - Pan de Pascua semidulce
Receta ligeramente modificada de King's Arthur Flour
Ingredientes para 1 pan grande
- 230 g de agua tibia
- 115 g de leche sin lactosa tibia
- 25 g de levadura fresca de panadería
- 1 huevo L
- 55 g de mantequilla sin sal a temperatura ambiente
- 60 g de azúcar
- 2 cucharaditas de sal
- 600 g de harina de fuerza y poco más para amasar
- 1 huevo y azúcar extra para pincelar
Mezclar la leche y el agua tibias, añadir la levadura desmenuzada y un pizca de azúcar. Mezclar bien y dejar reposar 15 minutos.
Colocar en un recipiente grande la harina y mezclar con el azúcar y la sal. Formar un hueco en el centro y añadir el huevo ligeramente batido con la mantequilla troceada. Incorporar la mezcla de levadura y trabajar toda la masa hasta incorporar los ingredientes. Tapar con un paño y esperar 20-30 minutos.
Empezar a amasar, volcando todo sobre una superficie limpia ligeramente enharinada. Es recomendable no añadir demasiada harina, pero es probable que se necesite ir enharinando levemente la superficie a medida que vamos amasando. Si se nos pega a las manos, las podemos engrasar con aceite neutro.
Cuando tengamos una masa homogénea, lisa y elástica, formar una bola y colocar en un cuenco limpio engrasado. Tapar y dejar levar hasta que casi doble su tamaño, entre 1 y 2 horas. Deshinchar y separar una porción de masa, de aproximadamente 1/3 del tamaño de la grande. Formar una bola con la masa mayor.
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¡Disfrutad de la Semana Santa!
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