23 septiembre, 2019

Tarta fina de ciruelas y frutos secos (sin gluten) - ¡Otoño!




Septiembre vuelve a ser un mes extraño del que todavía no consigo eliminar esa sensación de vuelta al cole. Aunque realmente no haya tenido vacaciones de verdad, creo que es el mes en el que más ganas tengo de hacer cosas nuevas y plantear proyectos a corto plazo (que se cumplan ya es otra cosa). Sea como sea, hoy empieza oficialmente el otoño, y la fruta de esta época me estaba gritando que, por favor, horneara algo para inaugurar la temporada. Una tarta fina de ciruelas y frutos secos ha cumplido su cometido con honores.


Las últimas semanas en el campo murciano fueron más agradables en cuanto a temperaturas se refiere; al menos hacía el calor normal que permitía dormir por las noches. La invasión de moscas ya es otro tema (estoy segura de que he batido mi récord este año con el matamoscas). La primera tromba de agua, aquella que primero causó caos y descontrol en Madrid, sí pude vivirla en primera persona, corta pero intensa. Lo que no sabíamos es que semanas más tarde una gota fría terrible iba a arrasar la Región (y más zonas) incluso incomunicando el campo.



Para entonces yo ya estaba en Madrid, claro. Vine con mis padres aprovechando que ellos seguirían hasta Galicia para pasar una semana de vacaciones en La Coruña (viene muy bien tener una hija en la capital para hacer escala en estos viajes y ahorrarse hoteles); y justo regresaron un día antes de que empezaran las tormentas.

Yo he vivido más de una gota fría en el pasado, también en el campo, incluso un par de ellas muy, muy fuertes. En una ocasión nos pilló cazando conejos con los hurones de mi primo (hace como mil años de aquello, creo que fue cuando dejé de comer conejo para siempre); regresar a las casas fue toda una aventura cuando el barro y el agua se habían comido los caminos en cuestión de minutos. Pero nada comparado a lo que se ha vivido estos días.



Nuestra casa no ha sufrido grandes daños materiales, por suerte, aunque las fotos que me enviaba mi padre eran para asustarse un poco. Lo que me parte el alma es ver cómo ha quedado el Mar Menor, Los Alcázares, Los Urrutias, Los Nietos... aunque no soy playera tengo mucho cariño a toda esa zona, y duele mucho ver cómo ha quedado destrozada, y tanta gente que aún sigue limpiando haciendo balance de pérdidas. Ojalá se tomen en serio de una vez que algo hay que hacer para evitar que se vuelva a repetir algo así, y que el Mar Menor necesita ayuda urgente, si no es demasiado tarde.



La receta no tiene mucho misterio; me apetecía hornear algo con ciruelas de temporada y que tuviera alma preotoñal, que para mí se traduce en aires rústicos, dando todo el protagonismo a la fruta, sin complicar demasiado los componentes. Me gustan las tartas finas tipo wähe, que dicen los suizos, muy fáciles de adaptar a versiones sin gluten o sin harinas refinadas. La avellana molida da mucho sabor a la base, las ciruelas dulces y aromáticas protagonizan el relleno sin tener que agregar casi nada de azúcar. Sed libres de endulzarla más o añadir lo que os apetezca.



Tarta fina de ciruelas y frutos secos sin gluten
Receta inspirada en Betty Bossi y las ganas de otoño
Ingredientes para un molde de unos 20 cm de diámetro

- 120 g de harina de maíz (no maizena ni polenta)
- 80 g de avellana molida
- 1 cucharada de azúcar de abedul (o normal)
- 1/2 cucharadita de jengibre molido
- 1 pizca de sal
- 65 g de mantequilla fría sin sal
- 1 huevo no muy grande de gallinas felices
- agua fría necesaria (yo al final no usé)
- almendra molida para el relleno
- ciruelas maduritas pero aún firmes, dulces y aromáticas
- pistachos picados (o almendras, o avellanas, o nueces...)
- azúcar moreno al gusto

Si tenemos un procesador de alimentos, picadora o similar, es muy fácil hacer la masa. Disponer la harina de maíz con la avellana, el azúcar, el jengibre y la sal, y triturar unos segundos o mezclar con unas varillas. Añadir la mantequilla cortada y volver a triturar o batir con batidora de varillas hasta tener una textura de migas.

Incorporar el huevo y volver a triturar, removiendo de vez en cuando, hasta obtener una masa húmeda, homogénea y maleable, no muy pegajosa (se debe despegar de las paredes del cuenco). Compactar, envolver en plástico film y dejar como mínimo media hora en la nevera.

Precalentar el horno a 180º C y engrasar con mantequilla un molde de tarta rizado de unos 20-22 cm de diámetro. Lavar, secar y cortar las ciruelas en cuartos, o mitades si usáramos pequeñitas. Sacar la masa, estirar bien con un rodillo y forrar el molde, cortando lo que sobre (aprovecharla para hacer galletitas).

Cubrir el fondo con una capa finita de almendra molida y pinchar con un tenedor ligeramente. Repartir las ciruelas cortadas y agregar pistachos picados y azúcar moreno por encima al gusto. Podemos añadir también unos pegotitos de mantequilla. Hornear durante unos 30-40 minutos, hasta que la masa esté algo tostadita (sin pasarse) y la fruta burbujee.

Dejar enfriar un poco fuera del horno. Se puede tomar tibia o esperar a que se enfríe del todo. Acompañar de salsa de vainilla calentita, nata montada casera, salsa de caramelo, helado... o de nada, que está muy rica tal cual. Bueno, con un café o té, mucho mejor.


¡Disfrutemos del otoño! Que por algún motivo, es la estación del año que pasa más rápido. ¿O solo me lo parece a mí?

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