Ya he comentado por aquí que es un mes que me produce contradicciones, así que no sé si me da pena o me alegra de que pase. Me mantendré como Suiza, en una posición neutral, pero sí que tengo muchas ganas de octubre. Especialmente porque ¡por fin! ha llegado el otoño :). Sabía que cuando el verano tardó tanto en llegar (¿recordáis estar en mayo-junio con abrigo?) tendríamos calor para rato. Pero bueno, al fin refresca y el sábado se pasó tooodo el día lloviendo que daba gusto.
Eso sí, menudo fin de semana he pasado. El elfo ha tenido unos días muy ajetreados porque tocaba este fin de semana su viaje habitual a Inglaterra con sus amigos de "las pinturas", al Games Day, donde presentan a concurso de pintura sus miniaturas. Yo, ilusa de mí, pensaba aprovechar el finde que me quedaba sola para hacer un montón de cosas, pero el jueves por la noche empecé a sentirme mal...
A medianoche mi estado pasó a ser "de pena". Al parecer pillé un virus de esos estomacales que andan sueltos ahora causando estragos por aquí, según me contó mi suegra. Qué bien viene tener un familiar médico disponible las 24 horas por teléfono, sobre todo cuando la madre de una está lejos. Y es que jo, todavía echo de menos a mi madre y sus cuidados "de madre" cuando me pongo enferma. Pero bueno, después de una noche y un día en el que estuve totalmente KO poco a poco fui mejorando, y hoy ya estoy totalmente recuperada.
Por cierto, qué bien sienta la primera comida sólida que el cuerpo acepta cuando se ha estado enfermo. Cuando mi suegra me dio permiso para comer algo me dijo que pensara en lo que más me apeteciera, que el cuerpo sabe lo que le conviene. Pues mi comida "de enferma" casi siempre es la misma: pan tostado con un hilillo de aceite y una pizquita de sal, plátano muy maduro y/o manzana asada sin piel. Es lo que hemos tomado toda la vida en mi casa cuando nos recuperábamos de alguna enfermedad y creo que seguiré haciéndolo toda mi vida. ¿Cuál es vuestra comida "de enfermo"?
Bien, después de este rollo (que no tenía pensado ni en broma escribir para acompañar esta receta), dejo una última entrada para despedir septiembre. Además, me parece una receta todavía algo "veraniega", al menos no tan otoñal como las que me van apeteciendo ahora. Y es ¡mi primera tarta de queso! Os parecerá una tontería, pero como soy intolerante a la lactosa jamás había hecho una antes, y creo que ni siquiera había probado ninguna antes, ni de niña.
El elfo es un auténtico apasionado de las tartas de queso y me daba penica no hacerle nunca ninguna, así que llevaba un tiempo con la idea de hornear una aunque fuera sólo para él. Pero como he visto muchas tartas de este tipo, en páginas alemanas sobre todo, que emplean queso del tipo Quark para el relleno, probé a emplear el queso fresco batido desnatado que tanto me gusta mezclándolo con nata sin lactosa. El resultado fue fantástico, cuajó sin problema :). Aunque para el elfo le faltaba sabor a queso, claro, y es que este tipo de lácteo es muy suavecito, por tanto también es más ligero en calorías. Pero ya tengo localizada una marca de queso crema para untar sin lactosa, y pronto probaré de nuevo otra receta de tarta de queso que podamos disfrutar los dos.
Las tartas de queso se pueden hacer con una base del tipo de masa quebrada o masa brisa, pero creo que le va mucho mejor la típica elaborada a partir de galletas machacadas. Lo que no veo necesario es añadir tanta cantidad de mantequilla ni azúcar extra a la base como se suele ver en algunas recetas. Me he limitado a poner un poco de mantequilla sin lactosa fundida y luego he añadido queso cremoso hasta conseguir la consistencia necesaria, procurando que no fuera demasiado húmeda, sólo lo justo para mantenerse compacta.
Tarta de queso sin lactosa
Receta del relleno adaptada de Nicky&Max
Para 1 molde de 22 cm
Base:
- 150 g de galletas integrales
- 20 g de mantequilla sin lactosa fundida
- queso crema necesario
Relleno
- 2 huevos L
- 200 g de nata para montar sin lactosa
- 450 g de queso crema sin lactosa
- 90 g de azúcar
- 1 sobre de azúcar vainillado
- 1 cucharada de zumo de limón
- 50 g de maizena
- 1 pizca de sal
Precalentar el horno a 170ºC y engrasar un molde redondo desmontable de unos 22 cm de diámetro. Triturar o machacar las galletas. Añadir la mantequilla fundida y cucharadas de queso crema hasta conseguir una masa húmeda con la que forrar el fondo del molde. Apretar bien y reservar en la nevera.
Separar las yemas de las claras de los huevos. Batir a punto de nieve las claras en un recipiente amplio. Añadir la nata para montar sin lactosa y seguir batiendo hasta conseguir picos blandos. En un recipiente aparte, batir las yemas con el queso crema con el azúcar, el azúcar vainillado, el zumo de limón y la sal. Añadir la maizena tamizada.
Incorporar la mezcla de claras y nata a la segunda preparación y mezclar bien con suavidad. Llenar el molde, igualando la superficie con una espátula. Hornear sobre una rejilla durante unos 60-70 minutos, cubriendo el molde con papel de aluminio después de la primera media hora.
Adiós septiembre, bienvenido octubre. Y sobre todo, ¡bienvenido otoño! Que tengáis una feliz semana.