Quería haber publicado esta tarta de chocolate con nata y cerezas a principios de la semana, ya que el cumpleaños de mi padre fue precisamente el lunes, pero me ha sido imposible. Con el calor infernal que hemos tenido en Murcia está siendo difícil trabajar desde aquí, sobre todo porque mi "oficina" no tiene aire acondicionado y el portátil que estoy usando es el viejo, que cumple pero va leeento y cuando tiene calor el pobre se aturulla y no da más de sí. Y me quema las manos. Pero hoy tengo el cuerpo de sábado - cosas mías - y como mi madre se ocupa de la comida hoy - sus ricas lentejas -, por fin he sacado un hueco - y ganas - para que la tarta vea la luz.
Creo que mis inicios reposteros en la preadolescencia empezaron en verano. En una de esas largas tardes de verano con mis primos se nos ocurrió hacer pizza un día, y lo convertimos en una tradición. Eramos unos ñacos y nos tenían que ayudar, salían pizzas bastante, ehm, reguleras, pero las disfrutábamos un montón. Pronto echamos mano al libro de recetas de una de nuestras tías y nos animamos a preparar pasteles y torrijas - en verano, sí -, y así me picó el gusanillo.
Como mi padre cumple años en agosto, y otros miembros de la familia también, al final me fui animando cada vez más. No puedo perdonar prepararle una tarta, lo celebre de forma especial o no, y a pesar de que mi fondo de armario y despensa en el campo es bastante limitado. Intento adaptarme a lo que hay y no complicar la cosa mucho, pero por ejemplo esta vez tuve que hacer 26 km en bici en busca de una confitura de cerezas aceptable para el relleno de esta tarta.
La Victoria Sponge Cake de hace un par de años fue un éxito y la he repetido en más ocasiones, pero necesito hacer algo diferente cada cumpleaños. A mi padre le chifla la Selva Negra - Schwarbäldertorte, para los amigos -, así que me inspiré en ella para montar una tarta aceptable a la que invitamos a amigos y familiares de nuestro particular caserío campestre. Sin lactosa, por supuesto, es lo mejor de ser yo misma la encargada del pastel ;).
Tarta de chocolate, nata y cerezas sin lactosa para un cumpleaños
Ingredientes para un monde de unos 26 cm
Para el bizcocho
- 5 huevos L
- 165 g de azúcar
- 110 g de harina de repostería
- 110 g de maizena
- 2 cucharaditas de levadura química (impulsor)
- 2 cucharadas de cacao puro sin azúcar
- 1/2 cucharadita de sal fina
- 1/2 cucharadita de esencia de vainilla
Precalentar el horno a 175ºC y engrasar un molde redondo desmontable, mejor si forramos el fondo con papel sulfurizado de hornear.
Batir los huevos con el azúcar en un recipiente grande, durante varios minutos, hasta que hayan crecido mucho y tengamos una mezcla pálida y muy esponjosa, por lo mejor 6-8 minutos. Añadir la vainilla y la sal y batir una pizca más.
Tamizar encima la harina con la maizena, la levadura y el cacao. Si tenéis ganas, tamizar estos ingredientes aparte un par de veces antes de añadirlos a los huevos, quedará una masa más delicada. Mezclar todo muy bien hasta que prácticamente no queden grumos.
Llenar el molde, igualando bien la superficie con una espátula, y hornear unos 35 minutos, hasta que al pinchar el centro con un palillo salga limpio. Esperar unos minutos, desmoldar con cuidado y dejar enfriar boca abajo sobre una rejilla.
Para el relleno y decoración
- 100 g de azúcar
- 50 g de Kirsch
- 50 g de agua
- confitura de buena calidad de cerezas negras (en temporada, cerezas naturales)
- 400 ml de nata para montar sin lactosa*
- estabilizador para nata (opcional)
- 1 cucharadita de azúcar vainillado
- chocolate negro
- guindas
Mezclar en un cazo el azúcar con el Kirsch y el agua, calentar hasta formar un almíbar ligero y dejar enfriar. Mientras tanto, cortar en dos partes el bizcocho, totalmente frío. Con maña y paciencia, no hay prisa. Empapar bien cada cara interior del bizcocho aplicando el almíbar con un pincel.
Distribuir una buena capa de confitura en la base. He usado Bonne Mama, es estupenda, tiene mucha fruta con trozos enteros de cerezas, y es espesa, así que no hace falta añadirle nada más.
Montar la nata hasta dejarla bien dura, con cuidado de no pasarnos. Añadir el estabilizante y el azúcar, endulzando más si lo preferimos. Para que monte bien, es aconsejable tener las varillas, el bol y la nata MUY fríos. Cubrir con una capa generosa el relleno, sobre las cerezas. Colocar el otro bizcocho encima y terminar la nata decorando la parte superior.
Terminar el montaje con virutas de chocolate negro - yo no tenía así que corté a cuchillo una tableta - y unas guindas. Añadir detallitos decorativos al gusto y según la ocasión; mi madre y yo no pudimos resistirnos a estos gatos tan monos. Es que tenemos un refugio de gatos en casa, aunque ha sido involuntario.
* Con 400 ml de nata se puede rellenar y cubrir por encima con una capa decente. Me gustan las tartas "naked", sin terminar de decorar por los laterales, para no empachar ni complicarme mucho, pero si queréis cubrirla entera necesitaréis al menos 200 ml más.
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¿De verdad el país se paraliza en agosto? Yo no paro de trabajar estos días, lo que sumado al calor y a que me gusta cocinar y hornear para la familia - más las carreras matutinas y salidas en bici -, me tiene agotada. Por suerte el lunes nos escapamos algo más de una semana buscando más fresco, estaremos en el norte de Portugal en una casita rural. No creo que texga conexión por allí, así que probablemente nos leeremos a la vuelta ;).
¡Disfrutad del verano!
14 agosto, 2015
02 agosto, 2015
Biscotti o cantucci de almendras y naranja con espelta
Por fin agosto :).
Y es que ha sido el julio más largo, caluroso y agotador que recuerdo. Probablemente cuando era niña pasamos julios igual de asfixiantes, pero viviendo feliz a esa edad inocente, entre bicicleta, piscina y juegos, no me daba cuenta. Trabajar y llevar una vida cotidiana normal encadenando olas de calor sí se nota. Y encima he tenido unas dos últimas semanas de agobio constante, surgiendo mil cosas urgentes cada día, así que el agotamiento mental y físico me dejaba para el arrastre. Pero ya estoy en Murcia, en mi campo con la familia, hace algo menos de calor y ayer celebramos el 1 de agosto, Fiesta Nacional Suiza. Además me traje de Madrid lo último que salió del horno: biscotti o cantuccini de almendras y naranja con espelta.
¿Biscotti o cantuccini? Sabéis que este tipo de galletas italianas me gustan muchísimo - a mí y a mi familia, por eso siempre les traigo o hago una hornada en cuanto llego -, y siempre los suelo llamar, simplemente, biscotti. Pero la terminología puede ser algo confusa, y después de leer mucho sobre el tema creo que más o menos tengo una idea clara de a qué se debe - que me perdonen los italianos si meto la pata -.
Se supone que el origen de estos dulces está en la Antigua Roma, cuando los romanos desarrollaron un tipo de galleta pensada para aguantar largos periodos de tiempo y los viajes de los soldados. Eran secas, duras y de forma alargada, y además se horneaban dos veces. De ahí se supone que viene el término biscotto - el singular de biscotti -: bis-coctum/cotto. Siglos más tarde se fue recuperando la receta, adaptándola y mejorándola, haciéndose muy populares en la Toscana. Consiguieron gran fama en la zona de Prato, donde abundan las almendras, y allí se asentaron como cantucci di Prato, cuyo nombre se ha mantenido hoy. Los italianos normalmente llaman hoy a estos dulces, independientemente de su sabor, cantucci, mientras que el término biscotti hace referencia a cualquier tipo de galleta. Pero internacionalmente se ha quedado más la palabra biscotti para estas pastas en concreto. Y si queremos complicarnos más la vida, podríamos hablar de las variantes de otras regiones, como los canquinyolis catalanes, pero podemos dejarlo aquí por hoy.
Los podéis llamar como más os guste, el caso es que son de mis galletas favoritas por ser facilísimas, versátiles, no necesitan mantequilla ni aceites, y aguantan mucho tiempo en perfectas condiciones. Creo que con almendras siempre será mi sabor favorito, y el toque del aroma de naranja eleva mucho más su sabor y su aroma. Si sois muy golosos, sumad un poco más de azúcar, yo tiendo a rebajarlo en todas las recetas.
Biscotti o cantuccini de almendras y naranja con espelta
Receta inspirada en Technicolot Kitchen
Ingredientes para unass 30-40 unidades
- 255 g de harina blanca de espelta
- 140 g de azúcar
- 1/4 cucharadita de sal
- 1/2 cucharadita de levadura química (impulsor)
- 1 naranja (de unos 250 g)
- 2 huevos L
- 1/4 cucharadita de esencia de vainilla
- 170 g de almendras crudas
Precalentar el horno a 200ºC y preparar una bandeja. Lavar y secar bien la naranja. Batir en un cuenco los huevos ligeramente, con un tenedor o unas varillas.
Disponer en un recipiente mediano el azúcar. Rallar la piel de la naranja, procurando coger sólo la parte de color, y estrujar con los dedos para soltar su esencia. Echar la harina de espelta, la sal y la levadura, y mezclar con unas varillas.
Formar un hueco en el centro y echar los huevos, la vainilla y el zumo de la naranja. Mezclar todo muy bien hasta dejar de tener grumos secos. Echar las almendras y mezclar hasta distribuirlas de forma homogénea.
Repartir la masa sobre la bandeja formando dos rectángulos planitos de unos 30 cm de largo. Hornear durante unos 15-20 minutos, hasta que se hayan dorado muy ligeramente. Esperar unos minutos fuera del horno y dejar enfriar sobre una rejilla.
Bajar la temperatura del horno a 175ºC. Cortar cada porción en unidades de aproximadamente 1 cm de ancho, poniendo el cuchillo ligeramente en diagonal. Distribuir los biscotti en la bandeja y hornear unos 10 minutos por cada lado, hasta que se doren al gusto.
Dejar enfriar completamente sobre una rejilla antes de guadar en un recipiente hermético. Aguantan muy bien varios días, si es que sois capaces de resistir a comerlos todos de una sentada.
Nota: La cantidad del zumo de la naranja puede variar, así que habrá que estimar a ojo si hace falta echar alguna cucharadita de harina más una vez tengamos todo mezclado. Es una masa muy, muy húmeda, pero debe ser capaz de aguantar la forma al echarla sobre la bandeja. Se puede meter a la nevera media hora como alternativa para endurecerla un poco.
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Un par de imágenes de mi particular forma de celebrar el Nationalfeiertag: un tradicional Zopf o trenza de pan de leche, y un pastel de frutas de temporada para el postre.
Y es que ha sido el julio más largo, caluroso y agotador que recuerdo. Probablemente cuando era niña pasamos julios igual de asfixiantes, pero viviendo feliz a esa edad inocente, entre bicicleta, piscina y juegos, no me daba cuenta. Trabajar y llevar una vida cotidiana normal encadenando olas de calor sí se nota. Y encima he tenido unas dos últimas semanas de agobio constante, surgiendo mil cosas urgentes cada día, así que el agotamiento mental y físico me dejaba para el arrastre. Pero ya estoy en Murcia, en mi campo con la familia, hace algo menos de calor y ayer celebramos el 1 de agosto, Fiesta Nacional Suiza. Además me traje de Madrid lo último que salió del horno: biscotti o cantuccini de almendras y naranja con espelta.
¿Biscotti o cantuccini? Sabéis que este tipo de galletas italianas me gustan muchísimo - a mí y a mi familia, por eso siempre les traigo o hago una hornada en cuanto llego -, y siempre los suelo llamar, simplemente, biscotti. Pero la terminología puede ser algo confusa, y después de leer mucho sobre el tema creo que más o menos tengo una idea clara de a qué se debe - que me perdonen los italianos si meto la pata -.
Se supone que el origen de estos dulces está en la Antigua Roma, cuando los romanos desarrollaron un tipo de galleta pensada para aguantar largos periodos de tiempo y los viajes de los soldados. Eran secas, duras y de forma alargada, y además se horneaban dos veces. De ahí se supone que viene el término biscotto - el singular de biscotti -: bis-coctum/cotto. Siglos más tarde se fue recuperando la receta, adaptándola y mejorándola, haciéndose muy populares en la Toscana. Consiguieron gran fama en la zona de Prato, donde abundan las almendras, y allí se asentaron como cantucci di Prato, cuyo nombre se ha mantenido hoy. Los italianos normalmente llaman hoy a estos dulces, independientemente de su sabor, cantucci, mientras que el término biscotti hace referencia a cualquier tipo de galleta. Pero internacionalmente se ha quedado más la palabra biscotti para estas pastas en concreto. Y si queremos complicarnos más la vida, podríamos hablar de las variantes de otras regiones, como los canquinyolis catalanes, pero podemos dejarlo aquí por hoy.
Los podéis llamar como más os guste, el caso es que son de mis galletas favoritas por ser facilísimas, versátiles, no necesitan mantequilla ni aceites, y aguantan mucho tiempo en perfectas condiciones. Creo que con almendras siempre será mi sabor favorito, y el toque del aroma de naranja eleva mucho más su sabor y su aroma. Si sois muy golosos, sumad un poco más de azúcar, yo tiendo a rebajarlo en todas las recetas.
Biscotti o cantuccini de almendras y naranja con espelta
Receta inspirada en Technicolot Kitchen
Ingredientes para unass 30-40 unidades
- 255 g de harina blanca de espelta
- 140 g de azúcar
- 1/4 cucharadita de sal
- 1/2 cucharadita de levadura química (impulsor)
- 1 naranja (de unos 250 g)
- 2 huevos L
- 1/4 cucharadita de esencia de vainilla
- 170 g de almendras crudas
Precalentar el horno a 200ºC y preparar una bandeja. Lavar y secar bien la naranja. Batir en un cuenco los huevos ligeramente, con un tenedor o unas varillas.
Disponer en un recipiente mediano el azúcar. Rallar la piel de la naranja, procurando coger sólo la parte de color, y estrujar con los dedos para soltar su esencia. Echar la harina de espelta, la sal y la levadura, y mezclar con unas varillas.
Formar un hueco en el centro y echar los huevos, la vainilla y el zumo de la naranja. Mezclar todo muy bien hasta dejar de tener grumos secos. Echar las almendras y mezclar hasta distribuirlas de forma homogénea.
Repartir la masa sobre la bandeja formando dos rectángulos planitos de unos 30 cm de largo. Hornear durante unos 15-20 minutos, hasta que se hayan dorado muy ligeramente. Esperar unos minutos fuera del horno y dejar enfriar sobre una rejilla.
Bajar la temperatura del horno a 175ºC. Cortar cada porción en unidades de aproximadamente 1 cm de ancho, poniendo el cuchillo ligeramente en diagonal. Distribuir los biscotti en la bandeja y hornear unos 10 minutos por cada lado, hasta que se doren al gusto.
Dejar enfriar completamente sobre una rejilla antes de guadar en un recipiente hermético. Aguantan muy bien varios días, si es que sois capaces de resistir a comerlos todos de una sentada.
Nota: La cantidad del zumo de la naranja puede variar, así que habrá que estimar a ojo si hace falta echar alguna cucharadita de harina más una vez tengamos todo mezclado. Es una masa muy, muy húmeda, pero debe ser capaz de aguantar la forma al echarla sobre la bandeja. Se puede meter a la nevera media hora como alternativa para endurecerla un poco.
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Un par de imágenes de mi particular forma de celebrar el Nationalfeiertag: un tradicional Zopf o trenza de pan de leche, y un pastel de frutas de temporada para el postre.