Me queda una semana en Murcia antes de volver a Madrid, y la verdad es que veo pasar los días con calma, disfrutando de cada momento, aunque dándole vueltas a la cabeza con mil cosas...
Ya hablaré un poco más a fondo del viaje, pero hoy tenía que traeros la otra parte del cumpleaños de mi padre. No fue una gran fiesta o un gran banquete con una trabajosa preparación detrás, pero al final nos reunimos bastante gente y comimos de maravilla. Disculpad eso sí por la calidad de las fotos, a esas horas ya casi no había luz y es complicado sacar fotografías con mucha gente hambrienta alrededor a la que no le gusta esperar para comer :P.
Lo único malo fue que el carbón que compramos para la barbacoa fue un fracaso total, las brasas no ardían y terminamos comiendo sardinas tarde y hechas casi a fuego lento, pero bueno, fue divertido y al final no salieron mal :). Los langostinos sufrieron más, definitivamente no les va eso de hacerse a baja temperatura...
Además de las típicas cosas de picar (frutos secos, embutidos, quesos, aceitunas aliñadas, patatas y chips de plátano...) mi madre encargó unas empanadillas a nuestro panadero y su prima hizo su famosa coca de verduras, deliciosa. Además de la obligatoria cerveza, hubo cuerva, es decir, una sangría casera con buenos melocotones. Mi hermano decidió prepararse gin tonics y más tarde nos terminamos una botella de Oporto, pero ese es otro tema :P.
Yo preparé un par de cosillas aprovechando toda la verdura que mi padre nos había traído los últimos días. Improvisé una crema para dipear, una mezcla entre baba ganoush y melitzanosalata asando unas cuantas berenjenitas y triturando su rica carne con aceite de oliva, queso crema y muchas especias. Pensé que no iba a gustar mucho, pero la gente se animó a probarlo y fue un éxito :). Yo es que soy muy fan de la berenjena asada, y quedó cremosita y muy sabrosa, la verdad.
La otra receta, que también me sorprendió gratamento por cómo triunfó, la suelo preparar cuando hay una ocasión especial. Lo cierto es que me sorprende que aún no haya aparecido por el blog, tengo pendiente dedicarle una entrada como se merece, porque me encanta. Normalmente lo hago con masa filo, pero esta vez sólo encontré brick, aunque al final casi no hay diferencia. Son triangulitos de masa rellenos de calabaza asada con queso de cabra y un puntito de especias, sencillo pero delicioso.
De postre ya os enseñé el pastel de ciruelas con streusel, que es muy fácil y rápido (y también gustó mucho), pero no podía dejar de hacer una tarta-tarta. Aquí no tengo prácticamente ninguno de mis cachivaches/ingredientes/herramientas para repostería, así que opté por una de las recetas de pastel más sencillas y satisfactorias que hay, el Victoria Sponge Cake. Con un molde redondo y una batidora de varillas es más que suficiente, y la vedad es que quedó deliciosa.
Victoria Sponge Cake
Ingredientes para un molde de unos 24 cm de diámetro
(Mis ingredientes lácteos son todos sin lactosa)
Para el bizcocho
- 240 g de mantequilla en pomada sin sal
- 200 g de azúcar
- 2 cucharaditas de azúcar vainillado
- 5 huevos L
- 250 g de harina
- 1 sobre de levadura química (impulsor)
- 1/2 cucharadita de sal
- 50 ml de leche
Precalentar el horno a 180ºC y preparar un molde redondo desmontable de unos 24 cm de diámetro. Si tenéis dos moldes, se pueden hacer mejor las dos capas por separado. Engrasar toda la superficie con mantequilla, cubrir el fondo con papel de horno y enharinar ligeramente los bordes.
Tamizar la harina con la levadura química y la sal en un recipiente. Reservar.
Batir en un cuenco grande la mantequilla con una batidora de varillas, un minuto o dos. Añadir el azúcar y batir varios minutos hasta que se quede con textura esponjosa. Añadir los huevos uno a uno, batiendo bien después de cada uno. Incorporar el azúcar vainillado y la leche y batir un poco más. Echar por último los ingredientes secos y mezclar hasta integrarlos y conseguir una masa homogénea.
Llevar el molde con cuidado, igualando bien la superficie con una espátula. Hornear sobre rejilla durante unos 45-50 minutos, girando el bizcocho a mitad de la cocción. Esperar unos 15 minutos fuera del horno, desmoldar y dejar enfriar boca abajo sobre una rejilla.
Yo lo preparé la noche antes, así que cuando estuvo frío lo envolví en film y lo guardé en la nevera.
Para el montaje
- 100 g de azúcar + 100 g de agua
- 1 tarro de compota/mermelada de fresa de buena calidad
- 200 ml de nata para montar
- azúcar glasé para espolvorear
Hacer un almíbar sencillo, calentando el mismo peso de agua que de azúcar. Dividir el bizcocho en dos partes iguales con ayuda de un buen cuchillo o un cortador especial de esos para tartas. Mojar bien ambas mitades con el almíbar frío, con un pincel. Montar bien la nata.
Cubrir la base con una buena capa de la compota de fresa, sin llegar a los bordes. Hacer lo mismo con la otra mitad con la nata y montar la tarta uniendo ambas mitades. Cubrir con azúcar glasé tamizado antes de servir y de poner las velas.
¡Sesenta añazos no se cumplen todos los días!
Aunque como siempre digo, la cifra no es importante, lo que cuenta es cumplirlos y poder celebrarlos en buena compañía :).