Aunque estos días haya bajado el ritmo de publicación, no quiere decir que haya dejado a mi pobre blog un poco olvidado. En absoluto. Sigue ocupando mi cabeza muchas horas al día, como si fuera una televisón encendida constantemente, de fondo, mientras el cerebro intenta centrarse en otras cosas. Buscando inspiración, guardando decenas de recetas, apuntando nuevos blogs y páginas que descubro y me gustan, dando vueltas a ingredientes...
Y es que creo que al final todos conseguimos dar a nuestra cocina virtual su propia personalidad. Aunque provemos cosas diferentes de vez en cuando, al cabo del tiempo es fácil saber cuál es la esencia de un blog de recetas; me temo que a los que estamos detrás de la pantalla se nos puede calar sin mucha dificultad. O esa es la impresión que yo tengo, no sólo pensando en mí sino más en vosotros, en muchos de vuestros blogs que sigo desde hace ya varios meses. Me veo muchas veces pensando "Esta receta es le pega mucho a fulanita"; "Seguro que a menganito le encantaría hacer algo así"; "Qué idea tan típica de ella"; y cosas por el estilo. ¿Nos os da a vosotros esa impresión?
A lo mejor divago demasiado algunas veces. Sobre todo cuando salgo a correr, que se ha convertido en mi otro método de relajación mental. Mientras el cuerpo sufre (el pobre) mi cabeza descansa, se relaja, reflexiona, saca ideas, da con soluciones a problemas... Es algo curioso, que sale de forma natural, y casi necesito más desgastar las zapatillas por esto que por el tema físico.
Llevamos unos días de primavera-otoñal que a mi me encanta. Lo siento por los que ya llevan mucho esperando el calorcito (tranquilos, el verano llegará pronto y es muy largo!), pero yo estoy disfrutando muchísimo del tiempo fresco y la lluvia, seguramente porque sé lo que nos espera después. Además, correr con frío y agua cayendo es simplemente genial :).
La receta de hoy viene directamente salida del horno de esta mañana. Y eso que tengo ya varias pendientes de ver la luz, pero no he podido evitar preparar algo acorde con este día gris y lluvioso. Porque la repostería con manzanas y especias siempre me inspira días fríos, aunque luego hornee una Apfeltorte en agosto ;). He usado reinetas porque es la manzana que más me gusta asar o cocer, aunque podéis emplear cualquier tipo que más os guste. La canela era obligatoria, pero es el cardamomo la especia que le da el toque especial a este ligero pero delicioso pastel surgido de la lluvia.
Pastel de reinetas y almendras al cardamomo
Basada en una receta de foto e fornelli
- 2 manzanas reinetas
- zumo de limón
- 1 pizca de cardamomo molido
- 3 huevos L
- 150 gr de harina de repostería
- 50 gr de harina integral
- 50 gr de maicena
- 125 gr de azúcar
- 250 gr de queso fresco batido desnatado
- 2 cucharaditas de levadura química (impulsor)
- 3/4 cucharadita de cardamomo molido
- 1/2 cucharadita de canela molida
- 1/4 cucharadita de sal
- almendras laminadas y azúcar moreno, para decorar
Precalentar el horno a 180ºC y preparar un molde redondo.
Lavar, pelar y descorazonar las manzanas; trocear en cubitos pequeños. Mezclar con zumo de limón y una pizca de cardamomo. Reservar.
Batir a mano el azúcar con el queso. Añadir las yemas de huevo y batir un poco más. Mezclar las harinas con la levadura, las especias y la sal. Tamizar estos ingredientes secos sobre la primera mezcla; incorporar la manzana hasta conseguir una masa homogénea. Añadir las claras montadas, con movimientos suaves y envolventes.
Distribuir en el molde con cuidado, igualando la superficie. Decorar con un poco de almendras laminadas y azúcar moreno al gusto. Hornear durante unos 45-50 minutos, cuidando que no se quemen las almendras (cubrir con papel albal si se doran muy rápido). Esperar unos minutos, desmoldar con cuidado y dejar enfriar totalmente sobre una rejilla.
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Casi se me olvida... ¡muchisísimas gracias por vuestras felicitaciones! Me han hecho mucha, mucha ilusión, de verdad :). Os merecéis un trozo de tarta cada uno!