Puente de la Constitución, o de la Inmaculada - según cada casa, en la mía siempre ha sido lo primero -, con San Nicolás asomando por la esquina. En Madrid no hay festivo oficial el lunes, aunque parece que los escolares sí se libran de ir a clase, al menos yo no tengo alemán. Muy práctico para los padres que sí trabajan, claro. El lunes estará la calle llena de abuelos con peques. El caso es que mucha gente aprovecha estos días para todas esas tradiciones prenavideñas o para hacer escapadas - recuerdo mi viaje a Suiza hace unos añitos, ains -, pero yo me quedo en casita. Horneando galletas, que es mi particular tradición. Por ejemplo, estas
sablés de chocolate con un toque de café.
Curiosamente no consigo recordar si hacíamos algo especial en casa estos días festivos cuando era pequeña. Supongo que sencillamente los pasábamos en el campo, quizá comiendo con los abuelos o con alguna excursión cercana. Tengo que preguntarle a mi madre. Mi memoria se queda en la etapa ya del instituto, que era temporada de exámenes, y de la carrera, normalmente liada con trabajos. Bueno, en realidad en los años de la Universidad fue cuando conocí al elfo y cada mes de diciembre
me escapaba en estas fechas a Madrid, entonces sí que vivía el ambiente festivo de la capital a tope. Pero ya tuve bastante de aglomeraciones, colas, calles intransitables y tiendas a tope; ahora que vivo aquí prefiero quedarme en el barrio. Me agobian muchísimo las multitudes.
El ambiente que tenemos además no me invita demasiado a estar dando tumbos por la calle. Suben demasiado las temperaturas en las horas centrales del día - y si te descuidas, se te hace tarde y entonces descubres que no estabas lo suficientemente abrigada - y lo peor es la maldita contaminación. Lo noto muchísimo en la cara - creo que tengo la mitad de la polución del aire dentro de los poros - y en la respiración, ya que soy asmática y ahora si me dejo el Ventolín en casa lo paso bastante mal.
Malditos anticiclones, me amargásteis el verano y ahora también el final del otoño, yo os maldigo. ¡Borrascas, venid!
En fin, no me quiero quejar más de la cuenta. Al menos parece que el tema de la contaminación se empieza a tomar verdaderamente en serio. Hay gente que sí depende del coche para su día a día, pero creo que hay muchas personas que abusan del vehículo propio por el centro. Las
retricciones de tráfico que se están aplicando tienen el lado positivo de hacernos ver que esta situación es insostenible, y hay que cambiar el chip. ¿Cómo? Pues no lo sé, pero quiero tener esperanzas.
Las
galletas de hoy son perfectas para los que no son especialmente golosos, ya que no resultan nada empalagosas ni dulzonas. Son de chocolate, sí, pero tienen un sabor muy sutil, más bien
terroso, profundo, potenciado por el toque de café. Por haceros una idea, se asemejan ligeramente a las tapas de las Oreo, que llevan cacao pero no saben a chocolate. Estas sablés además tienen esa
textura ligeramente arenosa, crujientita pero muy suave al morderlas, y por eso recomiendo darles un buen grosor - mayor al que se ve en las fotos - para que conserven mejor su forma. Me gusta tomarlas con un vaso de leche de avena o almendras con canela, aunque con chocolate a la taza también combinan muy bien.
Galletas sablés de chocolate y un toque de café
Inspiración: adaptación de Bald ist Weinachten
Ingredientes para unas 40 galletas
- 140 g de mantequilla sin sal a temperatura ambiente
- 50 g de azúcar fino tipo caster, o glasé
- 1/2 cucharadita de sal
- 150 g de harina de repostería
- 30 g de cacao puro en polvo
- 1 y 1/2 cucharaditas de café molido descafeinado
- 1/4 cucharadita de esencia de vainilla
- 1 pizca de canela molida
Trocear la mantequilla en un recipiente amplio y batirla con batidora de varillas. Añadir el azúcar y batir un poco más, hasta que se integre lo justo. Incorporar el resto de ingredientes y batir hasta obtener una masa homogénea y sin grumos.
Dividir en dos porciones y formar cilindros de unos 4 cm de diámetro, bien envueltos en plástico film. Dejar enfriar en la nevera por lo menos una hora, mejor dos o más. Precalentar el horno a 180ºC y preparar unas bandejas.
Sacar una de las porciones y cortar las galletas del grosor deseado, más o menos de un dedo. Distribuirlas en las bandejas ligeramente separadas, volver a meter a la nevera un cuarto de hora y después hornear durante unos 10-12 minutos. Esperar un poco antes de trasladarlas a una rejilla para que se enfríen por completo.
¿Tenéis planes para el fin de semana largo/puente/acueducto? Recordad que el domingo es
San Nicolás, ¿por qué no hornear unos
simpáticos Grittibenzen? Yo traeré otra receta alternativa ;).