06 abril, 2025

Shortbread de coco y violetas (o lavanda). Una delicia caída del cielito azul

 


El shortbread es esa absoluta maravilla repostera cumbre de la gastronomía británica, más concretamente escocesa. Y son una delicia porque tienen una grandiosa cantidad de mantequilla, poco azúcar y no demasiada harina. Su textura es crujiente pero muy ligera, escamosa (flaky), como le corresponde a las masas con su buena cantidad de grasa. Son galletas de las llamadas biscuits, término puramente británico que causa confusión a los estadounidenses, cuyas biscuits son otra cosa, aunque comparten, curiosamente, una similar textura con el shortbread, debido a las capas de mantequilla o manteca. Es como una pasta de mantequilla, pero mucho más delicada que las pastas de té o las galletas danesas, se desmigaja con facilidad y, en su engañosa ligereza, reside su peligro. Te zampas una caja sin darte cuenta

 



Yo me autoconvencí, o autoengañé más bien, a finales de 2024 en que había retomado un buen ritmo de publicación en el blog. El otoño y la Navidad, estar en casa con la familia y las vacaciones fomentaron esa ilusión. Pero llegó 2025 y la vuelta a la realidad de la adultez, obligaciones, trabajo y un enero eterno que duró cincuenta mil días. Febrero fue más ameno pero ajetreado, y marzo ha volado en un suspiro entre borrascas, con una agenda más ajetreada de lo normal. Y se me quedaba el blog en barbecho otra vez, esperando, sin quejarse, pobretico mío.

 Hoy vuelvo con una receta que tenía pendiente desde ese enero interminable, pero que horneé más tarde, cuando encontré tiempo para dedicarle. Porque surge de la inspiración que me regaló mi Amigo Invisible, amiga más bien, del fabuloso evento que surgió del cielito azul en Navidad. Bluesky es la red social que más uso desde que X es un pozo de inmundicia manipulado por ese sociópata de inteligencia justa que todos conocemos y me niego a nombrar, donde me he reencontrado con muchos viejos contactos y he conocido a mucha más gente fabulosa que han creado una comunidad en la que da gustico estar. Sin dejar de tener sus problemas y polémicas, claro. Que al final las redes las hacemos los humanos, y ya sabemos cómo somos de idiotas.


El caso es que una persona maravillosa organizó un Amigo Invisible a finales de año, y mi AI me regaló un reto culinario proponiéndome elaborar algo que combinara dos aromas complementarios, coco y violetas, dándome además un pequeño estudio sobre el perfil aromático de ambos. Me ha dejado un montón de ideas para usar leche de coco en lata -también saladas-, pero lo primero que tenía que probar era una receta dulce, y con las ganas que tenía de galletas... me puse a jugar con varias recetas de shortbread y el resultado ha sido fabuloso. Ahora que se aproxima el calorcito -cero ganas-, probaré otra idea de postre fresco, tipo mousse, crema o helado, añadiendo maracuyá, que también marida muy bien con el coco y seguro que es un puente de unión fantástico con las violetas.

Las violetas son, obviamente, una flor del color que lleva su nombre, pero con el mismo nombre genérico se identifica a los famosos caramelos de Madrid, de cuya existencia no supe hasta que, efectivamente, exploré Madrid por primera vez siguiendo al elfo. De hecho, juraría que él ni sabía que son tipiquísimos de su ciudad natal, lo que demuestra, una vez más, que lo que parece famoso y súper conocido para unos, no existe para otros. Y que por ser de un lugar no te conviertes en eminencia y fuente inapelable sobre conocimientos del mismo.


  Tenía dos opciones, ir a comprar caramelos, cosa que pensaba hacer en un primer momento, pero me terminó por dar pereza, o comprar la esencia de violeta. Triturar los caramelos para usarlos en recetas es algo que se ve mucho por redes, pero no me convencía; mejor ir directamente a la fuente del mismo aroma que se emplea en la elaboración de los caramelos duros. En cualquier tienda especializada en productos de repostería o química de uso alimentario se encuentra sin dificultad. Eso sí, comprobad bien las instrucciones del fabricante sobre la dosis recomendada. En cuanto al coco, que sea muy fresco o no sabrá a nada. 

 Duraron tan poco que tuve que repetir para comprobar que salían bien 😝 y de paso probé a usar lavanda, esta vez "real", las flores secas. También salieron riquísimos, más sutiles, para quien no le guste mucho el olor a flor. Y además es más fotogénica que el botecito de aroma concentrado.

 


Receta de shortbread de coco y violetas o lavanda
Inspiración: mi Amigo Invisible del cielito azul
Ingredientes para

- 175 g de harina de todo uso de trigo
- 1/4 cucharadita de esencia/aroma de violetas (o según fabricante/gusto) o 5 g de lavanda seca
- 70 g de coco rallado
- 30 g de harina de maíz fina (no maizena, de grano fino, amarilla, no precocida)
- 70 g de azúcar
- 175 g de mantequilla de buena calidad a temperatura ambiente, y más para engrasar
- 1/4 cucharadita de sal si la mantequilla no es salada

Precalentar el horno a 160ºC sin aire, calor arriba y abajo. Forrar el fondo de un molde redondo de unos 20 cm de diámetro con papel de hornear, y engrasar bien los laterales con mantequilla y harina tamizada, sacudiendo el exceso. Reservar en la nevera.

Procesar todos los ingredientes en un robot, procesador de alimentos/picadora o a mano. Yo uso lo segundo, es facilísimo trabajar con él este tipo de masas. Debe quedar un poco como migas, pero que al estrujarlas forman una masa compacta. Si se desmigaja, añadir pequeñísimas cantidades de agua muy fría. Es blanda, pero no pegajosa.

Llevar todo al molde sin formar y aplastar con las manos y con ayuda de una espátula esquinera o un cucharón para extender la masa por toda la base, homogeneizanado la superficie. Pinchar con un tenedor y marcar líneas en todo el perímetro del borde con los dientes de este.

Hornear en el centro del horno durante 55-70 minutos, o hasta que la masa esté dorada, sin dejar que se tueste. Mejor quedarse cortos que pasarse demasiado. Esperar fuera del horno unos 10 minutos antes de retirar el anillo del molde y cortar en 12 porciones, sin separarlas. Llevar a una rejilla usando el papel del molde y esperar a que enfríe por completo.

 



Aguantan muy bien en una caja metálica hermética durante muchos días, en un lugar fresco y seco. Nada mejor para el té, café o infusión de sobremesa o media tarde.

30 diciembre, 2024

Pastelillos murcianos convertidos en galletas para Navidad o cuando apriete la morriña - Feliz 2025

 

El 2024 está a puntico de caducar y casi no me da tiempo a dejar por aquí otra receta navideña, felicitar las fiestas y desearos a todos un 2025 fabuloso o, al menos, tranquilo y sin sobresaltos. Con buena salud, claro, pero también con algo de buena fortuna económica, alguna que otra alegría y un buen puñado de momentos felices para recordar en los años venideros. Igual es ser demasiado optimista tal y como pintan las cosas en todo el mundo, pero al menos hay que ser positivas y arrancar con fuerza. Que nunca sabemos cuándo nos van a invadir extraterrestres ni qué intenciones tendrán, por ejemplo.

 

Yo llevo casi dos semanas de vacaciones en Murcia con la familia sin hacer grandes planes pero tampoco sin que me sobre el tiempo. Además de hornear dulces, ayudar con los preparativos de Nochebuena, Navidad y demás, y preparar muchos regalos, he estado haciendo lo que quería: básicamente ocuparme en no hacer nada. Improvisando un poco sobre la marcha, leyendo, viendo alguna serie en familia, paseando, tomando cafés con viejos conocidos, cocinando y horneando, reenganchándome a los videojuegos. O disfrutando del placer de no hacer nada, que también requiere su tiempo. Qué lujo.

Estoy contenta porque Papá Noel se ha portado bien y yo he comprado muchos regalos en comercios locales de gente maravillosa, hemos hecho algo de turismo cercano y están siendo días apacibles, aunque se me acaba la fiesta pasado Año Nuevo. Ya que el 2025 viene con rima predecible, a ver si se porta bien con todos los que se lo merecen, que ya va siendo hora.  


Estos pastelilllos murcianos los horneé por primera vez en 2023 pero se me quedaron en el tintero, así que los traigo hoy, ya que he repetido la receta estas navidades y van a quedarse en el repertorio fijo de dulces para hacer cada vez que llegue diciembre. Los pastelillos son un dulce originalmente más ligado a la Navidad, pero que yo recuerdo desde pequeña presente en las panaderías y obradores casi todo el año, pues mi madre compraba de vez en cuando, especialmente al panadero que pasaba por el campo en su furgoneta. Mi problema con ellos es que me encantaba la masa, pero no me gustaba nada el relleno.

Sí, me apasiona la calabaza pero aborrezco el cabello de ángel. Jamás me ha gustado, ni de niña ni de mayor, menos aún ahora que tolero menos los dulces muy dulces. Así que yo mordisqueaba los pastelillos por todo su perímetro como un ratoncito, dejando el corazón con su relleno intacto. Ahora que he podido recrear la masa en casa los he convertido en pastas o galletas sin más, sin rellenar, y por fin puedo disfrutarlos a mi gusto. He rebajado un poco la cantidad de azúcar de la masa, así que si estáis acostumbrados a los dulces típicos tal cual, aumentad la cantidad unos 50 g más.



Receta de galletas de pastelillos murcianos
Inspiración: la morriña navideña, Teresa Vivancos y mi animadversión hacia el cabello de ángel
Ingredientes aproximados para unas 30 unidades

- 250 g de manteca de cerdo ibérico atemperada
- 200 g de azúcar
- 3 huevos M de gallinas felices atemperados
- 1 vaso de mistela o vino dulce similar (unos 200 ml)
- ralladura de 1 limón murciano
- 500 g de harina de trigo de todo uso (quizá un poco más)
- 10 g de bicarbonato sódico
- 1 cucharadita de canela molida
- 1 huevo batido para pintar

Mezclar en un recipiente amplio la manteca de cerdo con el azúcar, batiendo con unas varillas manuales hasta incorporar bien. Echar los huevos, uno a uno, batiendo tras cada adición ligeramente.

Añadir el vaso de mistela y la ralladura fina del limón lavado, sin parte blanca, remover con las varillas y echar finalmente la harina con el bicarbonato y la canela.

Una vez todo incorporado, amasar a mano mejor sobre una superficie limpia enharinada, echando poco a poco algo más de harina si hiciera falta, hasta obtener una masa maleable, húmeda pero que no sea pegajosa. Tapar y dejar reposar 30 minutos.

Precalentar el horno a 180 ºC sin aire y estirar la masa dejando un grosor de 1 cm, aproximadamente. Recortar las galletas con un cortador redondo o tipo flor, no muy grande, y distribuir en unas bandejas de horno con papel sulfurizado, ligeramente separadas.

Pintar con huevo batido y hornear una bandeja cada vez hasta que estén bien doraditas, entre 20 y 25 minutos, pero vigilando que no se torren en exceso. Esperar un poco antes de trasladar a una rejilla y dejar enfriar por completo.



 

¡Que tengáis un fantástico final de año y mucho mejor 2025! Pasadlo bien y nada de sustos, que la Nochevieja puede ser muy traicionera. Y además parece que vendrá con frío.

14 diciembre, 2024

English gingerbread bundt cake o bizcochón de pan de jengibre inglés para sobrevivir al diciembre prenavideño

 

¡Mi querido otoño tiene los días contados! No me pilla exactamente de sorpresa porque ya me conozco bien el percal, noviembre vuela y diciembre más de lo mismo, y eso que son mis semanas de más estrés y trabajo en el curro. Pero se lleva mil veces mejor que en verano, por supuesto. Que no se te pegue el culo a la silla mientras se te derriten los sesos ayuda bastante.

Este año el no-puente de la Constitución/Inmaculada/Purísima ha sido un poco estafa en Madrid, solo con un viernes festivo, pero lo hemos agradecido un montón. Esa semana se hizo eterna, teniendo solo cuatro días, tanto para mí como para el elfo, que también ha acabado hasta las narices de trabajo. Él ya está de vacaciones, a mí me quedan un par de días y, con suerte, podré dedicarme el resto del mes a la NADA. Bueno, no exactamente, que quiero hacer muchas cosas en fiestas con la familia, pero ya me entendéis.

 

Lo que sí hice en cuanto arrancó diciembre fue sacar mi querido molde de bundt cake de Nordic Ware modelo pine forest, bosque de pinos, que ya es tradición usar cuando asoman las fiestas. El cuerpo me pedía un bizcocho o pastel o algo con muchas especias, miel o melaza, y aproveché para recuperar una receta que tenía fichada de Edd Kimber, alias The boy who bakes, que me cae genial y tiene recetas estupendas y muy tentadoras. Además es una receta de su abuela, y eso suma puntos.

Yo he adaptado la receta reduciendo la cantidad de azúcar y eliminando el stem ginger, que es una conserva de jengibre en sirope típica británica pero que aquí no encuentro, y no tenía tiempo de hacer casera. Además, al elfo no le hubiera hecho mucha gracia tantísimo jengibre, que le conozco. Tampoco tenía mermelada de naranja así que añadí vino dulce y algo de ralladura.


 

Se puede hacer perfectamente en un molde que no sea de Nordic Ware o estrictamente de bundt, pero es importante que sí tenga un agujero en medio y sea grande; un molde redondo o de plum cake dará resultados diferentes; probablemente ricos, pero con una miga de estructura distinta. El golden syrup se puede cambiar por miel de caña -melaza- o miel al gusto; no quedará igual de sabor, pero saldrá buenísimo también. Tengo otra receta de gingerbread bundt cake, versión estadounidense, que recuerdo más húmedo pero muy bueno también. Y como no hay dos sin tres, el bundt cake de cacao y lebkuchen es otro ganador.


Receta de gingerbreaad bundt cake
Inspiración: diciembre y esta receta de Edd Kimber
Ingredientes para un molde de bundt grande, de al menos 9 tazas

- 170 g de mantequilla sin sal
- 340 g de Golden syrup o miel de caña
- 50 g de azúcar
- 340 g de harina de trigo de todo uso
- 3 cucharaditas de jengibre molido
- 2 cucharaditas de de mezcla de especias para pan de especias
- 1 cucharadita de bicarbonato sódico
- 1 pizca de pimienta negra o cayena
- 1/2 cucharadita de sal
- 2 huevos L a temperatura ambiente
- 1 cucharada de vino dulce o zumo de naranja y/o ralladura
- 210 ml de leche o bebida vegetal, a temperatura ambiente
- mantequilla y harina para el molde
- azúcar glasé para decorar

Precalentar el horno a 180ºC con calor arriba y abajo, sin aire. Engrasar bien el molde de bundt con mantequilla, por todos los recovecos, y añadir harina tamizada. Poner bocabajo y dar golpecitos para sacudir el exceso de harina.

Derretir a fuego suave la mantequilla con el Golden syrup o melaza y el azúcar. Cuando esté todo bien homogéneo, añadir las especias y retirar del fuego -así son más aromáticas-. Añadir el vino o zumo, la leche y los huevos cando se haya enfriado un poco, mezclando con varillas. Tamizar la harina en un recipiente grande con el bicarbonato y la sal y añadir la mezcla de ingredientes húmedos.

Combinar todo mezclando suavemente hasta que no haya grumos secos, pero sin mezclar o batir en exceso para que la masa no salga muy apelmazada. Algún grumo puede quedar, pero no restos secos de harina. Verter en el molde, procurando que se llenen todos los recovecos, dar unos golpecitos para romper las posibles burbujas que salgan y hornear durante 45-50 minutos.

Esperar fuera del horno 10 minutos y desmoldar rezando a los dioses. Yo suelo separar la parte de la masa más visible con ayuda de una espátula o cuchillo redondo fino, pongo una rejilla y giro el molde con un movimiento rápido. Suele desmoldarse bien, pero si se rompe algo de masa que no haya drama, intenta colocar el trozo roto y se pegará un poco con el calor residual.

Decorar solo cuando esté totalmente frío, con azúcar glasé tamizado o un glaseado al gusto.


30 noviembre, 2024

Mini cakes de pistacho sin gluten para endulzar el café de tardes hogareñas

 


Llego a tiempo de publicar una recetica dulce caprichosa antes de despedir el mes de noviembre, el cual no tengo claro si se me ha hecho largo o se me ha pasado volando. Un poco ambas cosas, supongo, sensación que termina dejándome más agotada por dentro.

La recta final de año siempre viene cargadísima de trabajo y, cuando se junta con imprevistos tantos laborales como personales, llega el caos. Bueno, tampoco voy a ponerme dramática en exceso que no ha sido para tanto, pero sí que he terminado muchos días agotada, sobre todo de la cabeza. Por suerte, el tiempo otoñal -aunque menos frío de lo que me gustaría- y las ganas de celebrar las fiestas en casa con unas pequeñas vacaciones hacen todo más llevadero. Y que tengo la suerte de estar rodeada de gente estupenda, que siempre facilita la existencia.


Este mes hemos tenido follón gatuno en casa. Nuestro gatete Lito, un buen día, no se terminó la comida que normalmente engulle como si se la fueran a robar. Al día siguiente fue a comerse el pienso que le quedaba y lo vomitó de golpe. Ya no quiso comer más pienso ni tampoco al día siguiente, y apenas comía un poco de otras cosas (fiambre de pavo, que le encanta, pollo, comida húmeda...), que tampoco pedía con especial entusiasmo. Nos preocupamos así que fuimos al veterinario, con el consiguiente drama que el señorito monta en cuanto ve el transportín. Pues le tocó volver al día siguiente, y una semana después otra vez.

Exploración, ecografía, analítica y análisis de orina después, teníamos diagnóstico: tiene riñones poliquísticos. Es una enfermedad congénita sin cura que hará que los riñones funcionen cada vez peor con la edad hasta fallar, pero por el momento parece que siguen relativamente bien. Toca, eso sí, cambio de dieta, vigilar que beba mucha agua y controles más periódicos. Además tenía una bacteria, colestasis y gastroenteritis, probablemente por eso no comía bien. Tras un finde de medicación y caprichitos ya vuelve a comer como una lima y parece que el pienso nuevo renal le gusta tanto o más que el anterior, así que estamos contentos con eso :). Esperamos que pueda seguir bien y feliz muchos años más con una vida relativamente normal.


Y tras la chapa gatuna, recetica dulce. Me apunté estos mini cakes de pistachos en cuanto vi la receta en The Guardian, firmada por Ravneet Gill, y me di el capricho de hornearlos el finde que el elfo estaba, como cada año, en un concurso de pintura de miniaturas en Monte San Savino. Mi receta está algo modificada, no puse frambuesas -porque no tenía, básicamente- y usé moldes normales de muffins, de tamaño mediano, pero en formato más mini deben ser peligrosos porque no podrás comerte solo uno. Muy fáciles de preparar y riquísimos, con esa miga esponjosa y suave, algo húmeda y muy aromática, que los frutos secos consiguen en este tipo de masas.


Receta de mini cakes de pistacho sin gluten
Inspiración: receta ligeramente modificada de Ravneet Gill
Ingredientes aproximados para 5-6 cakes tamaño magdalena mediana o 9-10 minis

- 70 g de pistachos triturados finos (molidos)
- 60 g de almendra molida
- 90 g de azúcar glasé
- 50 g de harina de trigo sarraceno o teff
- 1 pizca de sal
- 1/4 cucharadita de levadura química (impulsor)
- 1/4 cucharadita de cardamomo molido (opcional)
- 80 g de mantequilla sin sal derretida
- 120 g de claras de huevo

Precalentar el horno a 180ºC con calor arriba y abajo. Engrasar los moldes o usar cápsulas de papel o moldes de silicona.

Tamizar todos los ingredientes secos en un recipiente mediano y mezclar con unas varillas finas. Añadir la mantequilla derretida, no muy caliente, y mezclar bien. Montar las claras aparte casi a punto de nieve e incorporar a la masa con movimientos envolventes, aunque no será una masa muy aireada en apariencia, más bien algo basta.

Repartir la masa en los moldes y hornear hasta que estén dorados y al pinchar el centro con un palillo salga prácticamente limpio y seco; será en torno a 18-30 minutos, según el tamaño del molde y tipo de horno. Esperar un poco antes de desmoldar y enfriar sobre una rejilla.


 
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...