10 noviembre, 2024

Pumpkin pie cremosa o vuelta a los clásicos reconfortantes con una nueva tarta de calabaza

 

Estas últimas semanas están siendo un mazazo emocional tras otro. La cosa empezó más o menos bien, considerando que el horror en Oriente Próximo sigue día sí y día también sin que al resto de "líderes" (ejem) del mundo parezca importarle mucho. Pude escaparme a mi Murcia unos pocos días aprovechando un evento de trabajo, y poder estar con la familia siempre renueva los ánimos. Además tuve la oportunidad de disfrutar de una cena increíble en un lugar de ensueño, en mi propio barrio de toda la vida -quién me lo iba a mí a decir-, y pude aprovechar incluso para volver al campo y hacer un poco de turismo local, pese a no estar de vacaciones.

Pero claro, llega la realidad del mundo y te pega un guantazo en la cara, y otro más fuerte después, y otros más de propina. Soy incapaz de comentar nada sobre el horror a todos los niveles de la DANA, esa gota fría terrible que ha dejado la mayor catástrofe que se recuerda en tantas comarcas, pueblos y campos de Valencia, Albacete, Andalucía y más. Pasando "de puntillas" esta vez por Murcia pero recordándonos a todos los que hemos crecido entre gotas frías la destrucción que puede traer este fenómeno meteorológico. Particularmente cuando nos rodea la incompetencia política. Pero no quiero entrar ahí que me enciendo, y tampoco iba a decir nada nuevo. 

 


Ánimo a todos los que han sufrido y siguen sufriendo las consecuencias de esta catástrofe. Ojalá, ojalá de verdad que no se vuelva a repetir, pero no soy nada optimista al respecto. Digamos que las recientes elecciones en EEUU tampoco me han dejado con el ánimo especialmente positivo respecto a la fe en el ser humano.

Ante la desesperanza y el hastío con el mundo, me refugio en las pequeñas cosas cotidianas. Que al menos el otoño en mi barrio está en su esplendor, y es el ambiente perfecto para hornear. Pasó Halloween, pasó Todos los Santos y el Día de Difuntos, y yo recuperé mi tradición de hacer una tarta de calabaza o pumpkin pie. Haciendo lo que más me gusta, complicándome probando cosas nuevas en lugar de repetir las recetas del pasado que sé que funcionan.

Basándome un poco en las explicaciones y recetas de The Flavour Bender y Joy of Baking, quise hacer una masa de las tipo flaky, como ya hice hace tiempo, pero algo más suave y no tan quebradiza, y un relleno que fuera muy cremoso. No tengo nada en contra de las tartas de calabaza más sólidas y algo granulosas, pero mi reto esta vez era un relleno bien cremoso, con un toque caramelizado donde resaltara el sabor de la calabaza y las especias. Objetivo conseguido. Solo me queda tener más maña dando forma al borde y dar con el tiempo de horneado perfecto.


Unos consejicos previos. 

Si usas puré de calabaza casero, procura exprimir muy, muy, muy, muy bien el agua que suelta, dejándola al menos toda la noche escurriendo, o más. Si puedes, compra un bote comercial, es mucho más cómodo. Respecto a la masa, este tipo de pies quedan de fábula con la masa quebradiza rica en mantequilla que no se funde con la harina, y es mejor hacerla el día antes para que se enfríe toda la noche antes de hornear; el reposo en frío antes de entrar al horno también es casi imprescindible, diría yo. Y al hornear en blanco, mucho mejor usar papel de aluminio para cubrirla con azúcar de peso, nada de legumbres ni pesos comerciales. Comodísimo. 

Ah, quizá le habría dado algo más de temperatura al horno o más tiempo de horneado, visto el resultado. Quedó estupenda, pero no del todo perfecta. Qué pena, tendré que repetir hasta dar con el punto. Y si tenéis gatos en casa, procurad que no tengan acceso a la tarta mientras se enfría o podéis encontrar huellas de patitas sobre ella, como puede atestiguar la nuestra. Los lametones que le habrá dado Lito a la corteza no se ven, pero no dudo que fueron producidos.



Receta de pumpkin pie o tarta de calabaza americana
Inspiración: el otoño, la nostalgia y The Flavour Bender
Ingredientes para 1 molde de 23 cm de diámetro (este en concreto)

- 150 g de mantequilla sin sal muy fría
- 100-120 ml de agua muy fría
- 200 g de harina de todo uso (repostería)
- 10 g de panela
- 1 pizca de sal

- 2 huevos L y 1 yema L, a temperatura ambiente
- 425-430 g de puré de calabaza (de bote o casero, muy bien escurrido)
- 200 ml de nata líquida para montar (sin lactosa en mi caso) a temperatura ambiente
- 50 g de leche (sin lactosa en mi caso) a temperatura ambiente
- 10 g de maizena (opcional)
- 30 g de sirope de arce o miel
- 70 g de azúcar moreno 
- 1 cucharadita de canela molida
- 3/4 cucharadita de jengibre molido
- 1/4 cucharadita de clavo molido
- 1/4 cucharadita de allspice (pimienta de Jamaica, opcional)
- 1/4 cucharadita de cardamomo molido
- 1 buena pizca de nuez moscada recién rallada
- 1/2 cucharadita de sal

Preparar la masa varias horas antes o, mejor, el día anterior. Cortar la mantequilla en cubos y llevar al congelador unos minutos. Mezclar la harina con la panela y la sal en un recipiente o el vaso de un robot o procesador de alimentos. Añadir la mantequilla y aplastar y frotar todo con las manos hasta tener una textura de migas gruesas. Añadir casi toda el agua y seguir frotando; debe quedar una textura de arena, pero que al apretar la masa se quede cohesionada. Añadir más agua si hiciera falta. Es más fácil hacer esto con el robot, triturando todo en tandas cortas.

Volcar sobre una superficie de trabajo limpiar y cohesionar la masa. Dividir en dos, poner uno sobre el otro y aplastar formando un disco. Deberían verse pegotitos de mantequilla por la masa. Envolver en film y refrigerar al menos dos horas, o hasta el día siguiente.

Engrasar el molde. Estirar la masa dejando un grosor de unos 3-4 mm y trasladar al molde. Apretar con el dorso de los dedos -enharinados si hace falta-, pero NO estirar la masa. Cortar el exceso de los bordes, dejando que sobresalga un poco. Pellizcar el borde para darle forma rizada o dejar tal cal. Refrigerar entre 30 y 60 minutos. Precalentar el horno a 175ºC mientras tanto, calor arriba y abajo.

Cubrir la masa con papel de aluminio -no recomiendo usar papel de horno-. Llenar con azúcar generosamente para que haga de peso y hornear durante 40 minutos, poniendo el molde en un nivel por debajo de la mitad del horno. Sacar y retirar con mucho cuidado el papel de aluminio con el azúcar. Pinchar el fondo de la masa con un tenedor y tapar el borde de la masa con más papel de aluminio. Volver a hornear unos 10-15 minutos, hasta que el fondo esté ligeramente dorado, no crudo. Sacar y dejar enfriar mientras se hace el relleno.

Mezclar todos los ingredientes en un recipiente con unas varillas o triturar con una batidora de brazo, de vaso o con un robot, sin batir demasiado. Dejar reposar unos minutos, dando golpecitos para que salgan las burbujas de aire y romperlas con una espátula. Verter la masa en el molde, dar de nuevo golpecitos y romper las burbujas. Hornear a 180 ºC durante unos 50 minutos, comprobando que la masa no se tueste demasiado -proteger con papel de aluminio si hiciera falta-.

Dejar enfriar a temperatura ambiente y refrigerar al menos una hora antes de servir. Está más rica pasadas varias horas, pero procurar que no esté muy fría al servir. Cuidado si tienes gatos, el olorcito de la tarta recién hecha suele atraer el interés de sus patitas.

Cuidáos mucho y cuidad a los demás. De verdad.

16 octubre, 2024

Torta de pan de aceite con masa madre para el Día Mundial del pan - WBD2024

 


¡Feliz Día Mundial del Pan!

Si hace un par de semanas regresé al blog tras mis ya habituales meses de parón, obviamente no podía faltar a la cita anual que celebra la cultura panadera en redes por todo el mundo. No quiero volver a enrollarme dando la turra con lo muchísimo que me gusta el pan, lo importante que ha sido siempre en mi vida y los recuerdos que tengo con el pan de Suiza y Murcia; solo vuelvo a agradecer a zorra/kochtopf - 1x umrühren bitte haber empezado este evento virtual hace ya tantos años. Es muy especial y me hace mucha ilusión seguir participando y echar la vista atrás a tantos panes... y lo mucho que han cambiado mis masas y mi propia vida. 

Las fechas me pillan siempre últimamente un poco regular para hacer experimentos o afrontar recetas que sean un verdadero reto, que me permitan explorar otras fórmulas, otras harinas, otras culturas... aunque la época es perfecta, eso sí. El inicio del otoño siempre nos da ánimos renovados a quienes nos encanta hacer pan en casa, tras el infernal verano en el que amasar, fermentar y hornear sí que es un reto.

Día Mundial del Pan

Mi masa madre sigue vivita y coleando después de tantos años ya, aguantando a los veranos como una campeona en la nevera, a veces pasándose más de un mes sin recibir alimento por mi parte, pero volviendo a la vida con su generosidad cuando la despierto. Y repasando publicaciones y recetas que tengo guardadas desde hace tiempo -guardo demasiadas recetas 'para hacer en el futuro'-, me acordé de una torta de pan de aceite que compartió nuestro sensei panarra nacional, Ibán Yarza, en su Instagram. Un tipo de pan plano que, como bien explicó en su día y como ha desarrollado en sus libros sobre el pan de pueblo -maravillosos-, se encuentra en la tradición de muchas regiones, tanto españolas como italianas y más allá.

 


Es realmente sencilla de preparar y se puede hacer con levadura de panadería seca o fresca, aunque con masa madre siempre tiene ese puntito especial extra. Me encanta embadurnar este tipo de masas en buen aceite de oliva virgen extra y estirarlas con las yemas de los dedos, dejando las marcas que luego permanecen tras el horneado. Y es un pan riquísimo.

 


Aguanta bien un par de días bien guardado, aunque confieso que me gustan esa textura de pan duro que se le va quedando a los panes de masa madre con el paso del tiempo, para zambullirlos en sopas, leche, café o lo que surja. Pero como Pablo estaba de viaje ese día preferí cortar en porciones la segunda unidad y congelarla recién horneada; es un lujo tener un congelador bien ataviado de rebanadas, panecillos y pedazos de buen pan. En esta casa jamás sobra o se tira pan.



Receta de torta de pan de aceite con masa madre
Inspiración: receta ligeramente modificada de Ibán Yarza
Ingredientes para 2 unidades

- 100 g de harina panadera
- 60 g de agua
- 5 g de masa madre activa al 100% de hidratación

- 165 g de la masa madre preparada
- 260 g de harina zamorana
- 260 g de harina T80 molida a la piedra o mezcla, o más panadera
- 340 g de agua
- 9 g de sal
- 0,3 g de levadura seca de panadería
- aceite de oliva virgen extra
- hinojo seco molido o comino o anís (opcional)

Cuando la masa madre esté animada y contenta, preparar el prefermento con los 100 g de harina panadera y el agua, dejando la mezcla reposar unas 12 horas a 20ºC, aproximadamente.

Al día siguiente, mezclar todo menos el aceite y las posibles hierbas secas. Tapar y reposar 15 minutos. Amasar a mano o con máquina hasta que esté bien elástica y fina. Tapar y dejar levar unas 2-3 horas, según la temperatura que haga y la fuerza de la masa madre.

Dividir en dos mitades del mismo peso y bolearlas con suavidad, sin hacer tensión, no estamos formando bollos ni hogazas. Taparlas, cubriéndolas con film engrasado con aceite, y dejar fermentar una hora más.

Llevar las masas a una o dos bandejas de hornear con papel sulfurizado y cubrir con aceite; aplanar dando forma de disco usando las yemas de los dedos, estirándolas mientras se hunden los dedos hasta dejar un diámetro de unos 20-30 cm. Tapar de nuevo y dejar otra hora. Mientras, precalentar el horno a 250ºC con calor arriba y abajo, sin aire, dejando una bandeja metálica en la base para hacer vapor.

Volver a pintar las masas con aceite y a marcar de nuevo la superficie con los dedos, aplanándolas un poco más -o según se prefiera una masa más fina o con más miga-. Añadir ahora si se desea semillas, especias o hierbas, como si fuera una focaccia, pero solo un toque, que no acapare la masa.

Hornear echando medio vaso de agua en la bandeja para crear vapor. Pasados 5 minutos, retirar la bandeja y continuar la cocción hasta que estén bien doradas. Si tememos que se van a quemar muy rápido, bajar un poco la temperatura, aunque la idea es que se hagan muy rápido y queden crujientes.

06 octubre, 2024

Coca de zanahoria y nuez para volver al hogar invocando al otoño

 Vuelvo, como ya viene siendo habitual en mí, a quitar las telarañas del blog en octubre, mi mes favorito en la fantasía de mi mente. Me he convencido de que es mi mes favorito porque lo tengo idealizado en cómo me gustaría que fuera, totalmente otoñal, con el nórdico puesto en la cama, la casa puesta totalmente a unto tras esas tareas pendientes que nos propusimos terminar en verano, con una rutina establecida, tardes de sofá, tazas humeantes y mantitas, paseos por parques vestidos de hojas y teñidos de rojo, amarillo y naranja.

Pero la realidad es que a día 6 todavía no he guardado toda la ropa de verano, me siguen apeteciendo más helados y tés fríos que cosas calientes y la lista de tareas sigue ahí, esperando a que nos dignemos a hacerle caso de una vez. En fin, casi que esta es la rutina real y no la que me monto en mi cabeza.

 Pero sí que se va notando el cambio al menos por donde nosotros vivimos y los parques van dejándose abrazar, tímidamente, por el otoño. Y al menos ya puedo hornear sin morir en el intento, las masas de pan no se descontrolan tanto con los calores y, aunque sin nórdico, puedo dormir tapada y descansar mejor. Y estamos en la spooky season, que siempre le da más encanto a este mes con su ambiente de brujas, fantasmas, gatos, calabazas, espíritus, leyendas, fantasmas y vampiros. 

 Sabéis que me encanta la Navidad pero a su debido tiempo, y toda la parafernalia de Halloween, la Noche de Brujas, el Día de los Muertos y Todos los Santos también me fascina. Porque además va de la mano del mercado otoñal, con sus calabazas, castañas, nueces, mandarinas, naranjas, setas, caquis, granadas, boniatos y muchas más cosas deliciosas.


 Tenía fichada desde hace tiempo una receta de coca de zanahoria de Santi en Una receta, un recuerdo, un bizcocho de esos tan típicos en tierras valencianas horneados en llandas y bandejas amplias que tanto me gustan para hacerlos más planitos y darle variedad al repertorio dulce. Y la semana pasada me ardía la vena repostera, tenía zanahorias que pedían un uso urgente y un paquete de nueces peladas que compré cuando vino mi hermano de visita en verano -es un señorito comodón que prefiere evitar tener que abrirlas él a mano-. Como al elfo no le gustan los tropezones de frutos secos en las masas, la receta era perfecta, pues Santi propone triturarlas para usarlas casi como una harina.

El resultado es fabuloso, un bizcocho con textura rústica pero jugosísimo, de esos que saben a hogar, a tazas humeantes con una chimenea tras un paseo por el bosque. Si le ponéis azúcar por encima para que haga costra, tened en cuenta que con el paso de las horas es más que probable que se humedezca; perderéis el toque crujiente pero quedará como una cobertura más golosa y caramelizada -salvo que echéis MUCHO azúcar-. 

Yo quería una coca bajita, pero si preferís una miga más gordota solo tenéis que usar una fuente más pequeña y de paredes altas. Corté la mitad en porciones y las congelé, porque somos solo dos en casa y hay que tener cierta mesura. Siempre prefiero hacer recetas completas y congelar -o regalar- a dividir cantidades, que no siempre salen bien.

Receta de coca de zanahoria y nuez
Inspiración: el otoño y Santi Hernández
Ingredientes para una bandeja de unos 20x30 cm

- 150 g de nueces molidas
- 150 g de zanahoria rallada fina
- 4 huevos S (o 3 M) de gallinas felices
- 100 g de panela o azúcar moreno
- 100 g de azúcar blanquilla
- ralladura de 1 naranja pequeña
- 250 g de leche sin lactosa o normal
- 60 g de aceite de oliva virgen extra o girasol
- 250 g de harina de todo uso
- 1/2 cucharadita de canela molida
- 3 sobres dobles de gaseosas
- 1 buena pizca de sal

Si no tenemos nueces molidas compradas, partir las nueces o usar nueces ya peladas comerciales. Tostarlas ligeramente en una sartén sin aceite procurando que no se quemen; paso opcional pero muy recomendable, sobre todo si usamos nueces ya peladas. Esperar a que se enfríen y triturar con un robot o picadora hasta tener textura casi de harina; si quedan grumillos no pasa nada, más textura.

Lavar, secar y pelar ligeramente -si es necesario- unas 2-3 zanahorias, según tamaño, y rallarlas finas. Tapar y reservar. Precalentar el horno a 200ºC con calor arriba y abajo y engrasar o forrar una bandeja de horno rectangular.

Batir muy bien los huevos con los dos tipos de azúcar, hasta que espesen un poco. Añadir la leche, el aceite y la ralladura de naranja, y batir un poco más. Añadir las nueces molidas, incorporar sin batir mucho, y tamizar encima la harina con las gaseosillas, la canela y la sal. Echarla en tandas, alternando con la zanahoria, incorporando con movimientos suaves hasta que no queden grumos secos.

Llenar la bandeja con la masa y añadir azúcar por encima si se desea. Hornear durante unos 35-40 minutos, hasta que esté bien dorada y al pincharla en el centro con un palillo salga limpio. Esperar un poco antes de desmoldar sobre una rejilla.

 


d

29 diciembre, 2023

Corazones de miel y especias de Lebkuchen para endulzar el fin de año

¡Feliz Navidad y felices últimos días del año!

Llego un poco tarde para felicitar las fiestas pero ya que, milagrosamente, estoy actualizando de nuevo el blog, me apetecía retomar viejas -viejísimas- costumbres 😊. Espero que estéis pasando estos días lo mejor posible, disfrutando como os venga en gana, con la familia sanguínea o elegida que os haga sentir bien y, sobre todo, con buena salud y sin estrés, agobios o ansiedad. Que al final es lo más importante. Yo he tardado en aprenderlo, pero cuando te das cuenta de lo que realmente merece la pena, estas fiestas o cualquier momento del año se gozan el cuádruple.

Bizcochitos con formas de corazones de miel sobre una bandeja navideña


Porque desafortunadamente hemos tenido este año otra problemas de salud en la familia y es inevitable acordarse de quienes ya no están con nosotros; es parte de esa nostalgia triste pero extrañamente reconfortante y agridulce que tienen las fiestas. Se sufre, pero al mismo tiempo creo que es bonito rememorar esos tiempos pasados, acordarte solo de los momentos felices que pasaste en otra época, casi olvidando que también se discutía o había quejas en la mesa por cualquier tontuna. Recordar puede doler mucho, pero yo no querría olvidar esos recuerdos solo por no sufrir, aunque sea para estar más presente en el ahora y ser consciente de que lo que vivimos hoy también lo echaremos de menos algún día.


Habrá excepciones, por supuesto. Soy consciente de que hablo desde mi propio privilegio y que muchos tendrán unas navidades muy duras. Tampoco quiero lanzar mensajes baratos de taza de Mr.Wonderful -argh-; la vida es cruel y muy puñetera. Ánimo y abrazos para todo el que lo necesite, tenéis el derecho de pasar de las fiestas y sus tradiciones y hacer lo que os venga en gana si toda esta parafernalia os trae sin cuidado. Yo vivo la Navidad como a mí me gusta y jamás se me ocurriría tildar de aguafiestas a quien le resulte absurda.

Dejo ya de divagar mientras intento ignorar los ruidos infernales de la obra del edificio en construcción que tenemos justo pegado al de mis padres -a las 8.00 en puntico arrancan cada mañana- y recupero esta receta que horneé en Madrid pocos días antes de hacer la maleta. Unos corazones de miel y especias de Lebkuchen que se suman al interminable catálogo de este tipo de dulces navideños-invernales que ya han desfilado por aquí. Y los que quedan.

Como me gustan todas las versiones de galletas, panecillos, bizcochitos, pasteles, pastas y demás variantes de pan de especias que he probado, suelo probar nuevas cada año. Receta que veo con buena pinta, receta que apunto y que luego tuneo un poco a mi gusto. En este caso tenemos el típico formato de corazones de miga tierna, sin más grasa que la yema de huevo, endulzados con mucha miel y con su potente aroma de Lebkuchen. Hoy es fácil encontrar esta mezcla en tiendas especializadas, pero podéis hacerla también casera.

La receta utiliza como agente levante la antigua combinación de bicarbonato de amonio y bicarbonato potásico, que sigue usándose en países centroeuropeos. Aquí es complicado encontrarlos, así que se puede sustituir por bicarbonato sódico corriente. Como ya he explicado en alguna ocasión (aquí cuento más detalles), el resultado es distinto y difícil de explicar, pero cuando lo pruebas ves claramente la diferencia en la textura; además los dulces se mantienen tiernos y esponjosos muchísimo más tiempo con los primeros.


Es importante dejar reposar la masa al menos de un día para otro para que se desarrollen bien los sabores y aromas; se podría omitir ese paso si tenemos mucha prisa, pero la diferencia es notable. Por supuesto, cuanto mejor sea la calidad de la miel que uséis, más ricos y aromáticos saldrán, y así además se puede jugar con el aroma según el tipo de miel que elijamos. La mía era una miel de la sierra de Madrid que regalan a mis suegros, de color claro y un precioso dorado brillante, con toques de monte y flores de montaña. Si usamos una miel más oscura los corazones saldrán, obviamente, más oscuritos y tostados. Nada que objetar al respecto. 

Supongo que podrían hacerse con un sirope vegetal para una variante vegana, sustituyendo las yemas por algún equivalente, como sirope de arce, de dátil o de ágave. Quizá la textura final sea distinta, pero quedarán ricos también.

Estos corazones se suelen decorar con almendras y guindas u otros frutos secos, a veces se bañan en chocolate negro o blanco o se pintan con glasa real -azúcar glasé+clara de huevo pasteurizada- como las galletas de jengibre. En mi caso simplemente usé almendras laminadas y trocitos de orejones de albaricoque para darles un toque sencillo, porque son ya suficientemente dulces como para agregar mucho más. Aguantan perfectamente durante semanas si se guardan en un recipiente hermético en un lugar fresco y seco, sin mezclar con otros dulces.

Receta de corazones de miel y especias de Lebkuchen
Inspiración: una receta que tenía apuntada desde hace años y no recuerdo de dónde saqué
Ingredientes para muchos corazones, según tamaño

- 500 g de miel de buena calidad
- 4,5 cucharaditas de mezcla de pan de especias*
- ralladura de 1 naranja pequeña o mandarina
- 3 yemas de huevo de gallinas felices
- 200 ml de buttermilk o leche mezclada con 1 cucharadita de zumo de limón
- 500 g de harina de todo uso
- 100 g de harina integral de centeno
- 1 cucharadita de bicarbonato de amonio**
- 2 cucharaditas de bicarbonato potásico**
- 1 clara de huevo para pintar
- agua o caldo necesario
- frutos secos y/o guindas al gusto

Calentar la miel en un cazo a fuego muy suave para que se ponga muy líquida. Retirar del fuego, añadir las especias y la ralladura y dejar enfriar ligeramente hasta que no queme al tacto. Combinar aparte las harinas con los bicarbonatos en un recipiente grande.

Agregar las yemas y el buttermilk, mezclando con unas varillas manuales. Echar sobre la mezcla seca y trabajar la masa hasta incorporar, terminado de amasar sobre una superficie limpia. Envolver en film y dejar reposar en la parte menos más fría de la nevera durante 24 horas o toda la noche.

Precalentar el horno a 170 ºC sin aire. Estirar la masa entre hojas de papel de horno dejando un grosor de 1 cm. Recortar los corazones con moldes adecuados, distribuir en bandejas de horno con papel sulfurizado, dejando espacio entre ellos, y pintar con la clara de huevo batida. Decorar al gusto si se desea con frutos secos.

Hornear una bandeja cada vez durante unos 12-15 minutos, vigilando que no se tuesten, solo tienen que dorarse. Dejar enfriar un poco antes de trasladar a una rejilla y guardar en un recipiente hermético cuando estén totalmente fríos.

* Una mezcla casera puede ser 1 cucharadita de canela, 1 cucharadita de jengibre, 1/2 cucharadita de clavo, 1/2 cucharadita de cardamomo, 1/2 cucharadita de anís estrellado, 1/2 cucharadita de cilantro/coriandro, 1/4 cucharadita de pimienta de Jamaica, 1/4 cucharadita de nuez moscada (todo molido).

** Sustituir por 2 cucharaditas de levadura química -impulsor- y 1/2 cucharadita de bicarbonato sódico si no se encuentran.


¡Feliz Año Nuevo! Ojalá el 2024 sea, al menos, tranquilo y con buena salud para todos.
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