Ay los dulces... Esto era una especie de fusión entre brioche y croissant, con un profundo sabor a mantequilla |
Mi pobre padre casi se vuelve loco intentando encontrar una casa rural donde poder alojarnos los tres, que coincidiera con las fechas disponibles y nos ofreciera un mínimo de comocidades decentes. Está claro que hay que empezar a planificar las vacaciones cada vez con mayor antelación. Sin embargo, tuvimos la enorme de suerte de dar con una casa estupenda, que nos enamoró en cuanto llegamos. Se llama Cazal da Lamella y está en la región de Minho, en los límites de la localidad de Fafe, muy cerquita de Guimarães.
No os quiero engañar, nos costó bastante dar con ella porque la zona es un poco caótica para el visitante ajeno. La vivienda no está en Fafe mismo, sino que en sus alrededores se extienden muuuchos caminitos con barrios salpicados de casas por todos lados, subiendo y bajando la montaña. Es una curiosa mezcla de casas de pueblo con un aire muy "auténtico" y de construcciones más recientes con aspecto de ser segundas residencias o casas de veraneo. En cualquier caso, es una zona muy animada en verano, aunque conducen horrorosamente mal y no sé cómo no atropellan cada día a alguien al ir con esas velocidades.
La vivienda en realidad es una construcción rural antigua restaurada en 2011 que forma un complejo de dos viviendas en alquiler, la casa de los dueños y muchas zonas comunes. Las casas mantienen el exterior de piedra pero por dentro están totalmente modernizadas, con un diseño muy actual y aprovechando mucho el espacio. Creo que eran establos o graneros... y el dueño tiene un estudio de arquitectura en Oporto, así que han sabido muy bien y con gusto cómo restaurar. Hay una zona de juegos con libros, videoconsola, música y revistas, bicicletas, zona de lavadora, una gran pila de piedra antigua donde te puedes bañar, y muuucho espacio verde con grandes vistas. ¡Muy recomendable!
Además de las salidas que ya os enseñé dedicamos algunos días a simplemente explorar los alrededores. Fafe es agradable de visitar una tarde, y muy cerca hay un gran pantano donde se puede ir a pasear y seguir algún recorrido - si no os perdéis como nosotros que acabamos andando muchísimo más de la cuenta bajo un sol abrasador, cómo me río ahora y qué poca gracia le hizo a mi madre entonces -. La región es muy bonita, está llena de puntos de interés vinícolas y mucho arte románico. Los pueblecillos guardan su propio encanto cada uno y también hay mucho verde, así que, en definitiva, es una buena zona para ir a explorar sin rumbos fijos.
Me gustó eso de ir improvisando un poco sobre la marcha, sin tener esos "destinos obligatorios" tan típicos que nos imponemos al salir de viaje. Es una buena forma de conocer un poco mejor un país y sus gentes, y se descubren cosas muy interesantes. Por ejemplo, un castro celta impresionante, lástima que nos calló el diluvio universal a media visita y tuvimos que refugiarnos corriendo en la cafetería. Pero luego tenía su encanto y todo, daba más ambiente.
Volvimos pasando por Bragança, a la que se puede dedicar al menos un par de horas para subir al castillo y contemplar las vistas. Lo que me gustan las fortalezas, las construcciones en altura, las almenas y las torres, no lo sabe nadie. Aunque luego me agobie si los espacios son pequeños. Aquí tienen un curioso museo bélico en orden cronológico ascendente, y es interesante comprobar cómo van evolucionando las armas poco a poco. Interesante y algo aterrador, la verdad.
Luego entramos a España dirección Tordesillas. Teníamos que hacer noche en algún sitio, y o era imposible encontrar un hotel decente o no nos cuadraba ningún punto en la agenda de viaje, así que nos alojamos en el Parador. Es uno de los Paradores más... viejunos, para qué engañarnos, pero me gustó! Parecía que fuera a encontrarme a Juana la Loca por los pasillos, con tanta madera y tanta piedra antigua, y esos muebles de estilo medieval. Tienen piscina exterior, climatizada, pequeño gimnasio y un restaurante decente, con un pan y un aceite de oliva estupendos. Descansamos bien y con tranquilidad, ¿qué más se necesita? Al día siguiente nos esperaba la abrasadora Murcia para los días finales del verano, con breve parada por Madrid para descargar mi maleta.
Fueron buenas vacaciones :).
Cómo me gustan tus posts de viajes!!!
ResponderEliminarY ese croissant-brioche me ha recordado a una cosa que comía de pequeña, cachitos de mantequilla ^^
Gracias!! Que sepas que los tuyos sí que son inspiradores, cuando te leo me recuerdo que tengo que recuperar viajes antiguos para mi blog :)
EliminarHola Liliana
ResponderEliminarMaravilloso post, y las fotos preciosas.
Me encanta esa zona que visitásteis el año pasado tu familia y tú. Hace poco estuve por allí y me gustó mucho, sobre todo Zamora.
Un beso enorme
Hola Maca, muchas gracias! Realmente es una zona preciosa para viajar unos días, muy agradable para ir sin agobios y disfrutar del paisaje, los pueblos y la comida :). Zamora también es muy recomendable, a ver si vuelvo pronto.
EliminarQué ganas de vacaciones me han entrado leyéndote ! Siempre he dicho que lo mejor de viajar es perderse, salir de lo habitual y dejarse llevar , callejear y descubrir rincones.. Qué gozada! Me encantan tus fotos! Un besazo guapa
ResponderEliminarNo tienes la receta de estos croissants brioches??? Me a entrado un hambre viéndolos..... La foto de la calle de bajada, que es preciosa es Fafe?
ResponderEliminarBesos
Maravilloso! me alegra que vuelvas a enseñarnos rutas, viajes y paisajes nuevos, tengo unas ganas locas de visitar Oporto, Lisboa me encantó, ahora quiero ir más arriba y disfrutarlo también, me pensaré lo de Bragança.
ResponderEliminarBesos