29 julio, 2018

Bizcocho de plátano y cerezas con cúrcuma - Susto gatuno



Menuda semanita para terminar el mes de julio. Bueno, que aún quedan un par de días, pero la recta final fue la semana pasada, con mil cosas por terminar, recados pendientes y... un gato que casi nos mata del susto. Para devolverme la estabilidad mental, y antes de la ola de calor que se nos viene encima, ayer encendí el horno para preparar este bizcocho de plátano y cerezas con cúrcuma, una delicia para desayunar sin prisas.

Os pongo en situación. Jueves por la noche. Estoy sola en casa con nuestro gato Lito serieando tranquilamente. Me llama mi suegra: "mañana te sacamos sangre". Es algo que ya tenía pendiente desde hace semanas y por fin se alinearon los astros para cuadrar agendas. Pero yo me llevo MAL con las agujas, así que para compensar el disgusto me tomo un helado antes de irme a la cama ("total, no voy a desayunar a mi hora de siempre así que así evito morirme de hambre al levantarme"). Lo que no esperaba es que un susto me despertara un par de horas después haciendo que se me revolviera el estómago, convirtiendo a ese helado en un arma de destrucción masiva en mis tripas.



De madrugada el elfo me despierta. Empezamos mal. Si alguien te despierta en plena noche es que hay malas noticias. Y yo tengo muy mal despertar cuando se me corta la fase REM a medias.
"Lito se ha caído por la ventana..."
"... pero está bien.".
Sentí que entre una frase y otra había un mundo. Entre el mal despertar, el recuerdo de que me iba a enfrentar a una aguja en pocas horas y el susto, me puse en lo peor y empecé a sentirme muy mal, peor aún cuando empezó a contarme detalles de de la odisea, que en mi estado zombie me llegaban a trompicones: toldo roto de la vecina, sangre, urgencias, más sangre... Se me puso un mal cuerpo terrible con mareo y náuseas incluidas, que ya no se fueron hasta que volví de los análisis y conseguí desayunar algo a media mañana.



En fin, que Lito la lió, y de qué manera. Tenemos una terracita-tendedero donde está la lavadora que da a las zonas comunes interiores de nuestra comunidad, con rejas que dejan un espacio vacío arriba. En cuanto creció un poco, a nuestro gato le dio por trepar así que lo tapamos con una malla de esas de jardinería. Pero el jueves se puso creativo y encontró un punto débil por el que consiguió abrir un hueco: su objetivo era una jardinera que teníamos colgando por fuera. Teníamos, porque ya no existe.

La vecina de abajo, una santa que ha aguantado nuestras obras infernales portándose siempre con la máxima educación, escuchó un estruendo y descubrió que su toldo tenía un agujero. Un agujero muy curioso, con forma de rectángulo perfecto, y es que la jardinera cayó atravesándolo en línea recta perfecta. Al bajar a ver qué había pasado se encontró con un gato magullado que entró corriendo al portal al verla. Como no consiguió localizarnos lo metió en su casa y llamó al elfo a su teléfono móvil.



Pues sí, yo estaba durmiendo como un tronco y ni me enteré del timbre de la puerta. Menos mal que el elfo estaba en camino y que la vecina (¿he dicho ya que es una santa?) se ofreció a llevarle a su veterinario de urgencias, porque Lito estaba echando mucha sangre por la nariz. Ya de vuelta y yo más despierta me enteré un poco mejor de la historia.

Las radiografías salieron bien, pero teníamos que estar atentos por si Lito sangraba demasiado en las horas siguientes. El pobre estaba súper asustado y se pasó la noche acurrucado en la cama estornudando de vez en cuando gotitas de sangre. No dormimos precisamente bien. Por suerte el elfo pudo quedarse a trabajar desde casa mientras yo iba a enfrentarme a mis agujas, y al final le llevó también a nuestro veterinario de cabecera. Confirmó que todo estaba bien, sin daños internos, sin nada roto; solo magulladuras leves, una herida en el labio y en la nariz. Y el susto, que aún le duraría varias horas.



Hoy Lito está mucho mejor, ya salta y corre un poco más y pide más comida. Mientras ayer se pegaba una buena siesta con el elfo en el sofá, yo aproveché para dar salida a tres hermosos plátanos que ya habían superado el estado razonable para comerlos al natural. Tenía fichada esta receta desde hace poco así que la tuneé a mi gusto un poco. El cambio principal es que he prescindido del sirope, pero para compensar la pérdida de humedad he añadido el mismo peso en yogur. Por si el elfo se quejaba de que quedaba poco dulce he añadido un poco de edulcorante líquido, pero yo podría haber pasado sin ello perfectamente. El plátano ya endulza un montón, en mi modesta opinión 😋.

Receta de bizcocho de plátano y cerezas con cúrcuma
Inspiración: receta adaptada de Maras Wunderland
Ingredientes para 1 bizcocho de unos 25 cm

- 330 g de plátano maduro (unos 3 plátanos grandes, tan maduros que no te los comerías)
- 2 huevos de gallinas felices
- 5 ml de esencia de vainilla o equivalente
- 60 g de aceite de girasol
- 50 g de bebida de soja o leche
- 50 g de yogur
- edulcorante líquido al gusto (opcional; se puede omitir o sustituir por miel/sirope de ágave en lugar del yogur)
- 5 ml de vinagre de manzana
- 1 cucharadita bien colmada de cúrcuma molida
- 100 g de harina de espelta
- 150 g de harina de trigo sarraceno integral
- 20 g de harina de avena integral
- 1/2 cucharadita de sal
- 1 buena pizca de nuez moscada recién rallada
- 1 cucharadita de canela molida
- 1 cucharadita de bicarbonato sódico
- 1 cucharadita de levadura química
- cerezas o picotas

Precalentar el horno a 180ºC y forrar un molde rectangular de unos 22-26 cm de largo. Ya sabéis, cuanto más largo sea, más bajito quedará, y al revés.

Pelar los plátanos con cuidado, porque si están muy maduros se quedarán pegados a a piel, y chafarlos en un recipiente grande con un tenedor. Si queda algún grumito no pasa nada, casi mejor, aporta más textura y sabor al bizcocho.

Agregar los huevos  batir un poco con unas varillas. Incorporar la vainilla, el aceite, la leche, el yogur, el edulcorante (en su caso), el vinagre y la cúrcuma. Batir con las varillas hasta que quede una masa homogénea.

Incorporar todos los ingredientes secos mezclando con suavidad usando una lengüeta o espátula, Debe quedar una masa sin grumos secos, pero es mejor no darle demasiados meneos ni muy fuertes. Llenar el molde, dejando la parte superior uniforme, y repartir por encima unas cerezas troceadas sin el hueso.

Hornear a media altura durante unos 40-50 minutos, hasta que al pinchar el centro con un palillo o brocheta salga prácticamente limpia, con algunas miguitas pegadas. Esperar un poco fuera del horno, desmoldar y dejar enfriar por completo sobre una rejilla.




Era duro ver a Lito tan acongojado, débil y asustadizo, con su naricilla manchada de sangre, respirando con dificultad... ains, el cariño que se coge a los animales y lo que te hacen sufrir. Lito por suerte está bien, pero mi gato de Murcia, el gato de mis padres, está el pobre muy malito. Justo mi padre me contaba el otro día que lo está pasando mal porque tiene un virus incurable que le llena la boca de heridas y no puede comer bien, ha perdido totalmente la voz y casi todo el oído, cojea y está debilucho. Me parte el alma al imaginarle así, sin poder disfrutar como antes de su querido campo. Solo espero poder despedirme de él cuando baje a Murcia en agosto, lo que tenemos claro que es que no queremos que pase sus últimos días sufriendo.

Pero cualquier susto o trastada que hagan se compensa sobradamente con el amor y los buenos momentos que te regalan. Aunque ya no sepamos lo que es vivir sin tener pelo de gato en absolutamente todas partes.

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