21 mayo, 2019

Tarta de zanahorias, galletas y coco: receta fría y facilísima para cumpleaños fallidos


Ha pasado un mes y un día desde mi cumpleaños, que es cuando preparé esta tarta improvisada entre varias lloreras tontas. Pero salió muy buena, y compartir algo rico que surge de la nada con la gente que quieres, también reconforta. Murcia estaba preciosa durante las fiestas, la lluvia dio paso a días soleados verdes que olían a azahar y daba gusto incluso zambullirse en la marabunta de gente que salía a disfrutar de la ciudad y de las fiestas. Y fue una tarde lluviosa después de una excelente comida a la japonesa cuando hincamos el diente a esta tarta de zanahorias, galletas y coco. Llena, llenísima de recuerdos.


En plena primavera y como colofón a la Pascua, me apetecía un montón una tarta de zanahoria. Mi idea inicial era usar como base la que es mi favorita del mundo, la Aargauer Rüeblitorte, receta suiza, y tunearla un poco para darle una vuelta de tuerca más cumpleañera. Pero se fastidió el horno -carbonizando unas galletas a las que había puesto mucho cariño para estrenar unos cortadores nuevos- y hubo que cambiar de plan. El diluvio universal también fastidió lo que tenía previsto hacer por mi cumple, y para poner la guinda, se me cayó un regalo de mi madre al suelo cuando fui a abrirlo, rompiéndolo -un juego de taza y platito que me compraron en Alemania-.

Muchas tontunas pero que se juntaron para hacer equipo y, aprovechando que en mis cumpleaños siempre estoy, digamos, emocionalmente con las defensas bajas, me dio una llorera de las gordas. También tenía muchas otras cosas acumuladas y al final me vino hasta bien; fue como un detox emocional renovador. Hay que llorar más, de vez en cuando, y dejar salir toda esa negrura que se nos amontona dentro. Y tuve un bis más tarde viendo una serie, que la ficción audiovisual o escrita también ayudan a desahogarse.



Las penas con dulce son menos y esta tarta me sorprendió de lo bien que quedó, básicamente porque improvisé todo sobre la marcha. Hace tiempo que mi madre me habla de vez en cuando de una tarta de zanahoria y coco fría que hacía su abuela, y lo hace con un brillo en su mirada que siempre me parece encantador. Se nota que recuerda perfectamente el sabor de aquella tarta, y que rememora sus días de niña, con sensaciones e imágenes de su abuela preparando el dulce para los nietos, esos días de inocente felicidad infantil que todo tenemos.

Desafortunadamente la receta de aquel pastel se fue con mi bisabuela, y mi madre era demasiado joven para haber aprendido a hacerla. Solo queda su recuerdo, y yo llevaba tiempo empeñada en querer homenajear esa memoria. Recordé esto cuando una de mis mejores amigas me mandó la receta de una tarta de zanahoria y coco deliciosa, aunque no es la misma, tenía una clara conexión. Y con los años he ido encontrándome versiones que repiten las mismas bases: zanahoria, coco y nada de horno. ¿Por qué hay tantas recetas "tradicionales" de pasteles de zanahoria y coco? Están ahí en el patrimonio de muchas familias, algo perdidas hoy por la invasión de carrot cakes varios que vivimos hoy. No perdamos nuestros propios postres, que es una pena olvidar estos recuerdos.


En fin, que estoy divagando. Quizá porque hoy he vuelto a votar, también casi un mes después, y esta vez he tenido que hacerlo por correo. Agradecí poder votar para las elecciones generales en persona, volviendo a mi cole, junto a mi familia. Las votaciones me hacen sentir una gran responsabilidad, me emocionan un poco por poder formar parte de la democracia que tanto costó conseguir, y también me da un poco de miedo, para qué engañarnos.

El elfo acaba de llegar, así que mejor me callo ya. Os dejo con la tarta, que de eso iba la entrada de hoy.

Receta de tarta fría de zanahorias, galletas y coco
Inspiración: mi cumpleaños, recuerdos familiares y antojos de primavera
Ingredientes para unas 8 raciones

- 1 kg de zanahorias (pesada peladas)
- 1 rama de canela
- 100 g de coco rallado (y más para decorar)
- 1 sobre de azúcar vainillado (unos 8-10 g)
- 50 g de azúcar
- 1 pizca de sal
- ralladura de naranja o limón
- 150 g de queso crema para untar (sin lactosa, en su caso)
- galletas tostadas o al gusto, mejor rectangulares o cuadradas
- leche o bebida vegetal al gusto (de almendras o de coco son buenas opciones)
- zanahorias de mazapán para decorar

Lavar bien las zanahorias, cortar los extremos del tallo y pelar si fuera necesario. Trocear y pesar el kilo completo, aproximadamente. Poner a cocer en agua o al vapor con la rama de canela, hasta que estén tiernas. Escurrir, retirar la canela y dejar enfriar.

Preparar un molde rectangular o cuadrado de tamaño medio, que tenga buen fondo para que salgan más capas. Disponer la leche en un planto o cuenco hondo y sacar las galletas del paquete. Lavar el limón o naranja.

Triturar las zanahorias y mezclar con el azúcar vainillado, el azúcar, la pizca de sal, ralladura cítrica al gusto, el queso crema y el coco. Combinar muy bien para tener una crema untable, suave y sin grumos. Probar y ajustar el dulzoro o los aromas al gusto.

Comenzar a montar la tarta colocando una capa de galletas remojadas en leche. Ir poco a poco, para que no se reblandezcan demasiado. Romper las galletas que sean necesarias para ocupar todo el espacio en un nivel. Cubrir con una capa de crema de zanahoria, generosa pero sin pasarnos.

Continuar repitiendo las capas de galleta y zanahoria hasta terminar con una capa superior de crema. Decorar con coco rallado al gusto, añadiendo más ralladura de cítrico si nos gusta. Dejar enfriar en la nevera varias horas, y decorar antes de servir con las zanahorias de mazapán.



¡Todos a ejercer nuestro derecho el próximo domingo! Yo supongo que estaré esperando los resultados horneando algo, muy probablemente con albaricoques. Tengo muchos albaricoques murcianos en la nevera ahora mismo, pero esa es otra historia.
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