Muchas cosas han pasado en este mes que he tardado en volver por aquí, tanto por el mundo como a nivel más personal. Sobre el panorama exterior prefiero no comentar mucho porque solo soy capaz de recordar todo lo negativo, y la ola de calor no me ayuda a pensar en positivo. Así que, para endulzar la realidad ardiente que nos rodea, traigo unos sencillos vasitos de albaricoques y crema de mascarpone para sumar mi amor por esta fruta.
No quiero protestar muy alto porque al menos este año el calorazo ha tenido la dignidad de presentarse ya pasado el solsticio, con el verano inaugurado de verdad. Por suerte esta vez la visita de mi madre de junio nos pilló con buen tiempo y pudimos disfrutar de esos días sin achicharrarnos por la calle, lo cual siempre se agradece.
Este postre lo improvisé sobre la marcha aprovechando un montón de albaricoques que mi padre me había traído a finales de mayo en una visita exprés. Deliciosísimos albaricoques recogidos en la casa de un amigo, pequeños pero con un aroma embriagador al que era difícil resistirse. Los pobres parecían llegar muy blanditos después del viaje, pero al guardarlos mimosamente en la nevera recuperaron su tersura sin perder sabor, y pude disfrutarlos durante muchos días sin tener que tirar ni uno solo.
Mi madre vino poco después y me apetecía preparar algún postre algo especial para terminar de disfrutar esas pequeñas joyas. Porque si están buenísimos al natural, cuando se asan, se hacen a la plancha o se cuecen en sus propios jugos, se transforman para ofrecer toda una nueva gama de sabores y aromas naturalmente dulces que combinan de maravilla con ingredientes lácteos.
Como siempre, probad el punto de dulzor y ajustar según a lo que estéis acostumbrados. Si tenéis fruta más dulce y madura no hará falta añadir casi nada, y así no enmascaramos los sabores naturales. Por supuesto, se puede hacer con otra fruta de temporada; sugerencias: fresas, arándanos, melocotones, higos o brevas, ciruelas...
La fruta de verano me reconcilia con esta época que dejó de tener alicientes para mí hace ya años. Qué tiempos cuando ver "Junio" en el calendario de la cocina de casa significaba final de curso, la fiesta del cole, vacaciones, piscina, playa, desayunos con dibujos en la tele, larguísimas tardes de bici... Ahora tengo más ganas de julio porque, al menos, significa que vuelve el Tour.
Receta de vasitos de albaricoques y crema de mascarpone
Inspiración: los deliciosos albaricoques de Murcia y recuerdos de verano
Ingredientes aproximados para 4 unidades
- 400 g de albaricoques aromáticos, maduritos, jugosos, pesados sin hueso
- 1 vaina de vainilla
- un poco de cardamomo molido o 2-3 vainas
- 1 pizquita de sal
- 30 ml de zumo de lima o limón
- 15 ml de miel (ajustar la cantidad al gusto)
- 10 ml de Kirsch (opcional)
- 200 g de queso mascarpone (¡sin lactosa, viva!)
- 200 ml de nata para montar (esta es más fácil de encontrar sin lactosa)
- vainilla molida o extracto (5 ml)
- pistachos o almendras
Lavar los albaricoques y secar con mimo, cortar en cuartos y retirar huesos y rabitos. Poner en una sartén con la vainilla abierta, el cardamomo, el zumo de lima o limón, la sal, la miel y el Kirsch, y calentar. Añadir un poco de agua, solo un chorrito, y dejar que coja temperatura. Mantener la cocción a fuego muy lento hasta que la fruta esté en plan compota, semidesecha, con una riquísima salsa espesita.
Quizá haya que añadir más agua o miel o azúcar moreno, dependiendo del grado de dulzor que tenga la fruta. Lo mejor es probarlo cuando tenga ya apariencia de compota, pero no queremos que los albaricoques se deshagan del todo. Retirar y dejar enfriar por completo.
Batir la nata muy fría hasta casi montarla, mezclar con el mascarpone y combinar con movimientos envolventes. Añadir la vainilla y azúcar glasé al gusto, probando hasta dar con el punto que se prefiera, mezclando con movimientos envolventes. Llevar a una manga pastelera.
Montar los vasitos repartiendo una capa de albaricoques en el fondo, otra de crema de mascarpone y coronar con más compota y pistachos. Servir frío, pero dejando que se atempere un poco para no matar los sabores.
Inspiración: los deliciosos albaricoques de Murcia y recuerdos de verano
Ingredientes aproximados para 4 unidades
- 400 g de albaricoques aromáticos, maduritos, jugosos, pesados sin hueso
- 1 vaina de vainilla
- un poco de cardamomo molido o 2-3 vainas
- 1 pizquita de sal
- 30 ml de zumo de lima o limón
- 15 ml de miel (ajustar la cantidad al gusto)
- 10 ml de Kirsch (opcional)
- 200 g de queso mascarpone (¡sin lactosa, viva!)
- 200 ml de nata para montar (esta es más fácil de encontrar sin lactosa)
- vainilla molida o extracto (5 ml)
- pistachos o almendras
Lavar los albaricoques y secar con mimo, cortar en cuartos y retirar huesos y rabitos. Poner en una sartén con la vainilla abierta, el cardamomo, el zumo de lima o limón, la sal, la miel y el Kirsch, y calentar. Añadir un poco de agua, solo un chorrito, y dejar que coja temperatura. Mantener la cocción a fuego muy lento hasta que la fruta esté en plan compota, semidesecha, con una riquísima salsa espesita.
Quizá haya que añadir más agua o miel o azúcar moreno, dependiendo del grado de dulzor que tenga la fruta. Lo mejor es probarlo cuando tenga ya apariencia de compota, pero no queremos que los albaricoques se deshagan del todo. Retirar y dejar enfriar por completo.
Batir la nata muy fría hasta casi montarla, mezclar con el mascarpone y combinar con movimientos envolventes. Añadir la vainilla y azúcar glasé al gusto, probando hasta dar con el punto que se prefiera, mezclando con movimientos envolventes. Llevar a una manga pastelera.
Montar los vasitos repartiendo una capa de albaricoques en el fondo, otra de crema de mascarpone y coronar con más compota y pistachos. Servir frío, pero dejando que se atempere un poco para no matar los sabores.
Consigo dormir más o menos bien, así que la primera ola de calor no está siendo muy grave, porque me mantengo a refugio en casa. Eso sí, a las 6.30 arriba si pretendo salir a correr, que es la hora de más "fresquito". Tampoco me puedo quejar mucho si a 39 grados enciendo el horno a 250º C para hornear pan, claro. Pero el esfuerzo merece la pena.
¡Adiós junio, tarda mucho en volver!
!Qué buena pinta! tengo que probarlos.
ResponderEliminarAnímate, siempre hay que intentar buscar el lado positivo o apoyarnos en las cosas buenas que tenemos alrededor.
Besos.
Gemeladas
¿Qué vuelve el Tour? :) Bueno, debe de ser la edad, pero mi opinión sobre el verano cada vez es más radical, no hay un mes concreto de los 5 que ya confirman el verano. Nada que ver con lo que opinaba de niño, cierto, y ahora no tengo ganas de que llegue por tres motivos añadidos a los que ya sabes. En el trabajo es la locura ponerse de acuerdo para marcar calendario, lo segundo es difícil encajar al niño 2 meses y medio con campamentos, abuelos etc, ¡maldita conciliación! Y tercero, la salud, no sé por qué motivo cada vez tengo peor la piel en verano con reacciones alérgicas al sudor, cremas especiales, picores...
ResponderEliminarMe encanta este postre Liliana, voy a hacerlo con una mermelada de mandarina que tengo por aquí, así a capas me va a gustar.
Un saludo.