Vuelvo, como ya viene siendo habitual en mí, a quitar las telarañas del blog en octubre, mi mes favorito en la fantasía de mi mente. Me he convencido de que es mi mes favorito porque lo tengo idealizado en cómo me gustaría que fuera, totalmente otoñal, con el nórdico puesto en la cama, la casa puesta totalmente a unto tras esas tareas pendientes que nos propusimos terminar en verano, con una rutina establecida, tardes de sofá, tazas humeantes y mantitas, paseos por parques vestidos de hojas y teñidos de rojo, amarillo y naranja.
Pero la realidad es que a día 6 todavía no he guardado toda la ropa de verano, me siguen apeteciendo más helados y tés fríos que cosas calientes y la lista de tareas sigue ahí, esperando a que nos dignemos a hacerle caso de una vez. En fin, casi que esta es la rutina real y no la que me monto en mi cabeza.
Pero sí que se va notando el cambio al menos por donde nosotros vivimos y los parques van dejándose abrazar, tímidamente, por el otoño. Y al menos ya puedo hornear sin morir en el intento, las masas de pan no se descontrolan tanto con los calores y, aunque sin nórdico, puedo dormir tapada y descansar mejor. Y estamos en la spooky season, que siempre le da más encanto a este mes con su ambiente de brujas, fantasmas, gatos, calabazas, espíritus, leyendas, fantasmas y vampiros.
Sabéis que me encanta la Navidad pero a su debido tiempo, y toda la parafernalia de Halloween, la Noche de Brujas, el Día de los Muertos y Todos los Santos también me fascina. Porque además va de la mano del mercado otoñal, con sus calabazas, castañas, nueces, mandarinas, naranjas, setas, caquis, granadas, boniatos y muchas más cosas deliciosas.
Tenía fichada desde hace tiempo una receta de coca de zanahoria de Santi en Una receta, un recuerdo, un bizcocho de esos tan típicos en tierras valencianas horneados en llandas y bandejas amplias que tanto me gustan para hacerlos más planitos y darle variedad al repertorio dulce. Y la semana pasada me ardía la vena repostera, tenía zanahorias que pedían un uso urgente y un paquete de nueces peladas que compré cuando vino mi hermano de visita en verano -es un señorito comodón que prefiere evitar tener que abrirlas él a mano-. Como al elfo no le gustan los tropezones de frutos secos en las masas, la receta era perfecta, pues Santi propone triturarlas para usarlas casi como una harina.
El resultado es fabuloso, un bizcocho con textura rústica pero jugosísimo, de esos que saben a hogar, a tazas humeantes con una chimenea tras un paseo por el bosque. Si le ponéis azúcar por encima para que haga costra, tened en cuenta que con el paso de las horas es más que probable que se humedezca; perderéis el toque crujiente pero quedará como una cobertura más golosa y caramelizada -salvo que echéis MUCHO azúcar-.
Yo quería una coca bajita, pero si preferís una miga más gordota solo tenéis que usar una fuente más pequeña y de paredes altas. Corté la mitad en porciones y las congelé, porque somos solo dos en casa y hay que tener cierta mesura. Siempre prefiero hacer recetas completas y congelar -o regalar- a dividir cantidades, que no siempre salen bien.
Inspiración: el otoño y Santi Hernández
Ingredientes para una bandeja de unos 20x30 cm
- 150 g de nueces molidas
- 150 g de zanahoria rallada fina
- 4 huevos S (o 3 M) de gallinas felices
- 100 g de panela o azúcar moreno
- 100 g de azúcar blanquilla
- ralladura de 1 naranja pequeña
- 250 g de leche sin lactosa o normal
- 60 g de aceite de oliva virgen extra o girasol
- 250 g de harina de todo uso
- 1/2 cucharadita de canela molida
- 3 sobres dobles de gaseosas
- 1 buena pizca de sal
Si no tenemos nueces molidas compradas, partir las nueces o usar nueces ya peladas comerciales. Tostarlas ligeramente en una sartén sin aceite procurando que no se quemen; paso opcional pero muy recomendable, sobre todo si usamos nueces ya peladas. Esperar a que se enfríen y triturar con un robot o picadora hasta tener textura casi de harina; si quedan grumillos no pasa nada, más textura.
Lavar, secar y pelar ligeramente -si es necesario- unas 2-3 zanahorias, según tamaño, y rallarlas finas. Tapar y reservar. Precalentar el horno a 200ºC con calor arriba y abajo y engrasar o forrar una bandeja de horno rectangular.
Batir muy bien los huevos con los dos tipos de azúcar, hasta que espesen un poco. Añadir la leche, el aceite y la ralladura de naranja, y batir un poco más. Añadir las nueces molidas, incorporar sin batir mucho, y tamizar encima la harina con las gaseosillas, la canela y la sal. Echarla en tandas, alternando con la zanahoria, incorporando con movimientos suaves hasta que no queden grumos secos.
Llenar la bandeja con la masa y añadir azúcar por encima si se desea. Hornear durante unos 35-40 minutos, hasta que esté bien dorada y al pincharla en el centro con un palillo salga limpio. Esperar un poco antes de desmoldar sobre una rejilla.
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Jajaja, tu hermano señorito. Me encantan los bizcochos y cocas y ésta es la estación perfecta para tomarlas con leche calentita o chocolate a la taza.
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